Capítulo 39: Inicio de la oscuridad

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Capítulo 39:
Inicio de la oscuridad

No hay mejor forma de encontrar tranquilidad que estar rodeada de la madre naturaleza

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No hay mejor forma de encontrar tranquilidad que estar rodeada de la madre naturaleza. Aspirar el aire puro que sacude las hojas de los árboles. La cálida luz que acaricia mi piel. Es el mejor lugar para pensar, para dejar volar la mente sin limitaciones.

La humanidad es tan frágil como el pétalo de una flor y al mismo tiempo tan destructiva como un fenómeno de la naturaleza. Estuve viendo algunas imágenes de cómo era el mundo antes de que mi muerte y la de seis jóvenes más lo cambiaran todo. Y sí, era muy diferente a como es ahora, es casi imposible creer que el tipo de vida que tuve ha cambiado para siempre.

El miedo ha dominado a la humanidad, y las libertades que antes tenían las han suprimido ante el temor de caer en las garras de los vástagos, pero es solo una tontería, por más que se escondan ellos terminan alcanzándolos, arrastrando sus almas a las tinieblas. Una actualidad donde las historias y leyendas solo eran un medio de comercio, proyectadas al mundo por distracción. Y ahora cada una de esas historias de leyendas que nadie se imaginó que pudieran ser reales han tomado vida propia, y no solo eso, se han convertido en la salvación de la humanidad, o, mejor dicho, lo que queda de la humanidad.

En lo que concierne a mi muerte, eso es un poco más complicado. Volver a ver las imágenes del expediente de mi propia vida no fue nada fácil, sin embargo, Dimas siempre estuvo ahí, a mi lado. Mi muerte es algo que mi mente ha tratado de revelar desde que desperté, cada una de esas pesadillas es una pieza de un rompecabezas.

Ya algunas han encontrado su lugar, relevando mi agonía antes de morir, mi desesperación al no saber por qué a mí, luego esa mujer y su desafiante voz, sus preguntas... y el último detalle, mi garganta abierta. Por eso el horror que desataron las gotas de sangre sobre mí, aquel día en el comedor, las voces, el tormento de la muerte. Mi muerte.

Lo que aún no alcanzo a unir es ese tiempo entre mi muerte y mi regreso. Tengo una teoría al respecto, pero la dejaré para después, para cuando esos recuerdos estén más claros para mí. Mi vida antes de haber muerto sigue estando oculto en alguna parte de mi cabeza, y como no hay nada que pueda recordar preferí no saber. Por ahora solo necesito digerir la poca información que poseo. Se dice que el tiempo de Dios es perfecto; comienzo a pensar que es cierto. A Dimas le ha funcionado, él ha sido el primero en volver, y han pasado más de cuatro años desde su regreso. Tiene la apariencia de un joven de alrededor de veintiún años, aunque murió a la edad de diecisiete, al igual que yo.

Su historia es bastante diferente a la mía, los pocos recuerdos que tengo me hacen llegar a esa conclusión. Su hermana gemela murió, y no pudo hacer nada aun cuando podía hacer de todo. Saber la verdad no lo salvó de la muerte. Su retorno a esta vida no fue muy diferente a la mía, recuerdos escabrosos que nos perseguirán por el resto de nuestras vidas, unos recuerdos que para mí no están tan claros pero que para él siempre han sido completos y reales. Desde el momento que despertó, todo estuvo claro en su mente. Pero solo Geraldine conocía su verdad, su procedencia. En cambio, todos en la academia solo conocían parte de su pasado, como la muerte de su hermana. Ahora tiene que enfrentar nuevamente todos esos malos recuerdos para que Romina los pueda comprender, sin juzgarlo.

Renacer. Luz de Medianoche (libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora