Capítulo 10. Fracaso

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La playa es, sin duda alguna, una de las opciones más populares para el turismo. Permite a los seres humanos entrar en contacto con el mar, realizar actividades relajadoras, descansar y estar expuestos al aire libre. Incluso, se puede admirar los miles de arrecifes y abundante vida marina. Cada playa es un paraíso. Así lo sentía Laurie, quien decidió era momento de tomarse un tiempo de relajación luego de haber fallado en su última misión. No pudo atrapar a la joven Ayla ni mucho menos traer su cadáver. Estaba molesta consigo misma por haber fracasado. Había sido advertida del desenlace de su compañera Amir, y estaba consciente de lo que le iba a ocurrir lo mismo a ella. Pero antes de que el jefe la castigara, o peor aún, la desapareciera del planeta, prefirió disfrutar de una buena experiencia en el exterior. 

Recostada en una silla de playa, con unas gafas que moldeaban casi toda su cara, y con su pelo rojo siendo sacudido por la brisa que hacía en el lugar, esperaba la llegada de su compañero quien había ido a comprar unas margaritas. Si éstos iban a ser sus últimos días de vida, se dijeron a sí mismos que los pasarían en grande. Tomó su tiempo para apreciar el ruido de las olas y las risas de los niños mientras intentaban crear un castillo de arena. Sonrió al ver tanta alegría y serenidad y pensó que había perdido la mayor parte de su vida con situaciones tristes y dolorosas. Detestaba su actual vida, pero a su vez le gustaba la adrenalina de poder morir en cualquier instante.

Mientras Laurie observaba a las diversas familias disfrutar de la playa, se percató que su compañero regresaba con las bebidas alcohólicas en mano. Sin embargo, no estaba solo. La joven del pelo plateado andaba a su lado. «¿Qué querrá ahora esta intrusa?», pensó. Se quedó recostada de su silla de playa, aún con sus gafas oscuras puestas, y los miró acercándose a ella. Una vez estuvieron bastante cerca, su compañero le extendió su bebida. Los recién llegados se sentaron uno a cada lado de ella y actuaron como si tuvieran una conversación casual y fueran amigos de toda una vida.

—El jefe no está contento —dijo la joven de pelo plateado.

—¿Y qué va a hacer? ¿Venir hasta acá y matarnos? —preguntó Laurie.

—No retes al jefe —le espetó la joven al momento en que sacaba de su bolsillo un pergamino.

Laurie estaba agotada de los famosos pergaminos. Si fuera por ella los destruiría todos. La joven le entregó el mismo y ésta lo leyó. Luego se lo pasó al hombre que, al leerlo, rió.

—¿Y si cumplimos con lo que dice aquí, el jefe no nos penalizará? —preguntó el hombre con curiosidad.

—Esa petición no está escrita en el pergamino —respondió la joven.

Laurie, molesta, le arrebató el pergamino a su compañero y se lo entregó a la joven.

—Considéralo hecho —dijo la mujer. El hombre la miró con incredulidad.

—Bien. Espero no volver a vernos pronto —dijo la joven antes de irse lejos de la pareja.

La pareja igualmente se levantó sin comentar nada al respecto. Caminaron sobre la arena caliente, con sus margaritas en mano y se dirigieron al estacionamiento. Allí se acercaron a un carro rojo que habían robado hacía unos días y se montaron en él. Su nueva misión era casi imposible, y para llegar a cumplirla tenían que realizar un sinnúmero de barbaridades que debían de planificar con anterioridad. Y en ese encargo, no podían fallar. No iban a permitirse otro fracaso. 

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Nota: ¿Cuál será la nueva misión? ¿Tienen alguna idea? :P

Los Inclusivos y la mansión escondida | #1 © [Completa]Where stories live. Discover now