Abrázame muy fuerte

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Era día sábado. Estaba lluvioso y frío. Siete días sin saber nada de Draco. Durante todo ese tiempo, Hermione se había levantado y puesto su oreja en la puerta de él, pero no escuchaba nada. Ese día estaba decidida a averiguar qué le ocurrió al «hurón infiel» que por un par de días fue su novio.

—Draco, ¿estás ahí? Draco, contéstame, debemos hablar —giró la perilla de la puerta y esta se abrió de inmediato. Pero era evidente que esa cama hacía días que no había sido utilizada. Observó una toalla negra doblada a los pies. Era la famosa toalla que aquél día estaba en el piso mientras Pansy se lo comía a besos...

Avanzó unos pasos y observó que esa habitación estaba sin haber sido usada, incluso pudo advertir que el ropero estaba casi vacío. Solo colgaban algunos uniformes del colegio y un par de capas de Slytherin. Draco se había ido. Respiró profundo y una enorme tristeza la invadió. Sintió ganas de gritar, pero no sabía si de rabia o de pena... avanzó hasta un mueble de cajones que estaba frente a la cama, sobre él había varios chiches: recuerdos, figuras, plumas y una carta. Sabía que no debía leer la correspondencia ajena, pero esta era una ocasión especial. Su novio, o más bien, su ex–novio, estaba desaparecido. La abrió de inmediato y leyó su contenido. Ahora sabía con quién debía ir a hablar. La profesora McGonagall siempre la había apoyado y era posible que ahora ella le diera una pista del paradero de Draco.

Salió de inmediato de la Torre y bajó corriendo los escalones, debía ir a la oficina de la Directora. Al llegar al piso de abajo, Luna la aguardaba.

—Te he estado esperando. Tengo que contarte algo, ya que hace días que he buscado, pero se me ha hecho imposible encontrarte.

—Luego, Luna, debo ir donde la Profesora McGonagall —intentaba avanzar pero su amiga le tomó el brazo.

—Es importante.

—Luego.

—¡No, ahora! Se trata de Malfoy —dijo seria. Al ver el rostro de Luna, Hermione se desconcertó.

—¿Qué ocurre con él?

—Ven, acompáñame.

—Como digas —hubiera querido ir donde la Directora, pero al parecer la información que tenía Luna sobre Draco era tanto o más importante que la que le podría sacar a McGonagall.

Se sentaron en una banca del pasillo del primer piso del castillo. Acto seguido, Luna procedió a relatarle lo que escuchó en el baño de chicas hacía unos días. Hermione se quedó muda. Draco le había dicho la verdad. Todo resultó ser un plan urdido por la víbora de Parkinson. ¡Pero él debía entenderla! ¡Él nunca se había portado bien con ella! ¿Cómo iba a creerle si la situación era tan comprometedora?

—Yo, lo único que te puedo decir Hermione, es que si optaste por tener de novio a Malfoy, debes confiar en él. Todos sabemos que ha cambiado que ya no es mortífago, que dejó de serlo hace meses y su actitud es distinta. Tan distinta que se le ve sonriente, que te tiene a ti como novia. Deberías confiar más en él, creo yo. Bien, te dejo. Debo ir a clases. Tú también deberías.

—Gracias por lo que me has dicho. Debo ir a ver a la directora antes de ir a clases.

Luna se retiró satisfecha y, entre corriendo y danzando, avanzó hacia el aula de clases, mientras que Hermione emprendió rumbo hacia la oficina de la Directora.

Golpeó la puerta y al instante la profesora le contestó: —Adelante, señorita Granger— Hermione ingresó y pudo observar a su Directora detrás del escritorio en medio de pergaminos y libros grandes de registros.

—Buenos días Directora, perdón que venga a esta hora.

—Debería estar en clases, señorita Granger.

Ojos de Angel I - El Inicio (Draco & Hermione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora