29: Tramposos

1.2K 110 30
                                    

William

La mejor forma de sacarme la frustración es el sexo, pero no con cualquiera. Es la segunda vez que me acuesto con Hanna, pero esta vez no sabe quién soy, lo que le permite disfrutar sin ninguna necesidad de sentirse presa de sus emociones, ni la responsabilidad de ser una seguidora. Esto se siente tan natural que apasiona, me quita el estrés de una forma inexplicable. Estar sobre mi pelirroja es todo lo que necesito y deseo.

No me ve, pero eso no quita que pueda deleitarme con los gestos de su boca y el color de sus mejillas sonrojadas. Sus excitantes gemidos me hacen enloquecer y me demuestran lo mucho que lo disfruta junto a mí. No quisiera parar nunca.

Bajo la intensidad de mis embestidas para aguantar más y las subo cuando creo que puedo controlar lo muy caliente que estoy. Ese bombeo no se detiene, es fuerte, la sensación grata de nuestros cuerpos meneándose al compás del otro e infinidad de movimientos, me hacen perder la noción del tiempo. Tanto es así, que pronto termino acabando y desplomándome sobre ella. Puedo ir su respiración agitada junto con la mía, sus piernas se aferran a mi cintura, pidiendo más. Busca mi boca, ya que con esa cinta no puede verme, así que uno nuestros labios otra vez.

―Hanna ―susurro con esa voz que tiene el aparatito.

Esto es tan raro y excitante –opina S. dentro de mi mente –digo porque creo que no habíamos probado esto antes, ¡Como me calienta! Debimos haberle atado las manos –gruñe con sus fantasías sexuales –que excitante este cuerpecito.

No es sadomasoquismo, es sexo con todo mi amor, no harás nada raro ¿entendido? –lo reprende Will.

¡Ag! Arruinas todo lo divertido del sexo –se queja la voz agresiva.

―¿Fantasma? ―me llama Hanna y busca con sus manos mi rostro, así que las agarro y la guio hasta allí.

―¿Sí?

―Dime tu nombre verdadero ―pide.

―No puedo ―digo en un tono bajo como el que ella está hablando.

―¿Por qué?

―¿Dónde estaría lo excitante? ―sonrío ―Además yo sé que me ibas a delatar ―declaro.

―¿Lo sabes? ¿y por qué has venido entonces?

―Sí... ―le doy un leve beso ―porque soy bastante astuto.

Se ríe.

―Eso es mucho ego ―opina.

―Las circunstancias siempre me han dado la oportunidad de sentirlo ―siendo el Señor S y todos alabándome ¿Cómo evitarlo?

―¿A qué te refieres?

―Nada importante ―doy un pequeño empujo a su entrada.

―¡Ah! ―gime cuando mi pene hace su debido trabajo en su intimidad.

―¿Crees que podemos jugar un segundo raund? ―me refriego contra ella nuevamente y sus jadeos vuelven a sonar en la habitación.

―Yo estaría dispuesta... pero no creo que tú estuvieras esperando mi repuesta... porque ya empezaste sin aviso ¡Oh! ―su espalda se enarca ―No sé ni qué hora es...

―No te preocupes, por eso... nadie lo sabrá... ―me muerdo el labio inferior y comienzo a moverme más rápido.

Tengo dos seguidores leales en la puerta, nadie puede entrar aquí sin mi permiso, podríamos estar toda la noche e incluso el día y nadie podría interrumpirnos. Mientras mi bella pelirroja no sepa la hora, yo puedo hacer lo que quiera, total está bastante entregada, que ni se ha dado cuenta el tiempo que ha transcurrido.

Perversa Oscuridad: Caras [#4]Where stories live. Discover now