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Mini-maratón de dedicado a: noelia9612

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Alec estaba inquieto por toda la situación.

Quedó con Simon para que no faltara a clases, y que si sucedía algo como lo de ayer, abriera un portal al instituto y saliera inmediatamente de allí. Sin que le importara en lo más mínimo si algún  mundano que no debiera ver magia, presenciara

El cazador daba vueltas como león enjaulado por su despacho, con su teléfono en la mano.

No te dije que procedieras así.

Ya fue, me dijiste que me acercara a él.

Exacto, acercar, no acosar ni intentar violar. Maldito demente.

No me importa.

Si vuelves hacer algo como lo de ayer, júralo, no volverás a respirar.

Tus amenazas son vacías, si me quisieras muerto, ya me habrías matado.

Ganas no me faltan, imbécil. Solo necesito confirmar algo, y después bañaré con tu sangre las calles de Brooklyn.

No volvió a contestar, y tuvo un mal presentimiento.

Pasando la tarde, cuando se supone, Simon debería ya estar en casa desde horas atrás, y no está, empieza a desesperarse. Porque Simon no le ha escrito.

Llamó a Magnus.

Llamó a Raphael.

Llamó a Izzy.

Y nada.

Salió como alma que lleva el diablo hacia el loft. Entró con cierto frenesí a la habitación del pequeño Simon y agarró con desesperada necesidad una de sus camisas estampadas para intentar localizarlo. Pero su desespero y angustia le ganaban a la concentración. 

Oyó el llamado de su parabatai cerca, y se volteó hacia él. El rubio vió con claridad la consternación impresa en la cara del pelinegro.

−¿Pasa algo? Entraste como un bólido endemoniado.

−Simon. −soltó sin aire y le entregó la camisa del brujito. − Localízalo. − demandó.

Jace no entendió y a la vez sí, porque sentía la desesperación vibrando por la runa que unía su alma con la de Alec. Juntó en sus dos manos la camiseta después de activar su runa de rastreo. Se concentró en la esencia de Simon, buscándolo por los alrededores, por las calles, por las avenidas. Nada.

La angustia vibró por su espina dorsal, Alec le contagió la preocupación.

−Debe estar bastante lejos, no puedo encontrarle. Debemos hacerlo juntos. 

El mayor negó. −No puedo hacerlo. No puedo concentrarme.− dijo apretadamente.

Jace agarró a Alec por su cuello, pegando ambas frentes, haciendo que le mirase a los ojos. Azul contra dorado. Oro líquido contra un azul mar atormentado.

−Tu puedes concentrarte, Alec. Debes hacerlo para encontrar a Simon.− le enfrentó.

Alec se sostuvo de los brazos de su parabatai, rompió el contacto visual al momento de cerrar sus ojos para encontrar la calma en su tormento. En sus emociones revueltas, hechas caos. Un caos liderado por el odio, la culpa, la rabia, el miedo.

Respiró al compás de Jace. Éste atrapó entre las manos de Alec y las propias la prenda. 

Se concentraron en la esencia de Simon. Recorrieron cada rincón de Brooklyn, deslizándose por Queens, Hell's Kitchen, New York. Por todo Manhattan.

 Eenie meenie miny mo. 

Bingo.

No pudo ser más cliché el imbécil de Ward.

Un. Estúpido. Almacén. A. Las. Afueras. De. Manhattan.

Rompieron el contacto físico al obtener el lugar exacto de dónde demonios se había llevado el mundano a Simon. Alec se aproximó a la puerta para ir a por Simon. Por su hermanito. Por su protegido. Por su niño.

Jace le alcanzó en la puerta principal y le detuvo. −¿Qué vas hacer? ¿Por qué Simon está allá?− exigió saber.

Alec negó. No le iba a decir. Esto era algo que sólo él debía de hacer.

El rubio afianzó el agarre y le miró intensamente. Orillándole a decirle. Obligándole a delatarse. Rogando para que le deje ayudar.

−Alec...− llamó en advertencia. El mencionado se negaba a soltar palabra. Su culpabilidad latía furiosa, pero no debía perder tiempo. Mientras el tiempo siguiera corriendo el mal nacido de Ward podría hacerle algo horrible al pequeño Simon, y eso le aterraba. Casi tan parecido el sentimiento de cuando creyó haber perdido a Magnus.

−El estúpido del profesor Ward.−  soltó.

−¿Qué con el idiota?− gruñó con fastidio, pero sin entender a que venía el bicho ése a la conversación centrada en Simon.

Alec miró directo a los ojos de su parabatai. −Creo que le ha hecho algo. Le secuestró y le llevó a ése lugar.−dijo con furia, acercándose a Jace, hasta quedar a escasos centímetros de él. −Necesito ir por Simon, Jace. Déjame ir por Simon.− rogó.

Jace se quedó en un momentáneo shock. Sabía que algo andaba mal con el maestrucho, poco iba a saber que era un asqueroso pedófilo. Apretó los dientes.

−Iré contigo.− sentenció.

El contrario negó. − Ni hablar.

−No es momento para que te pongas terco Alec. − dijo apretadamente.

−No. Sí es momento, Jace. Simon en mi responsabilidad. Mi deber es protegerlo. ¡Yo!−  exclamó al borde de la crisis emocional.

−¡No me jodas, Alec! Iré contigo, quieras o no. ¡Quiero proteger a Simon tanto como tú, maldición!− comenzaba a impacientarse.

−No, Jace. Tú no me jodas.− dijo a regañadientes.− ¡Simon es mi protegido! Entiéndelo de un puta vez. Iré por Simon y eso es todo, no más discusión. Te quedarás aquí, y no le dirás a nadie. ¿Entendido?− soltó amenazante.

−No.− dijo solemne.

Alec se exasperó, revolvió su cabello con furia. − Es sólo un mundano, Jace. Puedo aniquilarlo fácilmente.− dijo apretadamente.

−No me importa si es un jodido mundano, iré contigo.−  habló de igual forma. 

 − ¿¡Por qué demonios te opones a mí!?− gritó desesperado. Necesitaba saber porqué jodidas mierdas Jace estaba siendo así.

−Ya te lo dije. ¡Quiero proteger a Simon tanto como tú!− exclamó.

−¿¡Por qué!?− gritó.

−¡Porque me gusta! ¡Porque quiero a ése mocoso de manera romántica, no fraternal como tú! ¡Le quiero más de lo que quise a Clary, maldita sea!− terminó por explotar y confesar su pequeño secreto.

Alec enmudeció. La manera abrupta de saber aquello que con tantas ansias quería obtener. Aquello que tanta mierda tuvo que hacer para lograrlo. Tanta mierda que puso a Simon en peligro.

En toda su bruma de perdición pudo sonreírse triunfante, pues, logró su objetivo:

Hacer que su parabatai corresponda los sentimientos de su pequeño. 

Dirty Thoughts.Where stories live. Discover now