Herencias/ Parte 1

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Lil descansaba en un antiguo sillón de estampados florales. Aburrida, jugueteaba con su cabello, pasaba sus delicados dedos entre los mechones. Suspiró. Alzó su cuello y miró el amplio techo, llevó su mirada en el candelabro dorado que se balanceaba de un lado a otro por arte de magia, puesto que, no existía un viento que provocara aquello.
Ren se encontraba enfrente de ella, se ocupaba en analizar la antigua sala empolvada. Bastantes cuadros de pinturas y fotografías decoraban los muros, al igual que los estantes llenos de libros y antigüedades. La chimenea apagada no proporcionaba el calor que deseaba Ren para sentirse cómodo. Lil sacó un cigarro y un mechero de su bolso. No obstante, al momento de girar la rueda del encendedor, fue vista con persistencia y de mala gana por Ren. Desistiendo, dejó el cigarro donde lo tomó y lanzó un largo suspiro.

—Lil...

—Mhhh ¿Qué sucede, cuatrojos?

—¿No te pasa que cuándo estás en un hogar desconocido imaginas que tipo de vida puede llevar el dueño y qué solía hacer exactamente en x lugar? Yo creo que los abuelos de Griselda vivían en el pasado, rodeados de lo que ellos consideraban tesoros, pero a mí, me parecen piedras.

—¿Piedras? Ren, no te entiendo. —Lil inclinó ligeramente su cabeza y miró fijamente a Ren.

—Las fotografías, las antigüedades... —habló cohibido ante el mirar de Lil—. Seguramente anhelaron los abuelos en vida demasiado su pasado. Entonces, esas pertenencias se hicieron piedras que arrastraban. Con ver sus bienes, puedo imaginarme como decían: ''un día volveremos ir a este lugar.'' ''¿Te acuerdas cuando fuimos ahí?'' ''Cuando yo era joven fui a tal lado y compré aquello e hice esto.'' —habló Ren, intentando imitar la voz de anciano, lo que provocó que Lil sonriera—. De seguro todas estas cosas poseían un valor emocional incalculable para los ancianos —añadió.
Lil soltó una risa y miró con alegría a Ren.

—¿Sueles imaginar mucho cuándo estás aburrido? —preguntó Lil alegre.

—Era eso, moriré de miedo, volverme loco, dormirme o leer —dijo tímido.

Lil y Ren se encontraban en una nueva misión. Había transcurrido más de un mes desde que Ren trabajaba para Lil, para ese momento, él ya se había acostumbrado a los fantasmas y realizar extrañas misiones.

Ren le gustaba pasar tiempo con Lil, deseaba saber más obre ella. Sin embargo, Lil era hermética, sólo realizaba bromas, daba ordenes, y hablaba casi siempre sobre las misiones. Ren llegó a pensar que ella no quería hablar de su pasado. Y que posiblemente, él estaba loco y alucinaba todo lo que sucedía. Aquel pensamiento era desechado cuando el cansancio le llegaba o debía hacer tareas como; limpiar, cocinar, llevar los trajes de Lil a la tintorería, presentar exámenes, comer, ducharse, despertarse absurdamente temprano... etc.

Semanas atrás, una joven solicitó la ayuda de Lil, deseaba habitar el hogar que sus abuelos le heredaron, pero no podía. La joven de nombre Griselda, aseguró que sus abuelos aún rondaban por la antigua casa, así que contrató los servicios de Lil.

Una vez dentro del hogar, Lil decidió esperar en la sala a que llegara la hora de los muertos: las 3:33 a.m. Ren en su aburrimiento miró el reloj de su muñeca, era la una de la madrugada. No le agradaba mucho el silencio incómodo que cobró presencia en la sala y se sentó junto a él, y la oscuridad donde se encontraba. Únicamente un par de velas se encargaban de crear penumbra en la sala, no estaba activo el servicio de electricidad en el viejo hogar.

—Ren —llamó Lil— ¿No te motiva este ambiente para hacer algo? Es algo romántico con tantas velas que hay. —Esbozó una amplia sonrisa.

—Sí, me motiva a dormir, ¿por qué? —preguntó burlón Ren.

Pluvo: el aprendiz de una brujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora