Capitulo 23 -Mal presagio.

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Mal presagio

Sabrina estaba hablando de algo que tenía que ver con matemáticas, pero de verdad que Valeria no quería escuchar nada. Seguía mareada. Sabrina paró de hablar, Valeria agradeció a Dios, pero entonces, se dio cuenta de porqué había dejado de hablar.

—Hola —saludó a Sabrina—. Val... —le sonrió.

Valeria sonrió de inmediato. Estaba más que feliz de verlo.

—Sombra —saludó—. Adiós, Sabrina —se volteó a verla y después volvió el frente a Ben.

Él también le dijo adiós a la chica y después caminaron juntos a la escuela de los hermanitos de ella.

—¿Cómo va todo? —preguntó mirando al cielo, su garganta se veía hermosa, al menos eso pensó Valeria cuando lo vio.

—Bien —respondió—. A solo un mes de la primavera.

—¿Te gusta la primavera?

—Más o menos —respondió. Se limpió el sudor de la frente.

—Estoy preocupado por ti, Valeria —Valeria dejó de ver el camino para mirarlo—. Valeria, no quiero enterarme de que estás haciendo eso.

—¿Qué?

Ben se detuvo.

—En serio que no.

—No estoy haciendo nada malo —contestó—. Además de verte a ti. Quizás estoy embarazada.

Ben se quedó callado.

—¿Quieres que lo aborte? —preguntó con pena.

Ben miró a Valeria serio.

—Te dije que me gustaban tus ojos y que no me importaría tener un hijo tuyo, pero a ti sí te importaría. ¿Vomitaste la otra vez porque escuchaste lo que le pasó a Rose?

«Entonces él lo supo...» Parece que siempre que le pasa algo él encuentra la forma de saberlo.

—Sí —mintió—. No quiero que me pase lo mismo.

Ben se detuvo cuando llegaron al frente del colegio. Agarró la cara de Valeria y vio sus ojos agotados. No quería creerlo.

—Valeria, me preocupo por ti. Por favor, no te estés metiendo problemas.

Metiendo problemas, quizás lo dijo así a propósito, y ya sabía algo.

***

Ben estaba sentado en el escalón de la entrada de su casa. Estefani se sentó a su lado.

—Vine a hablarte de Val —balanceó sus manos. Estefani había sido la que en primer lugar le había contado a Ben sobre el ataque de vómito que tuvo Valeria.

Ben se quedó en silencio.

—No sé qué pasó después de mi fiesta, pero lo que sea que pasó, le hizo daño, estoy notando una actitud en ella y creo que... —se quedó en silencio.

—Yo también —respondió—. Tal vez sea mi culpa —añadió mirando el suelo de piedra.

—¿Qué vas a hacer entonces? —se veía genuinamente preocupada.

—Aún no lo sé.

Estefani hizo una mueca con los labios.

—¿Crees que va estar bien?

—Sí. Lo va a estar. Es solo una fase de niña rebelde, ¿cierto?
—giró para ver los ojos de Estefani. Sus ojos marrones estaban llenos de preocupación.

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