Capitulo 36

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Lena frunció el ceño y bufó, sin entender nada de lo que ese imbécil decía o, por lo menos, pretendía decir.

—A ti te pagan por ser idiota, ¿verdad? —le preguntó, aunque aquello no sonaba para nada a una pregunta.

El asesino pareció sorprendido y soltó una carcajada. Se subió a la varanilla y comenzó a hacer equilibrio sobre ella.

—No me pagan, por eso robo, y yo no las asesino, si es que te lo preguntabas,Lena por favor, no tengo un trozo de Kiev que llevarme a la boca —dijo con burla.

La chica quiso ir y romperle cada uno de los huesos, empezando por la cabeza, y luego las piernas, ya lo que quedaba era ser creativo.

—Si no tienes dinero prostitúyete —le dijo, con asco.

Él ahogó una risa y se llevó una mano al pecho, como si le hubiesen pegado un tiro, y cayó de la varanilla abajo.

—Ojalá cayera de cabeza el muy petardo —refunfuñó, sabiendo que no le había pasado nada en absoluto.

Volvió a entrar dentro con las manos en los bolsillos y los guantes bien agarrados, y la expresión de mal humor de siempre puesta de nuevo en la cara.

Entró a la escena de crimen. Analizándolo todo. Le faltaba algo. Se le estaba escapando algo.... ¿Qué había dicho ese idiota? Se le había olvidado.

—Romanov —le llamó, llevándose una mano a la barbilla, pensariva—. Quiero que me expliques, según tu criterio qué ha pasado aquí.

Él se subió los lentes y sonrió, como si estuviese esperando ese momento desde hacía años.

—Yo creo que robo con violencia y posteriormente asesinato.

Lena lo miró. Él miró a Lena.

—Fuera de mi vista —le dijo—. Vas a hacerte el gracioso con Dragunov, a mí no me fastidies.

El retrocedió y se disculpó.

—Nessun Dorma entró por la ventana. Robó la joya y al encontrar resistencia golpeó con una vara de hierro a ambos dueños...

—¿Dondé habéis encontrado la vara?

—En el jardín de debajo de la ventana, estaba lleno de cristales, la sangre encontrada coincide con la de la víctima.

Algo no cuadraba. Pero aun no comprendía el qué.

Se acercó a la ventana, con cuidado sacó la cabeza por fuera y miró hacia abajo. En efecto estaba todo lleno de cristales.

—Dijiste que el ladrón entró rompiendo el cristal de la ventana —repitió, alejándose.

—Entonces, ¿por qué los cristales están fuera y no dentro?

Romanov se quedó muy callado, pestañeando. Era verdad. No habían cristales en la habitación. Eso era imposible.

—Vaya, estoy muy lenta hoy, he tardado demasiado —dijo, estirándose—. Vamos, tengo hambre.

Salió de allí y fue directamente a la sala donde estaban todos. La víctima y los policías tomándole declaración.

—A ver, ejem —dijo, llamado la atención de todos—. Lo voy a decir muy rápido, porque me muero por salir de aquí.

Todos la miraron extrañados y ella se apoyó en el escritorio.

—El asesino y ladrón es usted y... No, no me ponga esa cara, y no se atreva a interrumpirme porque estoy de muy mal humor —gruñó y volvió a diriguir la mirada al superintendente—. El muy cerdo golpeó a su padre con la vara, que era la que sujetaba el pedestal de la joya, y luego rompió la ventana con ella tirándola, recreando una entrada muy de película, tengo una pregunta, ¿es usted idiota?

El Asesino de Nessun DormaWhere stories live. Discover now