Monster. (Louis Tomlinson y Liam Payne) Tercera temporada.

Capítulo 1

MONSTER

4 meses, como pasa el tiempo. Me levanto yo la primera, los niños duermen y aprovecho para recoger las cartas del buzón. Después de haber perdido la empresa de mi padre apenas tenemos dinero... Apenas llegamos a fin de mes. Al no tener todo los estudios terminados nadie me llama para ir a trabajar y la verdad, estamos fatal. Liam por su parte ha intentado volver a trabajar en algún otro sitio... Y consigue dinero gracias al narcotrafico. Ambos sabemos que está fatal, pero al menos esos 200 o 300 euros que conseguimos podenos utilizarlos para comprarle cosas a los niños. Cojo las cartas. Hay una del juzgado, cuando entro Liam ya ha bajado y mira mi cara de terror.

-¿Qué pasa?-Susurra.

-Pro... Protección de menores...

-¿QUÉ?-GRita.-¿Qué dice?

-Si en dos meses no hemos conseguido almenos uno de los dos un trabajo... Los niños serán llevados a un centro quitandonos la custodia definitiva.

-Dios...-Se sienta en el sillón y se restriega los ojos.

-¿Cómo hemos podido llegar a estos extremos?-Digo con lágrimas en los ojos.

-No sé... ¡NO SÉ!-Se levanta y empieza a caminar de un lado al otro.

-Mi amor...-Digo intentando abrazarlo.- Hay algo que no te he contado.

-¿El qué?-Dice intentando calmarse.

-Me han ofrecido un trabajo... Como bailarina en un antro de noche.

No contesta y se limita a pasar grandes segundos mirándome. Respirando acelerado. A mí la idea no me agradó, pero el miedo a que mis hijos pasen hambre. El miedo a que me los arrebaten de las manos me duele.

-No, rotundamente no.

-Sé que a primera vista parece una mala idea, pero cobraría algo así como 600 euros. Más lo que tú ganes...

-Me niego a que los cerdos esos vean a mi mujer en lencería... Llamaré a mi padre.

-Nuestros padres también andan mal de dinero... Ya nos han dado bastante.

-Pues a mis hermanas... -Suspira.- No quiero que trabajes en eso.

-Liam... Tus hermanas podrán ayudarnos un mes, dos... Pero no toda la vida... No haré nada que tú no quieras, pero piensatelo.

Suspira, besa mi frente y me abraza.-Será el último remedio.

Un llanto empieza a sonar desde la habitación de los niños. Ambos sonreímos, ellos son nuestra razón de vivir, ellos son los que alegran nuestros días. Nuestros hijos.

-Charlie, seguro...-Dice separándose de mí.

-No, es David.

-Imposible. Siempre suele ser Charlie.

-Pues hoy es David...

-Veamos...

Subimos las escaleras casi corriendo, entramos en la pequeña habitación con dos cunas en color azul. Miramos las dos y lloraba David.

-Lo ves, es intuición materna.-Le sonrío y sujeto al pequeño en mis manos.

-Es suerte.

-No, es intuición...-Suspiro.- Dale... Dale el biberón tú.