Capítulo 32

100 10 10
                                    

EDDIE:

Me desperté con el adictivo olor a perfume caro, un aroma que en los últimos tres años me había creado una adicción y es que, tenía asumido que daba igual cuántos años tuvieran que pasar, el olor de Fran siempre iba a lograr hacerme perder la cabeza.

Me encontraba tan mareado que parecía que todo daba vultas y el solo pensar en lo que me esperaba cuando Fran apareciera me creaba escalofríos por lo que me escondí entre las sábanas y evité abrir los ojos porque sabía que encuanto los abriera me encontraría en el lugar que menos quería estar.

Al principio volví a recordar el dolor que sentía cada vez que pensaba en nuestra ruptura pero poco a poco mis pensamientos se desviaron a una importante pregunta: ¿Qué narices había echo la noche anterior y cómo había acabado en la casa de Fran? Nada más terminar de formular la pregunta en mi mente comencé a revisar todo mi cuerpo bajo las sábanas. Tenía el pijama de Fran que siempre usaba cuando me quedaba a dormir en su casa (aunque era extraño que usara pijama) era el más pequeño que tenía pero aún así me quedaba enorme. Me centré sobretodo en el pecho y palpé mi cuello en busca de posibles marcas que aquél pervertido me pudiera hacer pero por suerte no tenía nada así que una pequeña parte de mi conciencia pudo descansar y es que, por mucho que me gustara Fran, había asumido que ahora sólo teníamos una relación de jefe y empleado.

Me quedé bajo las sábanas alrededorde cinco minutos intentando recordar algo de la noche anterior antes de escuchar como la puerta se abría haciendo que todos mi cuerpo se extremeciera. Era hora de enfrentarme a Fran.

-Eddie, tengo que hablar contigo.

Su voz sonó tan seria y fría como siempre y, por muy mal que parezca, lo adoraba,  pero no estaba preparado para hablarle por lo que intenté no salir de las sábanas y hacer como si seguía dormido aunque era consciente de que en algún momento tenía que salir.

-Sé que estás despierto.

En ese momento pensé en seguir escondido pero preferí parecer alguien igual de serio que él antes que un niño por lo que reuní fuerzas y salí de las sábanas pero no hablé, simplemente me límite  a mirar al lado contrario y observar el azulado cielo a través del gigantesco ventanal.

-Escúchame, por favor.

No quería responderle pero volvería a sacar el tema y antes de que lo hiciera él prefería hacerlo yo.

-¿Escuchar el qué, Fran?

Dije con tono serio y decidido.

-Malentendiste lo que te dije el otro día.

-¡No lo malentendí!

Era un defecto mío pero no quería escucharle, no lo necesitaba por lo que continúe hablando.

-No tengo ni idea de cómo he acabado aquí pero no tengo nada que escuchar. Dijiste todo lo que necesitaba para entenderlo perfectamente así que no te preocupes, encuanto pueda me voy de esta maldita ciudad.

Mientras Fran se tapaba los ojos, seguramente reuniendo paciencia, me levanté y caminé hacia su armario donde tenía unos cuantos cambios de ropa. Agarré unos jeans rotos, un jersey blanco y caminé hacia el baño de la habitación.

-Me voy a vestir. No entres.

Fue lo último que dije antes de cerrar la puerta y echar el cerrojo. Suspiré y me coloqué frente al espejo. La resaca y mi mala alimentación y descanso durante la semana pasada hacían marca en mi aspecto: las ojeras negras se hacían presentes en mis párpados, mis mofletes no tenían un brillo lleno de vida, era más como si estuvieran enrrojecidos por algún resfriado (posiblemente por la resaca) y el tono pálido de piel me hacían parecer desesperado por vitaminas pero no me sorprendía mi aspecto, es más, era perfectamente consciente de que estaba mal.

Enamorado de un chico de compañía (Primera Parte)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant