Capítulo 19. El escondite

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—Pero... ¿qué sucede?—preguntó un Noah confundido.     

No obstante, él no era el único confundido pues los demás miraban aturdidos la escena. Jayden había obviado que continuaba sangrando por su cabeza y en unos momentos aparentaba creerse un General. Continuaba dando instrucciones a su contrincante, mientras éste último realizaba todos los comandos sin queja alguna.

—Esa es la otra personalidad de nuestro compañero: el General —aclaró Wendy.

—¿Tiene múltiples personalidades? Eso sí que no lo había visto antes. Había leído algo sobre ello, pero no es usual verlo —dijo Ayla.

—Sí, y él no lo sabe; no está consciente de su segunda personalidad. Sin embargo, no es el típico trastorno esquizotípico de personalidad*. Como bien debes haber estudiado, las personas que son diagnosticadas con dicho trastorno, sus diversas personalidades no se ven tan marcadas como la que estás viendo en estos momentos. En el caso de Jayden, ocurre de esta forma porque esa es su habilidad o su poder, como lo quieras ver. Digamos que se exacerban los síntomas a un nivel sobrenatural.

La explicación de Wendy tuvo sentido y Ayla se quedó observando el torneo anonadada. El mismo se había intensificado. Ahora su compañero continuaba dando instrucciones adicionales y la última había sido que su contrincante corriera en línea recta por el desierto hasta que ya no pudiera más. En esos momentos intervinieron los mentores y concluyeron el torneo. La ilusión se acabó y se encontraban de nuevo en el patio de la mansión.

—Tenemos que continuar practicando con las burlas y el uso de palabras hirientes —mencionó Luna a Leeroy.

Acto seguido, Naomi se lo llevó con rapidez a la enfermería. Los jóvenes aún permanecían incrédulos por lo que habían presenciado y cuando anunciaron a Jayden como el posible ganador muchos comenzaron a abuchear. Sin embargo, éste no se encontraba por los alrededores.

—¿Jayden tiene también la habilidad de desaparecer? —preguntó Noah tratando de alegrar el ambiente.

—No, debe estar en su escondite. Síganme, conozco la ruta —respondió Wendy.

Intentaron pasar juntos entre los demás jóvenes con mucho cuidado. Mientras Ayla abría paso con su silla motorizada, Wendy apoyaba una mano sobre el hombro de Noah y éste la ayudaba a no tropezar. Cuando lograron salir, su amiga tomó el liderazgo con su bastón blanco como de costumbre y los dirigió hacia donde se encontraba su amigo. Tomaron el asesor y subieron al último piso de la mansión. Cuando llegaron, se movieron hasta el final del pasillo izquierdo donde había un hueco escondido que les daba paso a un área remota del techo. Allí Ayla tuvo que dejar su silla motorizada y con mucho cuidado ser ayudada por Noah para atravesar el hueco. Con dificultad, pasaron los tres y pudieron ver lo que parecía un pequeño jardín encima del techo de la mansión. El mismo era pequeño pero acogedor, muchas de las mismas flores azules del patio exterior y girasoles decoraban esa área. Sentado en el suelo del techo se encontraba Jayden mientras hacía estiramiento intensivo.

—¡Ciento dos! ¡Ciento tres! ¡Ciento cuatro! ¡Ciento cinco! —gritaba sin parar.

Los tres jóvenes se mantuvieron de pie en lo que lo observaban. Wendy fue a acercarse a donde el joven, no sin antes advertirles a los otros dos que no lo miraran a los ojos pues de lo contrario empezarían a obedecer de forma automática, tal y como le había ocurrido a Leeroy.

—General, ¿se encuentra bien? —preguntó Wendy sabiendo que debía estar sangrando aún. Deseaba poder acercarse a él para poder llevarlo a la enfermería.

—¡Ciento ochenta y uno! ¡Ciento ochenta y dos! ¡Ciento ochenta y tres! —continuaba éste gritando.

—¡General!

Los Inclusivos y la mansión escondida | #1 © [Completa]Where stories live. Discover now