Capítulo 38: Caleb

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Emma se le quedó mirando pacientemente a la espera de una respuesta

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Emma se le quedó mirando pacientemente a la espera de una respuesta. Él sabía que ella quería una respuesta, pero Caleb estaba algo confundido como para decir algo.

Tomó aire y viró la cara. Seguramente si se inventaba algo, quizás podría relajarse un poco y continuar la noche como si nada.

―No tienes que contarme ―le dijo de pronto Emma.

Caleb soltó el aire suavemente.

Él quería decirle, de hecho, quería preguntarle más por ese accidente. Pero no podía hacerlo. Se le hacía complicado, y no entendía por qué, pero no sentía ganas de averiguarlo.

Probablemente todo fueran ideas suyas producto de una simple coincidencia.

―Es solo que... ―Caleb levantó la mirada al frente, consciente de que Emma lo miraba a su lado―. Aún no pasa. ―Sonrió torpemente. Pudo hacerlo mejor, pero ya está.

―Me tomó un buen tiempo superarlo ―le dijo Emma en voz bajita.

―¿Ah sí? O sea que ya...

―Corrección ―le interrumpió ella―: Me tomó un tiempo decidir esforzarme en superarlo.

―Oh ―Caleb asintió―, ya veo. Y ¿cómo lo llevas?

Emma soltó un suspiro.

―Mejor... supongo.

Ella le dio una mirada sincera, y Caleb dedujo que Emma retomaría el tema y le preguntaría, pero él no estaba listo para responder. No aún.

Estaba por ponerse de pie, pero fue salvado por la campana.

―¡Chicos! ―les gritó la señora Stella desde la puerta corrediza―, ¿vienen? La segunda parte del postre está servida.

―¿Segunda parte? ―respondió Emma, divertida.

―Sí, vengan ―animó la mamá de Emma.

Caleb no dudó y se puso en marcha de inmediato. Era su oportunidad.

La velada no cambió mucho luego de comer. El ambiente que se había establecido por parte de Caleb ―porque él sabía que era por él― no se iba. Tanto que Emma parecía ya aburrida.

―Creo que... ya nos vamos ―mencionó él, guardando el celular en su bolsillo luego de ver la hora.

Emma los acompañó a la puerta, despidiéndose con un beso en la mejilla que, al menos a Caleb, le dejó un sabor incómodo. El de la incertidumbre. Por no saber qué estaba pasando por la cabeza de Emma. Por querer explicarle por qué estaba actuando así, por qué se sentía raro, y que entonces ella le respondiera que eran tonterías, que todo se lo estaba imaginando. Y entonces volvieran a retomar el rumbo de su naciente amistad.

Pero no.

Caleb subió primero a Rosy al taxi y luego él hizo lo mismo. Miró por la ventana a la familia de Emma que los observaban desde la puerta de la casa, y les hizo la mano en señal de despedida.

Como El AtardecerWhere stories live. Discover now