14: Iniciación

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William

Hace 11 años...

Dicen que la adolescencia, es la atapa donde los jóvenes se hacen problema por todo. Bueno, quizás tengan un poco de razón, pero mi preocupación tiene mucha validez en este asunto y mi madre me tiene que escuchar.

«¡Pues claro! Esa mujer no se saldrá con la suya», habla una de las voces que aparecieron desde que tuve mi iniciación.

Todo seguidor a los diecisiete años pasa por una prueba, para ver si es digno de ser uno. De lo contrario mueres. Cada iniciación es diferente, pero es tan traumatizante como la otra. En mi caso, fui encerrado por un tiempo indefinido en solitario, sin comida, sin agua, sin nadie para hablar. En el proceso, maté una rata para sobrevivir y me la comí, tomé agua estancada cuando al fin la encontré y hablaba conmigo mismo, mi único consuelo. Por eso ahora todos a mi alrededor, parecen mis enemigos. Nos los culpo, pero el que me liberó está muerto. Lo ataqué como un salvaje, estaba fuera de mí.

«Nos volvimos locos, pero estamos juntos», expresa la otra voz, animándome.

Ahora al fin entiendo a mi padre. Aunque ahora está muerto. Hace unos meses recibimos la noticia de que murió. Le divertía torturar personas y se tomó vacaciones en el campo de entrenamiento que creó, junto a la Sociedad de las Letras. La Logia quedó indignada, irse con esos, que no tienen ni siquiera tiempo en este rubro y encima abandonarnos. Sin embargo, era Serpiente y nadie se puede oponer a sus decisiones, mientras cumpla las reglas. Eso significaba que debía volver, aunque nunca regresó.

Abro la puerta del despacho de S y me encuentro con mi madre. Frunzo el ceño y me acerco hasta ella.

―Te he dicho que no ―exclamo de repente y se voltea a verme.

Ríe y apoya el libro con el que estaba, en la mesa.

―Will, es tu deber como descendiente directo de James Stefanoski, hacer la prueba del Líder Serpiente. ―Sonríe con malicia y pestañea dos veces, lentamente―. Acepta mi invitación y deja de negarte.

―¡Qué sea Bastián, yo no quiero! ―me quejo.

Frunce el ceño.

―Bastián hará la prueba también, pero sin ti no puede hacerla.

―Él es el primogénito, tranquilamente puede ser S.

―Sí... ―Se lo piensa―. Pero la Logia cree que no está preparado para eso, piensan que tú eres la mejor opción ―me aclara y quedo perplejo.

―¿Qué? ―Me sobresalto―. ¿De qué hablas?

―Del potencial, querido hijo. ―Se acerca hasta mí y me acomoda la corbata―. No cualquiera puede ser S, para eso están las pruebas, aunque la verdad, los seguidores piensan, que ni siquiera las necesitas.

―No me vengas con bobadas. ―Me alejo―. Y mi respuesta sigue siendo no ―exclamo determinado―. Convertirse en S no es ser cualquier cosa, no hay que tomárselo a la ligera.

Me guiña.

―Y por eso eres el mejor candidato. ―Se gira y camina hasta la silla del escritorio, se sienta en el lugar de mi padre, cruzándose de piernas―. ¿Sabes? A mí me gustaba el poder y manipular a tu padre, pero una cosa es ser Víbora, la mujer de Serpiente, y otra muy distinta es ser la madre, la toma de decisiones pronto dejará de ser mía cuando alguno de mis hijos asuma el cargo, y he aprendido una cosa. ―Levanta el dedo―. El poder se obtiene solo una vez y así es como se descubre, es un peso que algunos no pueden proteger. ―Toca su cabello―. Eres joven, no lo entiendes ahora, pero pienso que tú puedes con ese peso, soy la madre de ambos y sé cuál de mis dos hijos, es capaz de... ―Se pone a contar con sus dedos―. Aguantar la tensión, cuidar de la Logia y lo más importante, no ser consumido por el poder. Bastián es destructivo y no metodológico. En cambio, tú sabes cómo actuar. Escúchame, William, debes darte cuenta que eres la mejor opción para la Logia de la Serpiente.

Perversa Oscuridad: Caras [#4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora