bien hija, algo ocupado, pero y tu como has estado.

-extrañándote, y con muchas preguntas.

¿Qué clase de preguntas nena?

acerca de mamá, ¿Cómo se llama?, ¿Por qué se fue?, ¿has sabido algo de ella durante estos años?

querida, eso es un tema complicado para hablarlo por teléfono. ¿no crees? -ruedo los ojos. —si lo sé, pero es la única forma de tener respuestas.

hija ahora no es el momento. Luego te daré las respuestas que quieras. Debo volver al trabajo. te quiero. -finaliza la llamada antes de que pueda despedirme.

¿Qué te ha dicho? -pregunta mi madrina. —nada. -respondo cortante y vuelvo a mi habitación. tomo una chamarra y mi teléfono y salgo. mi madrina esta concentrada en su lectura y ni cuanta se da que voy a salir.

Cuando estoy fuera comienzo a caminar y es entonces que veo algo en el suelo, me agacho a recogerlo, para darme cuanta que es la medilla de Lunita.

Ambar. -levanto mi vista y ahí está, trae una polera negra y un jean, su cabello despeinado, y me mira fijamente. —¿Qué haces con la medallita de Luna? -pregunta, su tono de voz es bastante duro.

acabo de encontrármela. -la pongo en sus dedos y él se tensa de inmediato. —la encontraste Simón. -dice Luna feliz cuando la ve.

de hecho, la encontró Ambar. -dice y ella se queda viéndome. —gracias Ambar.

no es nada. -digo y empiezo a caminar en dirección al Roller, por suerte ellos se quedan. Estuve tan cerca de saber si la medallita de Lunita encaja con la que yo tengo.

Pocos minutos después estoy llegando al Roller, no he podido dejar de pensar en la extraña y corta conversación que tuve con mi padre, ¿Qué será lo que oculta? Tengo miedo de descubrirlo.

—Ambar. -giro sobre mis talones y me encuentro a Pedro. —hola Pedro.

-es un gusto verte de nuevo, Luna nos contó que él doctor te dejo volver a patinar.

si, aunque de nada sirve si no voy a poder competir.

-si, lo siento mucho. -recuerdo la ultima vez que hable con pedro y entonces decido preguntarle acerca de eso. —¿le dijiste a Simón lo de Luna?

no me atreví, Simón es mi amigo y no quiero que sufra, seguí tu consejo y lo deje pasar.

me alegra que lo hayas hecho, nos vemos luego. -sigo mi camino hacía dentro mientras no dejo de pensar en que ahora todo mundo cree tener el derecho de hablarme por culpa de Simón.

Hay varios chicos patinando entre ellos, Mateo y el chico con el que patine aquella vez, yo simplemente los veo hacerlo, aun no me atrevo a subirme a los patines, así que solo estaré aquí sentada viendo como pasan las horas.

Después de varios minutos, Manuel se acerca a mí.

que hace una diosa de los patines viéndonos patinar en vez de deslumbrarnos con su talento. -me ruborizo. —tuve un accidente y por ahora no quiero patinar.

¿Qué fue lo que paso?

es una larga historia. -él sonríe. —yo tengo todo el tiempo del mundo.

umm. -sigue hablando. —podemos tomarnos un licuado mientras me cuentas, eso si tu noviecito no se enoja.

no tengo novio. -digo y bajo la mirada un poco. —mucho mejor, entonces ¿Qué dices?

si esta bien. -él sonríe. -ven acompáñame a quitarme los patines. -yo asiento y voy detrás de él. Después de unos minutos estamos esperando a que Nico que se digne a llegar con nuestro pedido, mientras yo le cuento acerca del accidente.

es una pena que no puedas competir, eres muy buena. -me sonrojo. —ha pues gracias.

y como es que una chica tan linda como tú no tiene novio.

hace poco termine con él.

con el chico este que estaba celoso. -pregunta. —no, él y yo solo éramos amigos. -en ese momento llega Simón con nuestro pedido.

palomitas y dos licuados. -dice mientras deja las cosas en la mesa, sin mirarnos. —muchas gracias. -dice Manuel, entonces Simón se fija en nosotros y me mira algo enojado, pero yo no digo ni hago nada.

¿algo más? -pregunta. —no gracias, puede irte. -me sorprendió la forma en como lo dijo, más no le di mucha importancia, Simón rueda  los ojos y se va, aun se me hace raro ver ese gesto en él.

está celoso. -dice ganando mi atención. —yo también lo estaría, con una chica tan linda como tú.

Estuvimos platicando por un buen rato, Simón estuvo merodeando casi todo el tiempo, aunque siempre tratando de que yo no me diese cuenta.


te acompaño a tu casa, no voy a dejar que camines solita por estas calles. -dice cuando  me despido. Hemos pasado un largo tiempo platicando y se ha oscurecido.

vale acepto tu ofrecimiento. -tomo mi cartera y acompañada por él salimos del Roller. —¿Por qué tu familia decidió venirse a vivir a Argentina? -pregunto para cortar el incomodo silencio que se creó entre nosotros.

mi padre tiene negocios aquí, y en Brasil, para él era mucho más fácil tenernos aquí que en Colombia. ¿tu vives con tus padres?

no. -respondo lo bastante seria como para que sepa que no me apetece hablar de eso. —te confieso algo. -yo asiento.

siento que te he visto en algún otro lugar. -yo me quedo viéndolo. —umm, no creo. -digo y este sonríe.

De pronto aparece Simón de la nada...

El Mismo Corazón... (Simbar)Onde as histórias ganham vida. Descobre agora