Cap 1

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Ary despertó confundida y desorientada, sabía que llevaba horas en ese lugar, pero no sabía si ese lugar era su casa en Seinaj con sus padres, o viviendo sola con su madre en una pequeña casa, con Niza y Augusto o con los vampiros.

¿Acaso había soñado que su padre estaba vivo?, ¿estaba él realmente muerto o había sido una pesadilla?, tenía los ojos abiertos pero no veía absolutamente nada.

Aún estaba cubierta por el chal pero no era suficiente. Tenía tanto frío que no podía dejar de temblar.

Al cabo de unas horas se abrió una puerta a varios metros de ella, alguien bajo unos escalones con una antorcha y una bandeja que le dejo al final de los escalones, le dijo que no estaba soñando cuando su mirada se encontró con la de ella.

El vampiro salto hacia la muralla y coloco la antorcha en una hendidura que había en la pared a gran altura. Se dio media vuelta para marcharse sin prestarle más atención a ella.

Ary le pregunto por los hermanos Dávalos pero el vampiro no dijo nada, solo siguió caminando hacia la puerta. Ary se paró enseguida y trato de alcanzarlo subiendo rápidamente los escalones pero él ya había salido para cuando ella llego a la puerta.

Empezó a golpearla sin importar el dolor de sus muñecas o sus costillas. Llamaba a los Dávalos o a cualquiera que pudiera ayudarla.

Estuvo frente a esta puerta golpeándola, pateándola y gritando por horas inútilmente hasta que no pudo levantar más los brazos y ya no tenía voz de tanto gritar.

No entendía porque Janosh, Carmina o Tristán no la sacaban de allí.

Recordó la pelea que había tenido con Tristán hace unos días y en la que ella lo llamo mentiroso. Cuánta razón había tenido Tristán en todo lo que había dicho acerca de su padre. Él era todo lo malo que el vampiro le había dicho y muchas cosas más.

Bajo los escalones abrazando sus costillas con sus adoloridas manos, tomo nuevamente la manta y se envolvió en ella. Se sentó sobre un muro y se acurruco allí.

Los malos recuerdos se apoderaron de ella al cabo de unos minutos y no se detuvieron más.

Sintió abrirse la puerta unas horas después, no sabía cuánto tiempo llevaba encerrada allí. Se enderezo enseguida pensando que era Tristán o sus hermanos pero no fue así. Era otra vez el mismo vampiro de antes. Ella le volvió a preguntar por los hermanos pero él no le contesto.

Le volvió a dejar una bandeja y se llevó la anterior, lo vio marcharse y se preguntó cuánto tiempo más estaría ahí.

Recorrió nuevamente el lugar aprovechando la luz que aún quedaba de la antorcha en la muralla. Pensó que tal vez había otra manera de salir pero antes no la había podido encontrar. No descubrió ninguna salida ni nada con que abrigarse. Volvió a sentarse en este muro y oro para que la sacaran de allí.

Con el paso de las horas vio como la antorcha se fue apagando hasta dejar todo en la más completa oscuridad. Tenía la cabeza apoyada en las rodillas y trataba inútilmente de no pensar más en aquel padre al que había adorado, llorado y que la había lastimado tanto con sus mentiras.

Al cabo de varias horas tenía la cara muy caliente, sentía muchísimo calor, sabía que debía tener fiebre, pensó que esto no era tan malo, pues ya no sentía tanto frío como antes. Trato de imaginar que pasaría en el futuro con ella o con su madre. Sabría ella realmente lo que estaba pasando.

Porque no la sacaban de ese lugar si ella no había hecho nada malo.

Se preguntaba si estos vampiros la odiaban tanto como Tristán la primera vez que la vio. Pensó en su padre inmediatamente y no pudo evitar las lágrimas. Como había podido lastimarla de esa manera, si ella lo adoraba tanto.

Las palabras de Tristán volvieron a su mente y lloro aún más. Recordaba las noches en que su madre lloraba hasta dormirse por culpa de su padre. Toda su vida cambio después de su supuesta muerte. Como había podido hacerlas sufrir tanto, como podía ser un asesino.

Lloraba de manera cada vez más desgarradora, los recuerdos se apoderaron de su mente y se enredaron unos con otros. Temblaba y tenía escalofríos.

Alguien volvió a entrar en la celda y bajo las escaleras sin decir nada, a Ary no le importó que la oyera llorar, ya no le importaba nada. Quien entro se volvió a marchar y ni se molestó en dejar otra antorcha.

Las horas siguieron pasando pero a ella le parecían solo minutos, había perdido completamente la noción del tiempo.

Una vez más alguien volvió a entrar y al bajar le dijo que tenía que comer o la harían comer y no sería agradable para ella.

Ary no contesto ni se movió de su lugar.

Empezó a sentir frío nuevamente, no importaba cuanto se acurrucara, el frío le calaba los huesos y la hacía temblar.

La mente de Ary empezó a perder la cordura a causa de la fiebre y el trauma por todo lo que había pasado. Estaba acostada boca arriba mirando hacia la oscuridad y a ratos se veía en su casa, o con los vampiros e incluso a veces todo estaba mezclado y todas las personas que había conocido también estaban mezcladas en extrañas imágenes. No sabía que era real y que no, su mente estaba perdida en sus recuerdos y delirios.

Varias veces escucho a alguien entrar pero no tenía certeza de que realmente fuera así, lo único que oía con claridad era a su padre diciéndole que la quería y a Tristán hablándole mal de él. El llanto de su madre a veces se volvía ensordecedor y se mezclaba con la risa de felicidad al tener un esposo tan bueno y cariñoso.

Sintió que alguien se acercaba a ella y se quedaba de pie a su lado pero no le decía nada solo la observaba. No sabía si era real o no lo que percibía pero no le gusto sentirse observada, se volvió con esfuerzo hacia la pared y cubrió su rostro con el brazo y se quedó así sin importarle si el extraño se iba o no.

Ya habían pasado seis días y Ary no había comido ni bebido nada, sus ropas seguían igual de húmedas y olían mal.

Tres días más pasaron y esta vez no bajo solo un vampiro, fueron varios y se quedaron un buen rato en aquel lugar observándola.

Se retiraron hablando pero ella no entendió nada. No podía moverse, le dolía todo el cuerpo, tenía la boca seca, ni siquiera tenía fuerza para abrir los ojos. Sabía que se iba a morir y no le importaba.

Se sintió sobre su espalda y el rostro sin el peso del brazo encima pero sabia que no podía moverse, no tenía las fuerzas para hacerlo y tampoco había oído a nadie entrar y bajar los escalones, seguramente era otro engaño de su mente.

A ratos se sentía sofocada parecía que estaba hirviendo.

Cuando sintió algo frío en el rostro se estremeció y trato de alejarse pero el tratar de moverse le causaba muchísimo dolor y al toser le parecía tener agujas en su garganta y pecho.

Convulsionaba a causa del dolor, se sentía tan cansada de respirar, ya no quería seguir así, quería que todo terminara.

A  lo  lejos  le  pareció  oír  hablar  a  alguien  y  luego  que  era  cargada  en  brazos.    Sintió   una fuerte  luz  en  el  rostro  parecía  que  quemaba  sus  parpados  pero  no  podía  cubrirse.   El dolor  duró   solo  unos  segundos.

CIUDAD SUBTERRANEA ( Libro III de  La Pequeña Ary)Where stories live. Discover now