—¿Y qué es lo que quieres? —me roza el oído al hablar, y puedo notar su aliento cálido contra mi oreja.

—A ti —susurro.

Gruñe, mientras me consume con la boca. Abro la mía, para darle mejor acceso mientras me besa apasionadamente. Lo aparto de mala gana, porqué aún hay algo que me ronda la cabeza. —¿Cómo te lo hiciste? —le digo, mientras le subo la camiseta y se la quito. La tiro lejos, y con mis dedos lo toco delicadamente.

Se muerde el labio inferior un par de veces, y parece... ¿nervioso? —Ayer —confiesa—. Fue cuando te estaba buscando a ti —murmura entre dientes. Está claro que no le gusta hablar del tema.

Lo miro nuevamente a él, que me observa con sus profundos ojos verdes. De golpe, me pongo de rodillas, dejando un beso en su moretón. Respira profundamente, por el dolor que le causa la herida, o los recuerdos a causa de ella, no lo sé. Pero no me dice nada.

Mis manos actúan por si solas, y sin saber por qué, le bajo los pantalones junto a sus calzoncillos. Necesito que se sienta bien. Es mío. Y tengo que cuidarlo. Una pequeña sonrisa se escapa de mi boca, mientras Peter me mira expectante. Se quita la ropa rápidamente, mientras empiezo a acariciar su miembro masivo.

Es largo y grueso, y no tengo idea de qué hacer con el, así que subo y bajo mi mano por toda su longitud. Peter me mira, respirando con dificultad, y aprovecho para lamer la punta, pasando mi lengua por todo el.

—Joder —gruñe él.

Esa es mi invitación para llevarlo un poco más profundamente, y parece que lo pierde cuando miro hacia arriba, y lo veo mirándome intensamente. De la nada, agarra mi pelo, y lo gira en una coleta alrededor de su mano mientras mueve sus caderas dentro y fuera de mi boca. Es un bestia, pero me encanta. Gimo yo también, ese acto produciéndome un cosquilleo, especialmente entre mis piernas, dónde puedo empezar a sentir mi humedad.

—Mierda, Lali, eso es, nena —respira con dificultad, mientras sigo.

Saco la lengua, mientras lo lamo, y me penetra la boca aún más rápido. Sus embestidas son fuertes y precisas, y lo siento palpitar. Se retira de dentro de mi boca, y de una sola estocada, se detiene de golpe sin previo aviso. Respira pesadamente, mientras me levanta del suelo, y me lleva consigo de nuevo a la cama.


—Eso fue increíble —dice con la voz ronca, una vez se ha recuperado—. Tú eres increíble. Pero necesito estar dentro de ti. Ahora.


Llego al menos una hora tarde a trabajar, pero la verdad es que hoy no podría importarme menos. No después de saber qué es lo que hubiera perdido si hubiera llegado a tiempo. Juro que aún puedo sentirlo entre mis piernas. Me sale un suspiro, mientras busco los productos de limpieza.

—Lo tienen Megan y Euge —Adam dice a mi lado, y salto del susto.

¿De dónde salió? Me giro para reñirlo, pero su cara es apenas reconocible. —¡Oh Dios mío! —exclamo un grito. Su cara parece como si alguien hubiera estado golpeándola sin parar, y no parece que vaya a recuperarse pronto. ¿Qué le pasó? La última vez que lo vi iba en dirección a las oficinas de la compañía de yates, y después de eso... ¿Y sí lo secuestraron a él también? —¿Qué te pasó? —pregunto. Decir que me siento culpable es quedarse corto.

—Digamos que tuve un mal entendido —se ríe, pero a mí no me parece gracioso.

—¿Con quién? —le toco la cara, pero al ver que se tensa, dejo caer mis manos a mi lado—. Dios, si estás fatal.

Sonríe dulcemente. —Digamos que a alguien no le gustó que fuera la última en verte.

Empiezo a atar cabos, y me cara de asombro es imposible de ocultar. —¿Peter te hizo esto? —pregunto, demasiado nerviosa.

MineWhere stories live. Discover now