II

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- Muy bien, ¿estás lista, Cami? – preguntó Elena, su madre, al llegar a la puerta del establecimiento donde comenzaría su escuela secundaria.

- Eso creo, ma – respondió ella, con los nervios a flor de piel.

- No debes ponerte nerviosa -intentó calmarla su madre-, sabes que es todo nuevo para ti, pero con el tiempo te acostumbrarás, es una nueva etapa en tu vida, ¡y tienes que disfrutarla al máximo, eh! – exclamó apretándole las mejillas con la típica emoción de una madre orgullosa de su hija. Bueno, es hora de que entres, ¡Buena suerte! – dijo finalmente despidiéndose con un gran abrazo de su niña no tan niña.

El primer día de clases en la secundaria fue muy raro para Camila, todo era diferente a la escuela primaria; el establecimiento en sí y más que nada las personas, todos parecían estar en su mundo. Ningún alumno prestaba atención a lo que pasaba a su alrededor, hasta que se percataron de que el grupito de niños desconcertados que se ubicaba en el medio del patio principal eran los ingresantes a primer año. Fue en ese momento cuando se comenzaron a oír murmullos, entre los cuales se destacaban frases como:

- ¡Oh, pero mira que tiernos son, tan pequeños!

- ¡Mira a ese niño de allá, parece asustado! -dijo una joven señalando a un niño que se encontraba solo recostado contra una pared-. Pobrecillo, debemos acercárnosle en el receso así no se siente tan solo, podríamos mostrarle la escuela, ¿no crees? – le preguntó a otra chica, parecían ser muy amigas.

Camila se miró con sus amigos de primaria, quienes entraron con ella en la misma escuela, y no pudo evitar sonreír. – No creo que sea tan malo – pensó. Al fin y al cabo todos fueron niños como nosotros...

Le fue bastante difícil acostumbrarse a la nueva reglamentación de la institución, al uniforme junto con las nuevas, y tantas, materias curriculares... eran demasiadas cosas nuevas para ella. Terminó por reprobar seis materias a final de año, de las cuales sólo rindió cuatro bien, por ende le quedaron dos previas.

En cuanto a lo social, dentro del curso hizo varias amigas, teniendo en cuenta que entró a ese colegio porque varios de sus amigos de primaria lo harían, y por comodidad de sus padres, principalmente. Pero detrás de su interés por entrar a ese colegio porque no quería perder sus amistades (y esto no es cosa que sabe todo el mundo), había otra razón, una razón que era mucho más poderosa que una simple amistad. Camila estaba enamorada de un compañero, un amigo desde hace años que entró en ese colegio al igual que ella y los demás. Con el cual nunca más volvió a hablar luego de un tiempo. Aunque ese es otro tema.

El primer día de clases se encontró con una vieja amiga de la escuela primaria, su nombre es Azul. Ella es una chica extremadamente simpática, de las personas que contagian alegría y confianza. Les tocaron diferentes divisiones, por lo cual no estaba con ella en las clases, pero se pasaban los recreos juntas, llorando de risa y mirando a todos los chicos que resultaban nuevos para su vista. De esta manera, Camila comenzó a sentirse atraída hacia un chico de tercer año. Azul siempre la molestaba con él, haciéndola olvidar de su gran amigo y amor, cuyo mellizo siempre ocupaba los pensamientos de su amiga. Pero nadie cree que haya sido así.

Además de Azul, otras chicas que estaban en el mismo curso que Camila, resultaron ser sus amigas al final del año, de las cuales sólo dos terminaron siendo las mejores por varios años, hasta que el destino decidió separarlas definitivamente. Su amistad comenzó con un simple chiste en una hora de clase en la cual el profesor había faltado, así que los preceptores los habían dejado salir al patio.

