Parte 4.

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–Tu padre quiere verte. —Yifan se sienta al borde de la cama, sin preocuparse porque Baekhyun aún estuviera descansando.

–Vete a la mierda. —murmura con voz ronca.

–¿Tienes resaca? —Wu preguntó con simpatía— Jongin dijo que saliste del cuarto a mitad de la noche, y que después corriste de nuevo a tu habitación como si un fantasma te estuviera persiguiendo. —él niega con la cabeza y cruza los brazos sobre su pecho— ¿No funcionaron las pastillas?

En su mente, un brillante caleidoscopio forma imágenes sobre la noche anterior. La luz de la luna, una figura musculosa, los movimientos certeros y precisos de una katana, avariciosamente refinados, un par de ojos negros y salvajes, mirándolo como una víctima indefensa, un tigre y rosas rojas, que parecían tan reales. Su garganta se seca, y Baekhyun murmura, tratando de hacer frente a la tensión que se presenta.

–Me dolía la cabeza, así que quería estar en la cama lo antes posible.

–Ya veo. —tira Yifan, y estaba claro por su voz que no creía en esas estúpidas excusas. Wu se levanta de la cama y asiente hacia el armario— Vístete formal, el jefe solicita tu presencia.

El Señor Byun realmente prefería un estilo de negocios en cuanto a los atuendos. Por eso Baekhyun escoge llevar jeans rasgados de las rodillas y un enorme suéter rojo, que curiosamente era mucho más cómodos. Al padre no le gustaba el color rojo, pero su madre siempre lo amó. Incluso el día que se había ido, llevaba un hermoso vestido rojo con lunares. Vestido escarlata, justo como la sangre que se extendió por el asfalto, y después, los brillantes ojos de su madre perdieron toda su luz, convirtiéndose en orbes vacíos y sin vida.

Byun niega con la cabeza, tratando de evitar los recuerdos desagradables. Yifan lo mira con ligera desaprobación y suspira, sacudiendo la cabeza.

–¿Cuántos años tienes? ¿Quince?

–Vámonos ya. —murmura Byun y lo empuja hacia un lado.

Su corazón late más rápido de lo normal, y su respiración se pierde, como si Baekhyun hubiera corrido un par de millas bajo el sol. Pero todo esto, siempre sucedía antes de cada reunión con su padre, incluso si sólo se tratara de una charla normal.

Baekhyun lo odia tanto como lo ama y adora.

Yifan lo lleva hasta la puerta de la biblioteca y abre las puertas, permaneciendo afuera. Byun entra en la habitación y siente un ligero pinchazo: esta era la habitación favorita de su madre, su morada tranquila, una especie de refugio, donde se apartaba de la rutina diaria; estantes de roble viejo, una pequeña mesa junto a la ventana con un par de cómodos sillones, ventanales con vistas al jardín, donde el aroma embriagador de las flores silvestres se hacia presente. Por un segundo parecía que Baekhyun volvía en el tiempo y su madre se encontraba en la habitación, tomando un libro entre sus manos, sonriendo suavemente y mirándolo con ojos amorosos.

Baekhyun siente que su corazón se comprime por el doloroso espasmo que se aproxima y, con voz ronca, se acerca y dice:

–Buenas tardes.

El padre estaba parado cerca de la ventana, cruzando los brazos sobre el pecho, como siempre, usando un costoso traje negro y zapatos italianos. Aún se veía fuerte y en forma, pero a pesar de eso, piensa con nostalgia que está envejeciendo.

–Hola, hijo. —el padre lo mira y asiente. Toma lugar en uno de los sillones y le indica que igualmente lo haga. Baekhyun, obediente, se sienta y mira fijamente la cara cansada, cubierta de arrugas finas, con una gran cicatriz en el cuello, producto de un cuchillo chino hace muchos años; cabello negro, que comenzaba a verse un poco grisoso, pero sus ojos estaban tan brillantes como los de un hombre joven. El Señor Byun tamborileó con los dedos sobre su rodilla y pregunta:

Lurk | ChanBaek Historia CortaWhere stories live. Discover now