Capítulo 29

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Lena estaba en su despacho cuando por curiosidad miró el calendario y miró el día que era, suspiró.

Era tradición en Moscu que ese día las mujeres regalen algo al chico que le gusta para atraer su atención, algunos parecían burros en primavera.

Miró a Sasha que estaba sentado en el sillón leyendo un libro y no pudo evitar reir.

-¿Qué pasa? -preguntó sin mirarla.

-Nada, oye, ¿tú no serás alérgico al chocolate por casualidad?

Él desvió la vista del libro y clavó sus frios ojos grises en Lena.

-No, no lo soy.

-Entonces toma -dijo Lena lanzándole una caja de Godivas que estaba guardando-. Pensé que nadie te iba a regalar nada, así que te lo doy porque me das pena

Sasha agarró la caja y sonrió

-Es el quinto hoy, no me lo esperaba de ti, gracias -dijo y sacó una bolsa con más cajas de detrás del sillón

-Si tienes tantos, casanova, devuélvemelo -dijo enfadada

Sashs balanceo la caja de un lado a otro y sonrió de forma malvada, fue a decir algo pero tocaron en la puerta y fue a abrir

Había una chica muy guapa al otro lado, con la piel algo aperlads y ojos grandes y luminosos

-Oh, Sasha, toma -dijo dándole una caja de bombones.

Sasha miró la caja, era una de esas carísimas, enorme además, y luego miró la suya que sujetaba Sasha en la mano, pequeña y barata. Tuvo que reirse ante aquella situación

-Espera, si quieres la mía tendrás que tirar esa -dijo la chica señalando la caja de Lena

Sasha miró la caja y negó con la cabeza

-No pienso tirar esta caja, Olga.

La chica indignada le tiró la caja al suelo y salió corriendo de allí.

Sasha recogió la caja y cerró la puerta

-Que mal genio -susurró

-¿Quién es?

-Olga, una chica que conocí en una cafetería, ahora me echará una maldición como Rasputín.

-¿Maldición?

-Sí, maldición -dijo mientras se sentaba delante de Lena y abría la caja espachurrada-, es bruja.

-¿En serio? -preguntó Lena divertida.

-Sí... ¿Has visto mi pañuelo? -dijo tocándose en los bolsillos.

-No, no lo he visto. ¿Bruja? -dijo riendo -No creo en esas cosas.

-Ya, yo tampoco, pero es una chica bastante siniestra.

Y pasaron los días, el Asesino de Nessun Dorma conseguía su quinto botín en un mes, solo hubieron pocas bajas, pero fue porque la policía tiro sin saber a quién y todos bajo las narices de Lena.

Las cosas no marchaban bien para la detective, ¿qué podía hacer? Ahora todo esto se basaba en una mala comedia para ella. Todo se le venía encima, e iba a explotar.

Él estaba descansando, sentado en un tejado y movía el anillo que acababa de robar en las manos como un niño pequeño. Estaba esperando algo.

No sabía cuánto tiempo tardaría en llegar, pero aun así lo esperaba con ansias.

Su celular empezó a sonar en el bolsillo izquierdo de su gabardina. Número oculto. El corazón empezó a latirle con fuerza. Sí, esto era lo que quería.

Por fin ahora todo comenzaba a tener algo de sentido.

-Hace muchos años te pedimos que terminaras con esto, maldito entrometido -gritó una voz de hombre al otro lado de la llamada, muy enfadado-. No te lo vamos a repetir más. Te queremos fuera de nuestros asuntos. Aléjate de nuestras joyas y de nuestros clientes y deja de matarlos -y colgó.

El Asesino de Nessun Dorma sonrió y se permitió cerrar los ojos un segundo, oyendo como el sonido de las sirenas de la policia se iban alejando cada vez más, hasta ser solamente un mero murmullo en la oscuridad.

Al día siguiente, Romanov corría con una nota en la mano por la calle como un loco bajo la mirada de la gente. Iba con prisas, empujando a todo el que se le ponía delante.

Se tropezó varias veces y estuvo a punto de partirse la cabeza unas seis veces más. ¿Dirección? El despacho de Lena.

Cuando llegó, subió las escaleras con rapidez. No tocó, sino que entró como si estuviera poseído, empujando la puerta.

Para su desgracia, se tropezó con un montón de papeles apilados en el suelo y cayó hacia delante tirándole a Sasha el café por encima.

-La maldición -murmuró Sasha mirándose la camiseta y separándosela del cuerpo, con asco.

-Lo siento, Sasha -dijo Romanov, no muy convencido mientras se ponía en pie-. ¿Dónde está Lena? Es muy importante.

Sasha hizo ademán de buscar su pañuelo en los bolsillos cuando se acordó de que no lo tenía y maldijo por lo bajo.

-Salió hace un rato -explicó-. La llamaron de la comisaría, al parecer era algo urgente. ¿Qué es lo tuyo?

Romanov levantó el papel y lo estiró antes de entregarselo a Sasha.

Él lo miró y leyó rapidamente.

"La Luna Negra", ahora lo ves, ahora no lo ves, dentro del rio rojo"

-¿Y qué es esto?

-¿A parte de un chiste malo? -contestó Romanov- Es una nota del Asesino. Por eso la he traido. Lena tiene que verla -hizo una pausa y puso las manos en forma de súplica-. ¿Se la puedes dar tú?

-Eres tú el chico del café, ¿por qué se la tengo que dar yo?

-Porque se va a enfadar, y no quiero que me grite. Odio que me grite.

Sasha soltó una carcajada y entornó los ojos hacia Romanov.

-Ella siempre está enfadada, no entiendo por qué iba a enfadarse más esta vez.

-Porque hoy... hoy es su cumpleaños.

Sasha levantó una ceja y sonrió, cruzándose de brazos.

-Y seguro que se te ha olvidado comprarle un regalo, ¿verdad Romanov? Peor para mí, que ni siquiera lo sabía, ¿qué querrá?

La puerta se abrió con un fuerte golpe y apareció Sasha, con el moño despeinado y una cara de furia que asustaría hasta a Vladimir Putin.

-Quiero al Asesino de Nessun Dorma, capturado, ante un tribunal, y luego entre rejas -dijo mientras dejaba papeles sobre el escritorio, papeles con la foto y la descripción de todas las joyas que había robado, algunas estaban tachadas y de las personas que habían salido heridas o eran bajas.

-¿Por qué están en rojo? -preguntó Romanov. Sasha se llevó una mano a la boca, para que nadie advirtiera su sonrisa.

-¡Porque las ha devuelto! ¡El muy imbécil las dejó donde estaban antes! Y que se supone que haré con las bajas?? -gritó, para luego pegarle un empujón a Sasha al darse cuenta de su risa.


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El Asesino de Nessun DormaWhere stories live. Discover now