Capítulo 30

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Vergüenza, emoción, ansiedad... Todo se arremolina en mi pecho en ese momento y, a propósito, empujo mi cuerpo contra él un poco más. En respuesta, las caderas del hombre que trata de dormir detrás de mí, se aprietan contra las mías y, entonces, la mano que descansa en mi cintura, se eleva hasta ahuecar uno de mis pechos.

Mi respiración se atasca en mi garganta en ese momento, y cierro los ojos.

Estoy completamente desnuda. Él también lo está.

La realización de ese hecho no hace más que crear en mi vientre un nudo de anticipación. Un nudo de emociones encontradas provocado por los recuerdos de lo ocurrido anoche.

Un escalofrío me recorre entera en ese momento y, presa de una sensación vertiginosa de poder y control, me acurruco todavía más cerca.


—Si sigues haciendo eso —la voz enronquecida de Gael susurra en mi oído. Toda la carne de mi cuello se eriza al instante—, vas a meterte en problemas.

Una sonrisa desvergonzada, ansiosa y eufórica se apodera de mis labios en ese instante y, haciendo acopio de la determinación y el valor que se ha apoderado de mí, me giro sobre mi eje, de modo que quedo de frente a él. Entonces, sin siquiera darme tiempo de arrepentirme o de pensarlo dos veces, deslizo una mano entre nuestros cuerpos para ahuecar su miembro entre mis dedos.

Los ojos de Gael se abren en ese momento y me miran fijo.

La hinchazón en su mirada, aunada al desastre ondulado que es su cabello y al aspecto relajado de su rostro, le da un aspecto vulnerable. Completamente distinto al que suele proyectar.

—A ti te encanta tentar a tu suerte, ¿no es así? —dice, y sé que trata de sonar fresco e imperturbable; sin embargo, el ligero temblor en su voz delata lo mucho que está costándole mantener la compostura en este momento.

—Y a ti te encanta amenazarme —susurro de vuelta.

Una sonrisa se desliza en sus labios.

Gael cierra los ojos cuando mi mano empieza a acariciarle con lentitud y el gesto que esboza en ese momento es tan maravilloso, como satisfactorio.

—Ayer estaba decidido a no comprometer tu virtud, pero estoy a nada de darme por vencido; así que, si no quieres que esto termine de un modo irresponsable, te recomiendo que dejes de torturarme —dice, casi sin aliento y mi sonrisa se ensancha un poco más.

—¿Esto es una tortura para ti? —digo, en el tono más inocente que puedo imprimir, y una pequeña risa se le escapa.

—Lo es cuando sé que no podré hacerte mía —dice, al tiempo que cuela una de sus manos entre nuestros cuerpos para detenerme.

Una vez que se ha apoderado de mi muñeca, me aparta con suavidad. En el proceso, esbozo un puchero infantil. Él abre los ojos justo a tiempo para mirarlo y ríe un poco más.

—Qué aburrido eres —mascullo, en medio de un quejido, pero no hablo en serio.

Gael arquea una ceja con arrogancia.

—¿Aburrido, dices? —bufa—. Soy la persona más interesante en el jodido universo, Tamara Herrán.

Ruedo los ojos al cielo, al tiempo que me deshago de su agarre en mi muñeca y envuelvo mis brazos alrededor de su cuello en un abrazo meloso. Él, en respuesta, envuelve uno de los suyos en mi cintura y tira de mí, de modo que su abdomen ha quedado pegado al mío.

—Lamento informártelo, Gael, pero eres un hombre bastante aburrido —bromeo, al tiempo que esbozo una sonrisa condescendiente, solo para molestarlo un poco más—. Tienes suerte de que me gustes tanto. Si no, ahora mismo no estaría aquí contigo.

MAGNATE © ¡A la venta en Amazon!Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt