Capítulo 16. Victoria

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Desde joven, Oscar sólo tenía una obsesión en su vida: lograr instituir una raza humana superior con habilidades sorprendentes. Por el momento iba por buen camino, o de eso él creía estar seguro, puesto que había encontrado varios compañeros con habilidades extraordinarias y continuaba exterminando a aquéllos que estorbaban su visión. No se preocupaba por los demás seres humanos que no tenían poderes, ya que habría tiempo suficiente para lidiar con ellos. 

Tiempo. Eso era justo lo que necesitaba para ser invencible. Hacía ya treinta años que Joe le había traído uno de sus acertijos y lo que se convertiría en su nueva misión personal. Tardaron horas en descifrarlo y cuando lograron encontrar su secreto, éste indicaba que existía una gema preciosa que aquél que la tuviera consigo, sería inmortal. Deseoso por encontrarla, se la pasaba viajado y siguiendo las diversas pistas ocultas que dejó un misterioso científico para que solo aquél que la mereciera pudiera poseerla. Oscar estaba seguro de que él era la persona indicada y nadie más tenía el honor y la codicia para ser digno de ella.

Sin embargo, había detenido la rapidez de su búsqueda hacía ya un tiempo cuando Joe le trajo la noticia de que existía una joven que podía destruirles sus planes. Desconocían el poder de ésta y eso era preocupante. Solo sabían que era una Vitium, por lo que se sumaba a la lista de humanos que debían ser exterminados. Había encomendado la misión a dos de sus seguidores que eran excelentes y le dolió en el alma cuando supo que fallaron en capturar a la joven y que dejaron que se escapara. Ahora estaba protegida en un lugar secreto que los Optimums desconocían, pero que tenían e iban a encontrar.

Oscar se encontraba en esos momentos en su propio hogar meditando sobre todos los asuntos que tenía pendiente. Le gustaba la vida tranquila de España y de cómo la mayoría de los europeos pasaban sus vidas muy ocupadas y sin tiempo para fisgonear los asuntos de éste. Su escondite era especial para él y le encantaba permanecer solo. Sus seguidores solo le podían molestar cuando fuera importante algún asunto.

Estaba enfuscado en volver a leer por enésima vez las pistas, cuando escuchó la puerta abrirse y entró la joven de pelo plateado. La joven se dirigió con delicadeza y recorrió el pasillo con seguridad. Oscar recordó que se había fijado en la chica en uno de sus viajes mientras seguía una de las pistas. Para aquél entonces, ésta tenía apenas siete años. El hombre se encontraba en Kotor, Montenegro contemplando un mapa, cuando la niña se acercó a preguntarle si necesitaba direcciones. El pelo plateado natural de la niña le llamó la atención al instante, puesto que, con los rayos del sol, éste brillaba por doquier. A pesar de que Oscar necesitaba direcciones, no era momento ni la persona con la que él debía compartir su información. Optó por darle las gracias a la niña y apartarse de ella. Diez minutos después, cuando le interesó comprar un reloj de muñeca, se percató que no tenía su cartera consigo. «Maldición», pensó. Hizo lo indecible por hallar a la niña, cuando la encontró escondida en el interior de una iglesia. Tan pronto la vio, sintió un gran deseo de hacerla sufrir por haberle robado, sin embargo, detuvo su pensar cuando la vio sentada agarrando una esfera de cristal.

—Sé que has venido por tu dinero —dijo ésta—. Y a hacerme daño.

Sus palabras hicieron a Oscar detener sus pensamientos y fijó su vista al interior de la bola de cristal. Dentro de la misma, se encontraba él, en el mismo espacio y en la misma posición, mirando a la joven. Oscar estaba aturdido y parecía que en su rostro se reflejaba todas las preguntas que le surgían.

—La esfera me permite ver, por unos segundas, a personas o lugares específicos que deseo una vez que tengo algo que pertenezca a dicho ser o lugar —le explicó al hombre que mostraba interés en la esfera y luego añadió—. Le he robado porque necesito comer; tengo hambre.

Al hombre no le importaba en lo absoluto el dinero que le había robado. Le preocupaba su dignidad. Una niña le había arrebatado algo personal suyo sin él haberse dado cuenta y no podía permitirlo sin que ésta sufriera un poco. Sin embargo, tenía ante él una joya escondida entre el montón. La niña podía ser muy útil.

Acto seguido, Oscar buscó en su bolsillo de su camiseta, la foto de la mujer que más había amado: su madre. Siempre andaba con ella pues fue la única que luchó con y por él en todas sus situaciones. Se la entregó, le pidió que la buscara y se la mostrara en su esfera. Ésta siguió instrucciones e intentó comenzar su búsqueda. La esfera no mostró nada y la niña supo la respuesta al instante.

—Está muerta —le dijo al hombre entregándole la foto devuelta.

Éste la tomó en sus manos y volvió a guardarla en su lugar. La niña había pasado la prueba y sería ideal para su equipo.

—Si deseas continuar pasando tu vida robando para poder comer, quédate aquí. Pero si quieres cambiar tu futuro, sígueme.

Oscar procedió a darle la espalda a la niña y rogando dentro de sí que ésta le siguiera. Salió de la iglesia, miró hacia atrás y solo vio oscuridad. No tenía mucho tiempo. Si la niña no salía, éste la tendría que dejar.

Unos segundos después, ésta salió del interior de la iglesia y se dirigió a él. El hombre sonrió con sinceridad. Preguntó por su nombre, y ésta le indicó que no tenía ninguno. Ella era nadie.

—Victoria —dijo el hombre—. Así te llamarás.

Desde ese día, Victoria seguía a Oscar a casi todos los lugares que visitaban. Y si no lo acompañaba, se quedaba en el escondite de ambos. Era la persona en la que él más confiaba y a la que consideraba como casi familia.

Observando a Victoria acercarse con seguridad, notó que ya no tenía a su cargo a una niña. En cambio, era una joven muy astuta y criada tal y como él la quería. Ésta traía consigo una caja pequeña que le entregó con una sonrisa.

—Noticia recién recibida jefe —informó.

—¿De parte de quién? —preguntó éste con curiosidad.

—De Laurie.

Oscar la tomó con cuidado y la abrió. Dentro encontró dos cosas: un pañuelo y un pergamino. Al ver el pañuelo, sonrió para sus adentros.

—Esto es para ti —dijo entregándoselo a la joven de pelo plateado.

Luego tomó en sus manos el pergamino y lo leyó. En el mismo solo había dos palabras que para él significaban mucho: misión cumplida. El plan recién comenzaba y la primera prueba había sido exitosa. En primer lugar, habían conseguido asesinar a uno de los jóvenes del lugar escondido y en segundo, tenían en sus manos un objeto que pertenecía a una de las mentoras del lugar que deseaban encontrar.  

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Nota: ¿Qué opinan de la habilidad de Victoria? ^^

Los Inclusivos y la mansión escondida | #1 © [Completa]Where stories live. Discover now