Capítulo 2

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Todas las mañanas cuando la doctora general venía a evaluar mi estado junto el psiquiatra y neurólogo me hacían las mismas preguntas. Aunque tengo la ilusión que esta sea la última vez.

—¿Cómo te llamas? —pregunta la doctora de gran altura.

—Mi nombre es Melanie Turner —respondo de forma automática.

—¿Cuántos años tienes?.

No estaba del todo segura, ¿Me dijeron que tenía veintiuno o veintidós?. Mis padres me habían mostrado una copia del acta de mi nacimiento donde estaba mi nombre, mi fecha de nacimiento, mis padres, el lugar donde nací, pero tenía esa información un poco mezclada dentro de mi cabeza aún.

—¿Puedes decirnos tu edad? —pregunta esta vez el psiquiatra.

Todos me observan de manera paciente, pero provocan el estado contrario en mí.

—¿Tengo veintiuno, veintidós? —les pregunto.

Pero no obtengo respuesta, sino más preguntas.

—¿Sabes cómo está compuesta tu familia?.

—Mi padre Daniel, mi madre Lucy.

—¿Sabes que día es hoy?.

—No —hacían anotaciones según mis respuestas.

—¿Tu fecha de nacimiento?.

—Agosto.

—¿El día y el año?.

—No —digo empezando a estar molesta.

Me interrogan un rato más, creo que solo acerté la mitad de todas las cosas que me preguntaron, pero me dicen que me quede tranquila que estoy avanzando y tienen fe en poder solucionar todo esto.

—Bueno Melanie —dice la doctora—. Le diré a la enfermera que te quite todo esto, si no surge ningún inconveniente por la tarde te daré el alta, pero antes quiero que camines, estuviste algunos días sin moverte en absoluto y después de todo el daño que recibió tu cuerpo quiero ver si tienes estabilidad y que no levantes fiebre. De todos modos deberás hacer visitas al hospital para ir evaluando tu estado físico y mental además de trabajar en esa memoria de forma particular. Te veré más tarde —entonces mira a los demás y todos dejan la habitación.

Por la tarde luego de infinitas pruebas deciden darme el alta del hospital pero me dan unas mil doscientas indicaciones para seguir desde casa. A pesar de la felicidad que siento de abandonar mi aburrida habitación de hospital siento algo totalmente diferente creciendo dentro de mi. Una ira inmensa, que crece cada segundo un poco más, pero se oculta esperando el momento para apoderarse de todo y estallar. Puedo sentirlo. Y no es sólo eso, hay más cosas. Estoy extremadamente ansiosa, alerta, aguardando por algo pero aún no sé qué es lo que espero.

El auto de mis padres frena mientras observo por la ventana. Miro la casa que tengo frente a mí.

Un recuerdo toma el control de la situación y entonces veo.

Soy una niña de 7 años sentada en el primer escalón que lleva a la puerta principal de la casa, la de mis padres. Una pequeña rubia está sentada en el escalón más alto colocando un labial rojo en sus labios mientras se mira en un espejo y otra niña de ojos marrones está sentada a mi lado peinando su muñeca.

—Creo que a Stacy le quedaría mejor el cabello suelto —dice mirando a la muñeca que tengo en mis manos.

—Tienes razón —le digo viendo lo horrible que peine a mi muñeca y las tres reímos.

DislateOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz