Capitulo 29 -Sabotaje.

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—¿La UDA? —alzó una ceja cuando vio el sello.

—Apliqué para una beca hace dos meses y medio.

—¿Y qué dice? —tenía los ojos entrecerrados.

Valeria la leyó dos veces para entenderla. Se estaba esforzando porque la vela era casi inservible.

—Creo que me está citando a una entrevista o algo así.

—¿Por qué es tan rápido? Solo fue hace dos meses y medio y tal. —argumentó Ben.

Valeria lo miró.

—No lo sé, ay Dios, es en la capital. —Tenía una sonrisa. Luego se tapó la boca—. ¿Cómo voy a llegar allá? No, Dios, ¿para qué será la entrevista? —tocó los hombros de Ben con sus manos. Lo abrazó poniéndose a horcajadas sobre él—. ¡Seguro me gané la beca!

El cuerpo de Valeria se sentía cálido. Era como si se hubiese olvidado de cómo se sentía desde que ella se fue enojada porque creía que él no la amaba.

Ben la abrazó también.

—Si es en la capital, ¿cómo vas a estudiar allá?

Valeria pensó en eso, dejó de abrazarlo y se quedó frente a él.

—No está claro todavía. Tengo que buscar alternativas o elegir un horario sabatino.

Ben pensó unos segundos.

—Hum, ya veo.

—Sí.

Ben agarró la quijada de Valeria y la acercó a su boca.

—Quédate conmigo esta noche, Valeria.

Valeria asintió y lo volvió a abrazar; segundos después, se apagó la vela.

***

Valeria subía las escaleras hacia su salón de clases cuando vio a Freddy llorando en un rincón de la segunda planta. Caminó hacia donde él para preguntarle qué ocurría y él solo la abrazó tan fuerte que cuando la soltó le dolían las costillas. Él había dejado de llorar.

Valeria se frotó el brazo.

—¿Qué tienes?

—¡Perdí mi cita con la UDA!

—¿Cómo?

—En el correo postal no tenían mi dirección ni número telefónico. Cuando recibí la carta ya la entrevista estaba vencida, ¡acabo de perder una beca valorada en más de medio millón de pesos! —Se secó los ojos rojos. Su rostro estaba hinchado y olía a sudor.

Valeria se rascó la nariz.

—En el formulario pedían la dirección, ¿no la diste?

—¡Lo hice, Valeria! —Se quejó más alto. Al hacerlo le cayó saliva en la cara a Valeria—. Estoy seguro.

—Lo siento mucho. —Retrocedió—. Voy a clases, ando tarde.

—¿Y qué hay de ti?

—No lo sé —mintió—. La UDA no me ha contactado ni nada.

Camino más de prisa, y cuando salió de su vista corrió hasta su salón de clases. Se sentó de tercera en la fila, detrás de Sabrina. Ella tenía el cabello liso y pulcro en una cola de lado. Valeria se inclinó un poco.

—Hola.

—Hola —respondió con una sonrisa Sabrina.

—¿Qué hay de la UDA? No me han llamado ni nada y creí que el proceso duraba solo un mes.

NadaWhere stories live. Discover now