Misiva

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Tú, mi aliento eres tú, mis ojos en la niebla... mi luna llena.
Tú, mi amor de anochecer, el sol en mi ventana cada mañana
y más que amante eres amor y tu mirada es la sonrisa de Mona Lisa
.
Más, eres todo y mucho más mi forma de vivir mi principio y fin
.




Draco estaba acostado de lado mirando cómo Hermione dormía... su cabello estaba desparramado por la almohada y su rostro angelical tenía una ligera sonrisa que hubiera resultado un especial deleite en una obra de Da Vinci. Era tan bella, que podría jurar que era irreal. Dormía como una niña. Su piel era suave y había sido de él. Solo de él, siempre de él...

Si hubiera sabido que esa niña de cabello enmarañado que tanto odió en primer grado y a la que en cuarto le había hecho crecer los dientes, iba a ser la mujer de su vida, no lo había creído y si en quinto le hubieran dicho que ella sería la última mujer de su vida y que después no habría otra, lo habría analizado. Porque desde esa época ya Hermione, o la «sangre sucia» como tan cruelmente le decía, le llamaba la atención y la mejor forma, según su mentalidad adolescente y teniendo un padre tan ejemplar como Lucius Malfoy, resultaba esa ser la mejor forma de acercamiento. ¡Qué tonto! Si no hubiera actuado así, era muy posible que hacía años hubieran estado juntos. Pero en aquel tiempo era imposible pensar en ella como algo que no fuera más que un objeto para odiar. Su padre, sus ideas míticas y estúpidas de la pureza de la sangre, el odio hacia los muggles, odio a los hijos de muggles. Si él hubiera reconocido que sentía cierta admiración por Granger, lo habría repudiado y muy posiblemente habría conocido desde antes la maldición Cruciatus, de la cual se había hecho asiduo gracias a su querido padre y su amada tía Bellatrix.

—Hace rato me miras y no me dices nada.

—No te quería despertar.

—Tu respiración se hace fuerte cuando piensas mucho... ¿lo sabías?

—Mi respiración se hace fuerte cuando pienso en ti... —dijo mientras la acurrucaba en su pecho—. ¿Cómo te sientes?

—Bien. ¿Por qué lo preguntas?

—Hermione, es la primera vez que haces el amor y es la primera vez que yo lo hago con una chica virgen — Hermione sintió que su cara le ardía. Agradecía que no la estuviera mirando, pero su corazón la traicionó ya que comenzó a latir muy fuerte—. Si no quieres hablar, no te preocupes. Solo quiero saber si estás bien.

—Sí, lo estoy —añadió con voz suave.

—Mírame —levantó su rostro y no pudo evitar mostrar sus ojos empañados—. Nunca me tengas vergüenza. Soy otro Hermione Granger... alguien te ama a ti, a tu pelo, a tus celos, a tus gritos... y como te amo tanto, no puedo dejar de preguntar si te sientes bien.

—Draco, me siento bien.

—¿Segura? ¿No hay dolor u otra cosa que...?

—Si me sale una cola verde o unas astas azules por haber hecho el amor, te aviso.

—Pues todavía no te salen —sonrió mirándole la cabeza.

—¿Viste? Tranquilo, que me siento bien.

—Entonces hay que trabajar para que aparezcan esas astas azules.

—¿Qué? —pero no se alcanzó a dar cuenta cuando Draco nuevamente estaba sobre ella. El trabajo primero ya está hecho: ninguno de los dos tenía pijama puesto, así que lo siguió en ese momento, duró todo el día.

Ojos de Angel I - El Inicio (Draco & Hermione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora