Capítulo 24

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Eddie:

Pasaron los días y mi relación con Fran no pareció cambiar. Sabía que me observaba, sobretodo cuando me juntaba con Luka en los descansos, pero no se acercaba a mí, simplemente se dedicaba a seguir con lo suyo. Sin embargo, mis sentimientos no paraban de avanzar, es más, en ocasiones quería que se acercara a mí para decirme cualquier cosa, aunque fuera una orden porque quería escuchar su voz y sentir que estaba pendiente de mí.

Intenté varias veces concienciarme de que era imposible que me gustaran los hombres, decía: "Está bien, no me gusta el sexo. Pero es porque no me gusta esa parte del amor" o "Es solo una racha, enseguida dejaré estos extraños sentimientos". Pero yo mismo me había dado cuenta de que eran simples escusas y es que, de algún modo, me sentía atraído por Fran, ya sea sexual o interiormente, pero me sentía atraído.

-Eddie.

La voz grave que tanto deseaba escuchar sonó a mis espaldas, fue entonces cuando me giré y le vi. Su pelo moreno brillaba bajo la luz artificial y sus ojos castaños dejaban a la vista unas ojeras no demasiado marcadas de un color ceniza.

Sin rechistar me acerqué a él y juntos caminamos hasta la cocina, para mí, el despacho oficial.

-¿Para qué me has llamado?

-El lunes necesito que te encarges de la cafetería. Voy a faltar todo el día.

Su voz sonaba cansada.

-Claro, ¿Te vas de viaje o algo?

Quizás sonaba demasiado entrometido pero quería hablar con él solo un poco más. Por suerte, no pareció tomarse mal mi pregunta y me respondió sin problema.

-Llevo varios días sin poder dormir, la doctora me ha recetado unas pastillas y reposo.

A pesar de su agotamiento se le notaba cierto toque de brusquedad en la voz, lo que no terminaba de agradarme.

-Entonces será mejor que descanses.

-El domingo pásate por mi casa, para entonces tendré la copia de la llave para que puedas abrir la cafetería. Así te puedo dejar a cargo cualquier día sin problema.

Sus palabras me dejaron inmóvil. ¿Tenía que ir a su casa?¿No había otra forma? Bueno... era viernes y estabamos trabajado pero de todas formas... vale, no había otra manera, pero entrar de nuevo a ese apartamento me creaba auténtico pánico. Fran era capaz de hacer cualquier cosa en su terreno.

-Bien, entonces... me pasaré después de la hora de la comida.

-No tardes mucho. Puedes volver a tu turno.

Abandoné la cocina a la vez que Luka entraba con una bandeja llena de platos sucios, escuché a nuestro jefe decir su nombre, seguramente para decirle lo del lunes y automáticamente aprecié los temblores de mi compañero, quien todavía desconfiaba de Fran. A él si que le daría auténtico pánico ir a su apartamento...

*    *    *

Los días pasaron a toda velocidad, la noche anterior había ensayado inútilmente un pequeño diálogo que me ayudaría a mantenerme distante con Fran pero, obviamente, era consciente de que no me serviría para nada por lo que no tardé en olvidarlo.

Cuando entré en el bloque subí las escaleras hasta llegar a la puerta de su casa, me sacudí la sudadera verde azulada, la cual había conjuntado con unos vaqueros grises ceñidos, agité mis manos, di unos pequeños saltitos para deshacerme de cualquier resto de nervios y llamé al timbre. Unos segundos después estaba en frente de mi jefe, quien no parecía mucho más descansado. Iba descalzo y vestía una camiseta de manga corta blanca y unos pantalones de pijama grises con dos rayas blancas horizontales en la rodilla.

Enamorado de un chico de compañía (Primera Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora