Mundo muggle: S11 - 08:48 am

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Eran las seis de la mañana y Hermione, en su hogar ubicado en Tampa, Florida, desde las cuatro que estaba sin poder dormir. Rose, su pequeña hija, no se había sentido bien. Lloraba y despertaba a cada instante, no lograba conciliar el sueño. Tenía a la pequeña de un año de vida en brazos dándole una mamadera de leche con avena, la niña no tenía fiebre, y al parecer el estómago estaba bien. Así que pensó que podría ser un estado gripal. Lamentablemente ella no podría llevarla al médico, justo ese día debía rendir un examen en la academia, así que le pediría a su madre que lo hiciera. Eso la deprimía mucho, eran aquellos momentos que en que sentía que debía estar al lado de su pequeña, pero debía ser fuerte y aprender que algunas cosas tenía que postergar o delegar, por el bien superior de su hija. Algún día lo entendería.

—Hijita mía, ¿qué te duele? —preguntó mientras mecía a Rose en sus brazos. La niña la abrazó muy fuerte, pero no lloraba—. Ya, mi bebé, tranquilita... Tate te llevará al doctor ¿sí? —con ese nombre Rose se refería a su abuela, Jean. Momento en el que esta última entró en la habitación, vestía su habitual bata de levantarse, pantuflas y con un par de ondas de plástico en la cabeza para peinar su flequillo.

—¿Está enferma? Te he escuchado pasearte y hablar con ella.

—No ha dormido bien, mamá. Llora, se despierta, me abraza... ¡No sé qué tiene!

—Me debiste haber avisado apenas empezó.

—No te quise molestar, mamá.

—Hermione Jean, soy tu mamá y por tanto también mamá de Rose, y me preocupa todo lo que les pase. Venga, dámela y tú vete a arreglar para que no llegues tarde a la academia. Yo misma la llevaré al médico a eso de las ocho de la mañana. El doctor Sanders comienza con su consulta temprano, ya que se va al hospital al medio día y es muy buen pediatra.

—Gracias, mamá.

A las siete de la mañana Hermione salió de su casa rumbo a la academia de policía de Tampa. Vestía su uniforme de cadete que consistía en pantalón y camisa de color azul profundo y corbata al tono, botas de cuero altas, con puntilla de acero, y una gorra. El uniforme también incluía una insignia de metal del Cuerpo de Policía de Florida.

Mientras tomaba un taxi, sentía que no estaba actuando correctamente. Ella debía quedarse con su pequeña, pero no podía estar en dos partes a la vez. Se sentía angustiada y nerviosa. Rose, como nunca, había llorado durante la mañana y no la dejaba salir. Sentía que se le partía el alma al dejar a su hija ya que de tanto llanto, a la niña se le había subido la temperatura. En la academia eran muy estrictos con eso de los permisos, pero de todas formas lo intentaría. Apenas terminara la prueba, solicitaría salir del establecimiento para ver a su hija, ante todo, era madre.

Al llegar, sus amigos ya la estaban esperando en las escaleras del acceso principal.

—Pensamos que no llegarías —dijo Hans entregándole una pequeña bolsa de papel en cuyo interior había una hamburguesa—. Ten, come algo. Estoy seguro que no has desayunado.

—No tengo hambre, gracias —respondió, aunque recibió el alimento.

—Tú nunca tienes hambre, pero sucede que hoy se nos viene muy pesado. Luego de la prueba, tenemos la clase de yudo. Y tú, ya conoces al instructor... ¿qué te ocurre? —preguntó al notar que Jean había bajado los hombros y había hecho una pequeña mueca con su boca.

—Mi hijita, está enferma y me tiene muy preocupada.

—Oh, cuánto lo siento. ¿Tu madre la llevará al médico? —Mary Ann se acercó a su lado.

Ojos de Angel I - El Inicio (Draco & Hermione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora