CAPITULO 1: Nueva Casa, Nueva Vida

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Hoy me mudé a Londres con mi abuela y mi hermano con el propósito de que empezaremos una “nueva vida” o ese era el plan, así que no la quise contradecir, además, tampoco es que la idea de quedarme en Colombia me entusiasmara mucho, ya había tenido suficiente con lo que me había pasado.

Una vez que llegamos al aeropuerto principal de Londres, no perdimos la oportunidad para tomar un taxi y dirigirnos a lo que sería nuestro nuevo “hogar” y como era de esperar el camino fue silencioso —la relación con mi abuela era, no sé cómo decir, distanciada solo nos unimos un poco desde la muerte de mi madre—, se escuchaba la música que el conductor puso en su radio desgastada, decidí perder mi vista en la ventana del auto.

— ¿estas emocionada cariño? —interrogó mi abuela mirándome por el rabillo del ojo.

— pues si, creo —Le resté importancia encogiéndome de hombros. Nunca me emocionaron los viajes.

Por otro lado, la idea me resultaba bastante extraña ya que era como si viajaras a otro mundo y tuvieras que iniciar de cero para adaptarte. Y ese era mi problema,  no encajaba en ningún lugar aunque lo intentara.

— mamá ¿crees que tenga amigos? —cuestionó mi hermano desde la parte trasera del auto, nos enseñamos a llamarle mamá desde uso de razón.

— claro David... Al igual que Ana —respondió mi abuela acariciando la cabeza de mi hermano menor, yo en respuesta rodee los ojos para hacer una mueca con mis labios

Mis relaciones sociales eran pésimas, ya que nunca tuve ese grupo de amigas que hacían piyamada, nunca salí a fiestas, nunca bebí en exceso. La mayor parte de mi vida la pase en casa. Encerrada,

«muy emocionante, lo se» pensé.

— Sabes que no estoy interesada en tener amigos... Soy perfectamente feliz sola —Dije secamente acomodando mejor mi abrigo, parece que vinimos en una época no muy adecuada y por lo primero que percataba era que hacía frío como los mil demonios.

— oh, vamos cariño tienes que seguir adelante con tu vida no decepciones a tu madre...

— mamá murió, déjala donde está abuela —Dije fulminándola con la mirada, esta soltó un suspiro y el camino volvió a tornarse silencioso.

Media hora despues del viaje, llegamos una sencilla casa de dos pisos de color azul claro, las ventanas eran blancas y tiene un pequeño jardín delantero. Bajé algunas cajas que faltaban de la mudanza, estas consistían en  las últimas cosas de mi pertenecias ya que las otras ya se encontraban dentro de mi nueva habitación, en la segunda planta.

«Genial» pensé con cansacio.

Después de darle una mirada rápida al interior de la casa, subí a mi habitación que tenía su espacio indicado y acomodé lo que me faltaba; cuando saco algunas pertenencias de mamá que decidí conservar inevitablemente un nudo se empezó a formar en mi garganta impidiéndome respirar y sentí todo el calor llenar mi cara junto a las lágrimas que empezaban a mojar mis mejillas, traté de amortiguar mis sollozos cubriendo mis labios.

No importa cuanto tiempo pase, cuando tu mamá fallece duele infernalmente.

— cariño ¿terminaste de arreglar la habitación? —escuché a mi abuela desde puerta, hice una mueca para darle una rápida mirada a su dirección.

— si —limpié mis lágrimas y forcé una sonrisa, en respuesta, ella entró para sentarse a mi lado y apoyo su mano en mi rodilla soltando un largo suspiro.

— ¿sabes? Tú me recuerdas mucho a tu madre... —rompió finalmente El silencio para luego pasar su mano por mi cabello— tienes el mismo aspecto fisico de ella y a veces olvido que eres tu mi nieta y solo eres mi hija

Soltamos una risita triste ante ello, sabía que mi parecido a mamá era sorprendente y es algo que me halagaba en cierto modo cuando una persona notaba aquel detalle.

— lo sé —esta tomó mi brazo para entrelazar nuestras manos.

Empiezó a acariciar mi brazo como costumbre, ya que así lo hacía con mi madre cuando ella permaneció en la clínica, y aquel recuerdo solo me trajo mas dolor por lo que alejé mis pensamientos de ese tema.

— sé que es duro Ana pero tenemos que fuertes por David, tu hermano te necesita, tienes que mostrarte fuerte frente a él —me recordó limpiandome una rebelde lágrima que se había escapado por mi ojo derecho.

«Ella no tiene ni idea de la gran carga que pone sobre mis hombros cada vez que me dice eso, es injusto.»

— lo intentaré —le sonreí pero me salió más una mueca en esa ocasión.

—la cena está lista —Bajamos al comedor y la cena transcurre silenciosamente— mañana empiezan sus clases así que necesito que se acuesten temprano.

— Genial —Dice mi hermano alzando sus manos entusiasmado, yo en cambio miré algo espantada a mi abuela, y en respuesta ella me dedica su sonrisa de aliento.

— está bien —susurré resignada, me fui a mi habitación para cambiarme y acostarme a dormir.

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