Capítulo 29

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El resto del camino ambos estamos un poco tensos y mantenemos el silencio mientras me aferro con una mano al asiento y con la otra aprieto mi estómago para mantenerlo en su lugar, porque si; siento que puedo expulsarlo de mi cuerpo en cualquier momento a pesar que la borrachera ya no está tan presente, pero dejó paso a un malestar horrible que se potenció con la extraña persecución. Scott solo habla para decirme que iremos a su departamento porque no quiere dejarme sola en mi casa, entonces me informa que no tomaremos el camino directo hacia el norte, sino que nos desviaremos por el camino del noreste por precaución. Asiento a todo lo que dice sin prestarle verdadera atención. Los acontecimientos que me rodeaban últimamente harían que mi cerebro explote de un momento a otro sin aviso previo.

Llegamos a su departamento y luego de dejar el Mustang en la cochera subimos al segundo piso. Scott vivía en un pequeño departamento con una habitación, un baño, una cocina y una sala. Voy directo a la cocina y me siento en una de las dos sillas que rodean a una pequeña mesa, no hay espacio para una tercera. Solía venir aquí todos los días y quedarme a dormir durante nuestro noviazgo. Scott entra en la cocina y se apoya en la encimera.

—¿Te sientes bien? —me pregunta frunciendo el ceño.

—Si, solo fue una noche rara, estoy un poco preocupada y mareada —se acerca y se sienta en la otra silla—. ¿Qué crees que ha pasado después de dejarlos atrás? —miro sus ojos deseando que pueda decirme algo bueno.

—No lo sé Meli, espero que nada. Seguramente eran unos idiotas que salían borrachos de la fiesta y estaban jugando. 

—Pero oí un disparo.

—No estoy seguro; no escuché nada. Olvídate de eso, ya pasó.

No lo olvidaría. Tal vez él si crea que fue algo al azar, nada personal con nosotros, solo un juego de unos borrachos, pero si Nik estuvo allí yo sentía que era por mi. ¿Estaba creyéndome el centro del universo? Quizás estaba paranoica.

—Prepararé la cama para ti —Scott se pone de pie y me observa—. Eres libre de elegir algo de mi ropa en el armario para estar más cómoda.

Se va de la cocina y me quedo sentada. No me muevo, no pienso, no veo, no siento, me sumerjo en la nada por un momento.

—Melanie —Scott eleva su voz a mi lado.

—¿Qué? —parpadeo repetidas veces volviendo al mundo del todo.

Lo veo descalzo con una simple camiseta y un short preparado para irse a la cama

—Pasaron diez minutos y ni te has movido. Me preocupas.

—Estoy bien.

Me pongo de pie y me dirijo a su habitación donde elijo una cómoda camiseta para reemplazar mi ropa ajustada. Su cama es grande, ocupa la mayor parte de la habitación y tenemos espacio suficiente para que cada uno este de su lado sin tocarnos en absoluto. Eso cambia cuando tres minutos después de apagar la luz rompo en llanto como un pequeño bebé y Scott me cubre con un abrazo en silencio hasta que me rindo y caigo dormida. Justo antes de que el sueño se apodere completamente de mi siento sus labios sobre los míos.



Otra vez me encuentro, como de costumbre, en la Taberna de Joe. Alrededor solo puedo ver gente sin rostro y una niebla densa en el piso sube hasta tapar la cintura de todos los presentes. El silencio absoluto es desconcertante, lo que me hace pensar que algo está mal; no es normal. Me siento en mi lugar de siempre delante de la barra, paciente, mientras Joe está parado como una vieja estatua con la vista fija en la nada misma, aunque observando mejor aquí todos parecen estar congelados. Un viento mueve mi cabello desde atrás cuando escucho el sonido de la puerta al abrirse y Nik aparece a mi lado. Él no es una estatua y pronto me encuentro dejando salir palabras de mi boca.

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