Capitulo 29 -Sabotaje.

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Sabotaje

Caminar de la casa a la escuela, y de la escuela a casa es muy agotador. Pero más agotador es caminar a la oficina de correos desde el colegio y después a la casa. El martes un oficial del correo trató de buscar la dirección de la casa de Valeria pero no la encontró. Y tampoco tenía forma de llamar por teléfono para preguntar por ella. Es más, si la universidad no hubiese recibido la carta devuelta y el secretario de relaciones no la hubiese reenviado, Valeria no tendría ese sobre blanco en la mano.

Pero gracias a Dios que lo hizo, y esta vez puso el número del colegio, así llamaron y le avisaron a Valeria que tenía un paquete en el correo postal y así fue como lo consiguió.

No abrió la carta hasta llegar a casa. Y aunque trató de hacerlo una vez allí, su mamá no estaba, y sus hermanitos se estaban pasando tres días en la casa de tía Victoria porque no tenían clases en la escuela toda esa semana.

Valeria deseó que Ben la viniera a visitar. Pero después pensó que en cualquier momento su mamá podía llegar.

Tomó la carta de la mesa de madera y la dobló en dos metiéndola en su camisa. Afuera, todo está oscuro porque la luz se fue desde la tarde. Decidió caminar rápido para evitarse problemas.

Cuando entró por el callejón Ben estaba afuera, y se veía una vela encendida adentro.

—¿Qué haces afuera?

—El calor me está matando.

Valeria se mojó los labios porque estaban secos.

—¿Puedes acompañarme a algo?

Ben alzó la cabeza.

—¿A dónde?

—En realidad, yo quiero mostrarte algo, ¿podemos entrar?

Ben se levantó.

—Vamos.

Los dos se sentaron en el sofá. Valeria se sentó en posición de yoga mientras sacaba el sobre doblado en dos, después Ben observó las manos de ella tratar de abrir el sobre.

—¿Qué es? —preguntó. No alcanzaba a ver qué decía por fuera porque la vela no alumbraba lo suficiente.

—No lo sé —dijo Valeria. Parte mentira, parte verdad—. Ben... ¿por qué le dijiste a mi mamá que éramos novios?

—¿Te molestó?

—No, no, pero cuando viste que se puso así retiraste que lo eras, y eso me molestó.

—No quiero que tu mamá te haga daño por mi culpa.

—Ella no me va golpear por tener novio.

Ben la miró por un segundo antes de volver a mirar la vela que se derretía.

—Pero sí lo hará si se entera de que tú y yo tenemos... eso.

—¿Qué te hace pensarlo? Ella lo sabe, sé que lo sabe. Solo es muy cobarde para aceptarlo, además, no lo soy. ¿Qué va a hacer?, ¿golpearme hasta que vuelva a ser como antes?

—Cuando gritaste la otra noche ella vio cómo te besaba, pero no me dijo nada —confesó Ben.

—No le importa qué me hagan. ¿Por qué me debe importar a mí lo que ella no haga?

—Porque es tu mamá —dijo en voz baja—, ella espera que te portes bien.

Valeria se quedó en silencio al terminar de abrir el sobre sin romper los bordes o sin maltratarlo. Es más, de no ser porque estaba doblado a la mitad podía ser utilizado de nuevo. Se recogió el flequillo detrás de la oreja y sacó la carta que estaba dentro del sobre. En el frente decía: UNIVERSIDAD DE LAS AMÉRICAS, y debajo, la fecha en que fue enviada, exactamente hace casi un mes completo.

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