Carta 46 - Final

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Mis ojos ardían ese sufrimiento había vuelto, había recordado todo.

—¡Azusa! ¡Azusa! —escuchaba los gritos de Kou.

Me quede en silencio, se podía oler mucho su sangre y los chicos subieron corriendo al igual que yo.

—¿Kou? ¿Donde está París? —dijo Yuma.

Me adentré al baño y me quede sorprendido, mi pequeña estaba recargada en la pared llena de sangre. Había cortado una de las venas de su brazo. Corrí a ella y la tomé entre mis brazos viendo su rostro qué también lo había cortado habían muchas cuchillas a su alrededor y mucha sangre por el piso como por la pared.

—Tú le hiciste daño Azusa. —dijo Ruki— ¿Porqué jamás te diste cuenta?

—París... París... —la llame.

Ella no movía su cuerpo pero, poco a poco abrió sus ojos y me sonrío débilmente.

—Azusa... —sonrío. — ¿Puedes verme? Mi cuerpo...¿Crees que soy hermosa?

Ella acarició mi rostro con una de sus manos llenandolo de su sangre.

—¡No hay tiempo! ¡Hay que llevarla a un hospital! —El tomo de voz de Kou era de angustia y desesperación. Algo que yo no sentía.

Yuma pasó por en medio de mi tomando a París en sus brazos saliendo de él baño, todo el lugar estaba inundado de su rica sangre. Una sonrisa tierna de hizo presente.

¿Ella lo había hecho por mi?

Corrimos todos en conjunto dentro del hospital buscando alguien que nos atendieran pero, no tardó tanto cuándo varias enfermeras y un médico la recostaban en una camilla y la atendían.

—Azusa. —me llamó Kou.

Levante mi rostro sin expresión alguna y esperé que hablara.

—Sabía que terminaría así —cubrió su boca soltando pequeños sollozos. —Sabía que ella pronto entraría en la locura..

—Por más que hice algo para que no dejará que la lastimaras, ella nunca quiso alejarse de ti. —murmuró Yuma.

Yo nunca había experimentado ese dolor, nunca había pasado algo así, verla así de alguna manera me asusto pero me hizo sonreír.

—Azusa.... Azusa... Azusa...

Vi una luz blanca que estaba calando mis ojos, no podía ver bien veía todo borroso. Al aclarar mi vista observé que estaba en una habitación toda blanca.

—Azusa —susurraron.

Desvíe mi rostro y vi a mi pequeña aún lado de mi, sus ojos estaban completamente rojos y su nariz e mejillas de igual color.

—¿París..?—susurre con voz ronca.

Se hizo un silencio.

—¡Chicos! ¡Doctor! —corrió a la puerta de la habitación llamando por los pasillos. — ¡Azusa, Azusa ha despertado!

Ella volvió a entrar y me abrazo, ¿Esto es un sueño? ¿Qué pasó? Comencé a apretar su pequeño cuerpo y olí su cabello, ese olor a manzana que tanto la caracterizaba.

—¿Azusa? —buscó mi mirada. —¿Que sucede?

Comencé a sollozar. Ella estaba aquí, ella está aquí junto a mi.

—París... París... estás aquí..—susurre.

Los chicos entraron corriendo y sin dudarlo me tomaron en un gran abrazo.

El muchacho de los ojos tristes ; Azusa MukamiWhere stories live. Discover now