11.

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El pequeño Simon se encontraba en el instituto, otra vez, sin consentimiento de Alec. Se encontraba hablando con Lidya, la rubia qué, al parecer, estuvo detrás de Alec por un tiempo. Lidya había vuelto al instituto de visita, asuntos extraoficiales.

–¿Así que te estás quedando con Alec y Magnus?– preguntó la rubia.

–Sí, sí. Ya sabes, me acogieron. – sonrió.

–Oh, ¿Eso quiere decir que ahora eres Lightwood-Bane o Bane-Lightwood, algo por el estilo?– preguntó de nuevo, con decepción en la voz.

Simon aprovechó el malentendido de ella para picarla. –Sí, lo soy. Y eso Bane-Lightwood,  Alec es como una mamá y Magnus como un papá, son los mejores. – sonrió cínico.

–Oh, ya veo. – sonrió con timidez.

Si bien Alec tomó ante la ley mundana la tutoría de Simon, no quiere decir que lo adoptó como a un hijo, Alec sólo es el responsable legal del pequeño Simon hasta que éste cumpla la mayoría de edad. Pero claro, eso no lo tiene que saber Lidya.

–¡Simon!– llamó Alec llegando hasta él, ignorando la presencia de la rubia.

–Hola, mami. – saludó el niño, Alec frunció el entre cejo por el mote, pero lo dejó pasar.

–¿No deberías estar con Magnus?– le reprochó.

–Sí, debería. Lo que pasa es que le dije a papá que quería pasar la tarde contigo. – sonrió con inocencia.

Alec parpadeó perplejo por el hecho de que Simon de la nada haya empezado a llamarles así a él y a Magnus. Volteó a ver a Lidya que lo miraba dolida, fijó su mirada otra vez en el niño y de repente todo cobra sentido. Sonríe.

–Es tierno de tu parte, pequeño. Pero pensé que tenían planeado practicar tu magia todo el día.  – dijo con toda la carga maternal que pudo usar.

–Practicamos toda la mañana, y me agoté, por eso papá sugirió que descansáramos. Así que vine a visitarte.

"Sí, claro. , pequeño diablillo vienes a ver entrenar a Jace" pensó el de ojos azules.

–Claro. Ven a mi despacho – dijo.

Simon asintió y se despidió con la mano de Lidya. Alec sólo le miró.

Una vez en el despacho de Alec,  Simon se partió de la risa.

–Eres diabólico. – dijo el cazador– ¿Qué fue lo que le dijiste a Lydia como para que me mirara así?

–Yo sólo le dije que tu me acogiste, y ella concluyó que tu y Magnus me habían adoptado como tu hijo. No la saqué de su error. – rió.

–Eres malo. – negó sonriente.

–Oye, si eres mi mamá, ¿Eso no hace a Jace tu yerno? – preguntó curioso.

Alec puso cara de terror.

–No, no, no. Absolutamente, no.

–¿Qué?

–No preguntes esas cosas. No quiero hacerme a la idea, es raro– dijo temblando, a lo que Simon se encogió de hombros.

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