Capítulo 44: Emma

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—¿Lista? —le preguntó Louis.

Emma nunca antes había salido de su casa tan nerviosa. Ni siquiera durante sus épocas de baile, cuando debía participar en algo.

Este día, Louis, pasó por ella, tal como Emma le pidió la noche anterior.

—Lista —respondió.

Caleb no se lo esperaba. Jamás se lo esperaría.

Emma sonreía a medida que la velocidad subía. Supuso que le daría miedo, sobre todo por ir encima de una moto, pero la adrenalina y emoción en su pecho se mantenían a un crecimiento constante que no daba cabida a malas sensaciones o pensamientos.

Cuando Jhon, su padre, los abandonó, Emma entró en una temporada donde pensaría lo peor de los hombres. Apenas y había dejado la adolescencia un par de años atrás, pero ese momento, donde vio la espalda de su padre por última vez hasta la fecha, la regresó en el tiempo.

Jamie fue la razón por la que Emma se dio cuenta de que hay hombres y hombres. Unos buenos, unos no tan buenos, y malos. ¿Cuál sería Caleb? Seguramente el mejor.

A medida que aumentaba el recorrido, Emma recordó el sabor de sus labios. La vibración en su abdomen cuando él se acercó más a su cuerpo, cuando acarició su espalda y finalmente tomó su mano.

Sonrió.

Caleb era el chico que ella había estado esperando. Y ahora lo sabía.

¿Cómo? Porque no se imaginaba alejándose de él.

Caleb no era gracioso, pero ella se reía con él, porque le parecían tiernos sus intentos de hacerlo reír. Era atractivo, aunque cualquiera lo miraría dos veces antes de decirle bonito. Pero a ella le gustaba, por su sonrisa, por su mirada, y por cómo la trataba, como si ella estuviera al borde de una encimera y en cualquier momento pudiera caerse y romperse.

Ese pensamiento la contradecía un poco. Emma ya no era frágil, era fuerte. Jhon la hizo fuerte. Jamie la hizo fuerte. Stella la hizo fuerte. Las circunstancias la empujaron a ser emocionalmente independiente, pero cuando llegó Caleb, aunque había sido poco más de un mes, las cosas cambiaron. Emma perdió el control de sus sentimientos y emociones, y, sobre todo, le gustó, y no se opuso.

El viento pegaba en su cara por el visor levantado del casco, y ella deseaba llegar ya. Estaba pensando demasiado, y eso la podría llenar de inseguridad y al final no hacerlo.

—¿Es aquí? —preguntó Emma cuando se detuvieron de repente.

—No —Louis apagó la moto—. Voy a comprar unas cosas que me pidió que le lleve. Acompáñame.

Louis tenía cierto encanto en la forma en que decía las cosas, o quizás era el tono de su voz, o su sonrisa, no tanto como Caleb, pero lo tenía.

Accedió y se bajó de la moto. No se había dado cuenta que era frente a un minimarket donde se habían parqueado.

Un pequeño timbre sonó rápidamente cuando ellos abrieron las puertas, atrayendo la atención de la cajera y de otras dos personas junto a las perchas.

—¿Y cómo es? —preguntó Emma. No conocía el lugar, ni lo que buscaban, así que solo seguía a Louis por donde él pisara.

—¿Cómo es qué?

—Caleb. —El interés por preguntarle a Louis fue repentino, pero a quién si no a su amigo—. Digo, como persona.

—Ah, pues, Thomas es buena gente. Él...

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