¿Qué pasaría si nuestro pequeño Zamasu, joven aprendiz a kaio del Universo 10 comenzara a desarrollar unos sentimientos que están en contra de sus propias creencias?
En esa situación se encontraba desde que cierta criatura llegó al planeta Shin - Jh...
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Después de aquel mágico momento que abmos disfrutaron en una de las tantas habitaciones del palacio del dios destructor Bills - sama, decidieron regresar al planeta supremo sin dar ningún tipo de explicación.
Querían que todo regresara a la normalidad lo antes posible. Antes de irse, __ dió las gracias a Wiss por todo, fundiéndose con él en un tierno abrazo.
Yuka lloró como una loca al verla regresar en buen estado. La morena se sintió culpable por su estado, y fue ahí cuando entendió todo lo que la querían. Tampoco debía ser tan dura con Gowasu, pues en el fondo de su corazón sabía que siempre había evitado sufrimiento innecesario en ella, aunque alguna vez se equivocara.
Por ello, nada más poner un pie de nuevo en el templo, se dirigió a paso firme hacia el despacho del honorable kaio. Abrió la puerta sin llamar y se abalanzó en sus brazos.
Arrepentida por su comportamiento, suplicó su perdón mientras no podía reprimir sus lágrimas. Gowasu sonrió agradecido por aquellas palabras, y correspondió su abrazo mientras acariciaba suavemente su cabellera.
Sin embargo, desde que llegaron, tanto Zamasu como __ se mantuvieron distantes el uno del otro. A cada mirada que cruzaban, un desvío de la misma, acompañada con un sonrojo se hacía presente. Sentían sus corazones latir fuertemente, aquella sensación que únicamente dos personas enamoradas entienden.
Volver a recordar cada roce, cada caricia, beso o mordida que marcaron ambos cuerpos los hacía estremecerse. ¿Acaso todo acabaría como un simple sueño?
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__ se encontraba inquieta aquella noche. Durante mas de tres horas había tratado de conciliar el sueño, pero todos aquellos recuerdos de Zamasu se lo impedían.
Era algo tan sumamente extraño ... ella podía afirmar que al recordarlo lo sentía como si lo estuviera volviendo a vivir. Ella sabia que lo amaba.
Se había entregado a el, y de eso, nunca se iba a arrepentir.
Tras dar un par de vueltas mas en la cama y no conseguir dormir, frotó ligeramente sus ojos y se sentó con cuidado sobre su cama. Dirigió su mirada a sus compañeras, las cuales dormían plácidamente. Ello provocó un gran suspiro de su parte, pues las envidiaba en ese momento.
