13: Duelo

1.1K 131 23
                                    

William

Asisto al lugar pactado, aunque era obvio que no iba a llegar en cinco minutos nada más. "El galpón" al que se refiere Bastián, se encuentra en las zonas de Style y la comisaria no está ni por poco cerca de allí. Paso la siguiente puerta y una espada se desliza hasta mis pies, entonces sonrío.

―Esto es contra de las reglas, hermanito. ―Sonrío tranquilamente―. Si quieres desafiarme a un duelo, tiene que ser delante de mínimo un seguidor. ―Agarro el arma del suelo y avanzo por la sala―. Pero ya que quieres jugar, no me opongo.

Mi hermano se acerca hasta mí, sosteniendo otra espada y me mira con odio, puedo notar la furia que tiene en sus ojos.

―Me molesta mucho que uses tu poder con Hanna, sabía que un día lo intentarías, pero... ―Su mandíbula se tensa, demostrando su molestia―. Eso termina ahora ―expresa determinado.

―Ah, te enteraste ―pronuncio sin intereses―. Hermanito, no te metas en asuntos que no te competen, que tú no eres ningún santo. ―Frunzo el ceño―. ¿U olvidas por qué me convertí en S? ―Se escucha el sonido de nuestras espadas chocando cuando lo ataco y forcejeamos con estas, haciendo fuerza―. No te hagas el buenito que sé perfectamente, que te la llevarías a la habitación, apenas te convertirías en Serpiente.

Sonríe.

―Una cosa soy yo, y otra muy distinta y aburrida eres tú. ―Retrocedemos, al dar un nuevo golpe con nuestras armas―. Por favor, Will, debiste haber aprovechado más tu posición, ¡ahora voy a arrebatártela! ―Da un golpe con su espada y se oye el ruido del metal cuando me defiendo.

―¡No entiendes nada! ―Ataco de nuevo, pero esta vez con más fuerza. Ahora soy yo quien lo hace retroceder―. No solo por Hanna lo digo, si no usas el poder de la manera adecuada y encima no respetas las reglas, terminarás perjudicando a la Logia. ―Sonrío―. ¿Por qué crees que te gané la primera vez, Bastián? A ellos no les convienes, estaban decididos a que perdieras, lo sé. ―Me pongo serio―. Lamentablemente, siempre quisieron que yo remplazara a papá y fui tirado al abismo para que eso ocurriera. ―Bufo―. Solo tenían que darme un incentivo.

Es como si no hubiera tenido opción.

―Me partes el corazón, pobrecito ―se burla y me ataca.

«¡Ya me vale mierda todo, dame el control!», dejo que mi lado agresivo salga a la luz, entonces muevo la espada una y otra vez hasta lastimarlo, para lograr que caiga al suelo, así que sonrío con malicia.

―Eres un gusano y es ahí donde debes estar, en el suelo.

―¿Y qué esperas...? ―Se agarra la herida―. ¿No vas a matarte?

―No vales la pena.

Sonríe.

―Te arrepentirás. Sabes perfectamente que...

El molesto monólogo de Bastián es interrumpido, cuando el portón del galpón se abre y visualizamos a la pelirroja.

«¿Qué hace mi amor eterno aquí?», cuestiona Will, preocupándose.

―¡Lo sabía! ―expresa Hanna, acercándose hasta nosotros, rápidamente, agarra la espada de Bastián y me apunta con esta―. ¡Es mi turno! ―exclama enojada y desafiándome.

―Hanna, no sabes lo que estás haciendo ―le aclaro y advierto―. Baja eso.

Frunce el ceño.

―Sé perfectamente lo que estoy haciendo, me estudie todo El libro de la Serpiente y siendo una de tus pretendientes, puedo desafiarte para no serlo más, solo necesito una de estas espadas y ahora la tengo.

Trago saliva.

―Y eso me obliga a matarte, retráctate ahora ―ordeno.

El libro del Líder lo dice.

―No ―expresa determinada―. Si te derribo, soy libre de ti.

―Hanna, entiendo que me sobrepasé y quieres venganza, pero no es la manera, solo pondrás en contra tuya a la Logia, piénsalo mejor.

―Mira, está diciendo que te va a dejar ganar ―intercede mi hermano desde el suelo―. Se burla de ti.

Hanna presiona sus dientes, escuchando a Bastián, y decide atacarme, entonces me defiendo con mi espada a gran velocidad.

―Recapacita, detente ahora, no lo escuches ―insisto.

La pelirroja sonríe.

―¿Qué? ¿Me tienes miedo? ―Se pone en posición otra vez―. Intenta matarme, no lo lograrás ―me desafía.

―No voy a tener un duelo contigo ―expreso determinado.

―¡Pues yo sí! ―vuelve a atacar.

Maldita sea con mi mala suerte.

Ayelén

Mordisquea mi cuello, haciéndome un chupetón, y yo rodeo mis piernas alrededor de su cintura mientras continúa embistiéndome. Qué genial, el sexo es la gloria. Nunca lo había hecho con un tuerto, mucho menos con un manco, esa mano mecánica hace maravillas con ese tipo de prótesis mullidas, que son tan cómodas, perfectas para acariciar mi clítoris.

―¡Oh, Zack! ―Mi espalda se enarca en aquel colchón en el suelo.

Tener sexo aquí, en el piso, es tan excitante.

Su pene entra y sale reiteradas veces, mientras me deleito con la sensación. Me muerdo el labio inferior y puedo ver las estrellas que me regala mi amado orgasmo. Muevo mis manos en ese cabello rojo fuego, cuando chuponea mi pezón y mis piernas tiemblan.

―Como me haces vibrar ―gimo.

Se relame los labios y puedo notar el brillo de placer en sus ojos.

―Estoy que exploto... ―Contiene hasta que no aguanta más―. ¡Uf! ―Todos sus fluidos salen cayendo dentro del preservativo―. ¡Ah...! ―Empuja un poco más y se detiene, respira agitado―. Cómo necesitaba esto.

Me río.

―¿Hace mucho que no tenías sexo?

Levanta una ceja.

―¿Y quién querría tener sexo con un tuerto que encima está manco? ―Intenta pararse, pero lo beso―. ¿Qué haces?

―Respondo tu pregunta. ―Le guiño―. Aunque no te enamores de mí, ese no es mi estilo.

Sonríe.

―Vale.

Nos volvemos a besar y juntamos fervientemente nuestras lenguas. Rato después él se levanta y tira el preservativo al tacho. Comienzo a vestirme y camino por el taller cuando termino.

―Será divertido trabajar juntos ―acoto alegre.

Finaliza de atarse las zapatillas y él también ya está vestido.

―Sí, me pondré a investigar de inmediato.

―Genial. ―Le guiño de nuevo y me voy, saliendo de allí con mucha tranquilidad.

Camino a través de los galpones y escucho un ruido extraño en uno en específico. Entrecierro los ojos. ¿Espadas? Me acerco hasta allí por mera curiosidad y me sorprendo.

No he hablado nunca con él, pero sé que el que está en el suelo es el hermano de S, mientras que Hanna y William tienen lo que parece un duelo. Aunque parece que él se está negando un poco. La pelirroja lo obligó.

Sonrío con malicia, no sé cómo llegó a ser esta casualidad, pero yo también quiero jugar. Aquí voy. 

Perversa Oscuridad: Caras [#4]Where stories live. Discover now