Capitulo 15 -Nación oscura.

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Recogió los papeles que se habían esparcido por el piso. Los ordenó y después se dio la vuelta. Sabrina la miró por unos segundos con el lápiz en la boca y después volvió a escribir.

—¿Y si dejamos esto para después? Ni siquiera reposé la comida. —Carolina era amiga de Sabrina, y también pasaba por una clase de amiga para Valeria.

Las tres trabajaban en un trabajo sobre las fiestas patrias. Febrero estaba a la vuelta de la esquina y el año escolar estaba muy cargado. Valeria dejó los papeles encima del escritorio que compartían.

La casa de Sabrina era una muy linda. Tenía su propio cuarto de estudio con un gran escritorio de madera pintado de caoba y cuatro sillas alrededor. También una computadora en una mesa y una silla que giraba frente a esta. Ahí estaba sentada Carolina.

—El mínimo es treinta y dos páginas y solo llevamos diez. Debemos apresurarnos —aseveró Sabrina. Era muy responsable con sus tareas y se preocupaba por sus notas. Por eso a Valeria le gustaba ser su amiga. Al menos era una buena influencia, y la estimulaba a estudiar.

—Además, ya van a ser las dos y media.

Valeria se recordó de algo.

—Dios mío, tengo que irme.

—¿Por qué? —Sabrina dejó de escribir. Carolina no dejó de teclear en la computadora.

—Tengo un compromiso a las tres.

—¿Un novio?

—Ah —jadeó—. No, estoy trabajando en un local de bebidas.

—¡Eso es chidísimo! —dijo Carolina y dejó de teclear—. Yo quiero trabajar pero papá no me deja. Siempre tengo que continuar estudiando guitarra en la academia.

—Okey... —Sabrina empezó a recoger todo, después se levantó. Caminó hacia donde Valeria, la abrazó y después besó su mejilla—. Nos vemos mañana en el colegio.

Valeria alzó la mano para despedirse de Carolina.

—Oye, y la próxima vez nos podemos reunir en tu casa...

—dijo Carolina y Valeria se detuvo, se dio la vuelta—. Sabrina me contó que hay tipos buenos por ahí.

Valeria hizo un mohín de desinterés.

—No creo que sea lo mejor.

—¿Por qué? —preguntaron las dos al tiempo.

Había varios factores, pero se decidió solo por uno.

—No tengo internet.

—No importa, solo vamos a repasar lo escrito.

—Tampoco hay dónde. No hay espacio.

—Hablas como si vivieras en una caja.

No era una caja. Pero no se comparaba con la inmensidad de la casa de Sabrina. Y por lo que sabía, Carolina vivía en una casa aún más grande.

—Simplemente, no —expresó en tono seco.

Sabrina entrecerró las cejas.

—Lo que digas.

—Egoísta —murmuró Carolina cantando con voz muy fina.

Valeria no se detuvo, siguió su camino.

No quiso pensar en que hablarían de ella mientras no estaba. Es que solo no las iba a llevar. Cuando Valeria iba a la casa de Sabrina le daban aperitivos y podía pedir cualquier sabor de refresco. También, había lugar donde sentarse y ver el paisaje lindo. Sin embargo, ella no podía ofrecerles eso. No es que envidiaba la posición de ellas. Ella no eligió dónde nacer. Tampoco podía culpar a nadie.

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