No era un sirviente, era un criado/Parte 1

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No quedaba mucho de la madrugada, el sol ganaba otra batalla en contra de la noche. Las nubes adoptaron tonalidades arreboladas, y a la lejanía resonaron los ruidos de una ciudad despertando. Las luces amarillentas de pocos hogares se vislumbraron a través de las ventanas y algunos vehículos comenzaron a transitar por las calles.

A Lilith le tomó bastante tiempo poder abrir la puerta de su hogar, había perdido la llave y optó por desenterrar la oculta que escondía en el único rosal blanco. Abrió la puerta de la antigua mansión y le dio paso a Ren. Pensativo, él se quedó plantado en la entrada.

—Este será tu hogar de ahora en adelante. Estás condenado, pequeño. Ya eres mío y harás todo lo que te pida. —Soltó una risa sospechosa—. Y no es broma.

—Lilith...

—No me llames así —interrumpió—. Dime sólo Lil.

—Bien —aceptó sumiso—. Lil, tengo muchas preguntas. ¿Nosotros nos conocemos en sueños? Somos algo similares, parece que nos hicieron con la misma paleta de colores —preguntó.

—No podemos hablar de eso, ya te lo había dicho. —Frunció el ceño—. El equilibrio de la Tierra es muy delicado, si forzamos su naturaleza no saldrá nada bueno. Todo lo recordarás en su momento, como yo lo hice. —Lil levantó una ceja y clavó su mirada en Ren—. Hay muchas personas en el mundo con el mismo tono de piel, ojos, cabellos y más. Deja de preocuparte tanto, cuatrojos —aclaró.

—¿Es correcto lo qué hago? —pensó Ren en voz alta.

—¿Qué te preocupa? —Lil inclinó su cabeza y esbozó una sonrisa angelical para Ren—. Claro, entiendo muy bien. Una chica tan hermosa como yo, viviendo con un adolescente pícaro. Ah... —soltó un suspiro largo— ¿De qué serás capaz? —expresó con un tono de voz burlón.

El tranquilo rostro de Lil se trastornó, se le sonrojaron las mejillas y se delineó en su cara una sonrisa picara. Pensó en perversiones que no se atrevió a decir.

—No es eso, nada de eso. —Ren desvió la mirada penetrante deLil y decidió callar.

—Entra ya, muero de hambre. Espero que sepas cocinar, odio la comida rápida, en especial la instantánea. Yo no tengo talento culinario, así que... —Entrecerró sus ojos— tú definitivamente lo debes de tener. —Tomó el brazo de Ren y lo llevó al interior de la mansión.

Lo primero que saltó a la vista de Ren fue, un largo pasillo de suelo pulcro, donde se reflejaba el alto techo blanco, las luces y las puertas que se encontraban en las paredes. Al final del extenso pasillo había un gran salón, donde sobresalían unas escaleras de caracol que llevaban a los demás pisos. Lo que más le llamó la atención, fueron las extrañas pinturas. Se trataban de retratos de las personas que habitaron en el pasado la mansión. Estaban realizadas de una manera escabrosa, hechas para resaltar los demonios internos de los retratados. Había rostros fusionados con preocupaciones evidentes. Caras alargadas, derretidas, y ojos saltones que dejaban ver la desesperación, angustia e ira de los retratados. Y lo más escalofriante eran las sonrisas frías que hacía juego con los rasgos exagerados.

Ren se aferró aún más en la idea de que seguía soñando, el lugar era digno de un extraño sueño. Imaginó que tal vez saldría de las pinturas los retratados y se pasearían por la casa con sus terroríficas expresiones. Y de las puertas se asomarían extrañas criaturas cósmicas indescriptibles de un universo lejano.

—¿Te gusta? —preguntó entusiasmada Lil—. La amé cuando la vi, así que valió la pena gastar casi toda mi herencia en ella. Cuenta la leyenda del lugar que, la casa únicamente ha sido habitada por brujas —contó divertida—. Cada pintura que mirarás en las paredes son retratos de brujas y brujos. Algunas son horribles y escabrosas porque muestran lo que había en interior de esas personas. Cómo me gustaría que aún viviera el pinto, que por cierto era un brujo, y me hiciera una a mí. —Lil, absorta, miró por un momento las pinturas.

Pluvo: el aprendiz de una brujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora