15.

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–No estoy seguro de si sea buena idea. – dijo Magnus vacilante.

–¡Oh, por favor, Magnus!– suplicó el pequeño Simon.

Magnus hizo una mueca. –Déjame pensarlo, y luego hablaré con Alec haber qué opina él.

Simon gimió en su lugar. –¡Él se negará rotundamente! Sabemos que es así.

Magnus toma a Simon por los hombros y le sonríe. –Sé que Alec es difícil a veces, pero también es una persona comprensible. Seguro acepta.

–Él aceptaría sólo si tu lo persuadieras.– sugirió.

Magnus ríe y niega. –Eres muy pequeño para pensar en esas cosas.

El brujito rueda los ojos. –Bueno, pero no entiendo porqué deberías hablarlo con él.

–Porque él es tu tutor a ojos de los mundanos, y, porque éstas cosas se hablan en pareja. No me gusta omitir le nada a Alec.

El pequeño suspiró derrotado –Bien.

[...]

–Ven, Simon. Es hora de llevarte a casa.– llamó Raphael.

–¿Ya son las nueve?– preguntó sorprendido.

El vampiro asintió. Simon se levantó del sofá y recogió sus cosas, se despidió rápido de Izzy y salió detrás del vampiro.

Al llegar a la puerta del loft, Simon se disponía a abrir con su llave, pero fue súbitamente detenido por Raphael, que tenía una expresión de total y completo trauma. El brujito frunció el ceño por aquello.

–¿Qué pasa?– preguntó.

–Nos vamos. – dijo y empezó a jalonear al brujito.

–Acabamos de llegar a casa ¿A dónde más me vas a llevar?– preguntó extrañado dejándose llevar por el vampiro.

–De vuelta al Dumort. Pasarás la noche con nosotros.

–No entiendo, ¿Por qué tan de repente?

Raphael sólo se limitó a negar con la cabeza, no necesitaba decir en voz alta lo que ha escuchado.

[...]

Isabelle les vio llegar, y a juzgar por la expresión abrumada que el vampiro cargaba, llegaron en mal momento.

–No llevaste tu teléfono, y Magnus te escribió pidiéndote que dejaras a Simon pasar la noche acá. Iba a estar ocupado con Alec. – rió aún más a lo último.

–Qué oportuno. – se quejó el mayor.

El pequeño Simon les miró sin entender, aunque pudo hacerse una idea de qué pasaba.

[...]

Isabelle llevó a Simon al loft, a eso del medio día. Y no se sorprendió al ver que Jace llegó a la par de ellos.

–¿No pasaste aquí la noche? – preguntó inocentemente Simon.

El rubio negó. –Alec me mandó un encargo de último minuto. No pude dormir absolutamente nada.

Los tres entraron al loft, y poco después salió Alec de la cocina, bastante sonriente.

–Hey. – saludó. – ¿Tienen hambre?– preguntó por cortesía, porque aún así los llevó a rastras al comedor y les sirvió un plato con lasaña a cada uno y seguido de él, Magnus puso una canasta con rebanadas de pan. La pareja se sentó muy contenta en la mesa con sus invitados.

–Está bueno. – alagó con la boca llena Jace, a lo que Magnus hizo una mueca de asco.

–Tengo algo importante que decirte, Simon. – hablo luego de un rato Alec, mirando de manera seria al mencionado.

–¿De qué trata?– preguntó curioso.

–Magnus y yo tenemos claro que desde siempre has tenido una vida muy mundana. Ahora que sabes que no perteneces a ése mundo por ser un brujo inmortal, lo más sensato fue apartarte. – dijo, y le dio una mirada fugaz a Magnus y éste le sonrió a modo de confirmación. – Aún así, creo, bueno. Magnus cree, y lo hablamos anoche, que mereces por lo menos cerrar una etapa. Hablo de que termines la secundaria, no más. – terminó de relatar, para que acto seguido un chillido agudo lleno de pura emoción resonara en la habitación y el pequeño Simon se tirara encima de Alec en un apretado abrazo, tirándolos al suelo.

–¡Gracias, gracias, gracias, gracias!

Alec se dejó abrazar por un rato, ya después se sacó de encima al brujito.

–Ya, sí. Gran noticia, pero quiero que te comprometas a tener las mejores calificaciones, no perderte en vicios y malas juntas, de lo contrario te sacaré de la escuela de inmediato y no te dejaré tener contacto alguno con cualquier cosa mundana por lo que me resta de vida. – advirtió.

–Lo prometo. No te fallaré. – soltó solemne alzando su mano en modo de juramento.

–Bien. – asintió Alec.– El lunes arreglaré lo necesario para tu reincorporación en la escuela que estabas.

Después de ése emocionante almuerzo, Simon le dio un gran abrazo agradecido a Magnus en privado, seguido de un "Te dije que sólo aceptaría si lo persuadias adecuadamente" , a lo que el mayor se rió con las mejillas rojas.

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