Cuando Camila salió, se dio cuenta de que estaban todas sus amigas en ronda cuchicheando. Al llegar donde estaban ellas, dijo:

- ¿Qué tanto cuchichean ustedes ahí? Seguro hablan de chicos – afirmó seguido de una risa cómplice.

- ¡Eso no es cierto! – intentó disimular Kathrina, una niña petiza con cabellos ondulados, lo cual le fue imposible ya que se ruborizó al instante.

- ¡Sí que lo es, Cami! – reafirmó Lucía, riendo de la cara de su amiga que ya parecía un tomate. ¡Katrhina nos estaba comentando que hay un chiquillo que le gusta! – agregó en tono burlón.

- ¡Hey, yo nunca he dicho que me gusta! – negó Kathrina. Solo dije que me atrae, ¡y no es lo mismo! – finalizó con la voz entrecortada por los nervios y tapándose las mejillas para evitar que su color rosado se notase.

- Está bien, yo te creo, Ka – dijo Camila, riendo mientras le lanzaba una mirada cómplice a Lucía, quien sonrió graciosa. Pero anda, cuéntame, ¿quién es el niño que hace que te ruborices de esa manera? – agregó en el mismo tono burlón que tenía su compañera hace unos momentos.

- Okay, ya, está bien, sí, ¡me gusta Benjamin! – admitió Ka, rojísima por su confesión. ¡Pero no se lo digan a nadie si no quieren amanecer peladas!

- ¡Hasta que al fin lo admites! – gritaron al unísono las cinco chicas, excluyendo a Camila, que solo reía ante la situación.

- ¡Enhorabuena! – dijo Anne.

- ¡Te has tardado siglos, Ka! – agregó Sandra.

- ¡Oigan, no griten que ahí viene! – intentó apagar el cuchicheo Emily, quien había visto a Benjamin salir del salón de clases, seguido de sus amigos.

Inmediatamente todas las chicas comenzaron a hablar de cualquier cosa intentando pasar desapercibidas; algunas hablaban de lo que hicieron en las vacaciones pasadas, otras de lo que harían el próximo fin de semana y, Camila, observando disimuladamente a Benjamin pasando por al lado de su grupo, se dio cuenta de que le había echado una ojeada a su amiga, pues ésta también se había dado cuenta ya que al instante se volvió a poner roja como un tomate.

- ¡Lo has visto! ¡Has visto lo que yo! – insistió Camila. ¡Cómo te ha mirado, niña!

- ¿Ver qué? – preguntó Anne, confundida.

- ¡Benjamin le ha echado una miradita de pelos a Ka! – dijo Camila, sonriendo emocionada.

- ¡No jodas! – gritaron las chicas al unísono, a lo que Camila respondió con una carcajada de las suyas, aquellas que se escuchan a diez metros de distancia.

- ¡Ay, chicas, por favor, ya basta! – pidió desesperada Katrhina, estaba más ruborizada que antes. ¿Es en serio? Les pido encarecidamente que no digan nada y se ponen a gritar como locas desquiciadas, ¡no tienen remedio!

- Ajam, claro "encarecidamente" – Respondió sarcástica, Emily.

- ¡Claro, la que nos quiere dejar peladas si decimos algo! – Exclamó Sandra, con una sonrisa burlona.

- Está bien, está bien, ¿podríamos cambiar de tema, por favor? – Preguntó Kathrina. Ya me están poniendo los nervios de punta con todo este rollo.

- ¡De acuerdo, tranquilízate amiga! Pero yo debo ir al baño, ¿quién me acompaña? – Preguntó Anne.

- ¡Yo voy contigo! – Respondió Emily, mientras se levantaba rápidamente del suelo.

Mientras las chicas se dirigían hacia el baño, se hizo presente el silencio, el cual no era para nada incómodo, pues las chicas estaban con sus teléfonos celulares haciendo quién sabe qué. Hasta que alguien decidió romper el hielo.

- Cuéntanos Cami, ¿a ti quién te gusta?

Flicker {Editando}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora