Capítulo 11 pt2

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Todo a mi alrededor estaba en silencio. Daiana caminaba de un lado a otro mientras jugaba con los dedos de sus manos demostrando inconsientemente lo nerviosa que estaba. Por mi parte-y a diferencia de ella-me encontraba sentada en el sillón color café de la sala, trataba de concentrarme en la textura raposa de éste y en el aroma a fresas que desprendía Daiana gracias al jabón que utilizaba para la ropa.

—Hay algo que estamos olvidando—dijo por primera vez después de unos largos minutos desde que se llevaron a Leonardo, rompiendo así el silencio que se había formado desde ese entonces.

Quizá tenía razón y realmente había algo que se nos estaba olvidando o quizá Leonardo realmente era el culpable y solo estábamos negando la realidad. Pero todo lo que pienso inicia con un Quizá y por lo tanto no estoy segura de nada.

—Ayer Leonardo nos mostró su celular en donde tenía el número del chico de la plaza agregado—dijo frunciendo el ceño mientras trataba de buscar cualquier cosa que pudiera estar pasando por alto. Pero al parecer no se había dado cuenta de que había dicho justo lo que habíamos estado pasando por alto.

—Espera...es cierto, Leonardo nos mostró su celular ayer, de la plaza nos venimos directo a mi departamento y en ningún momento el volvió a su casa o fue a algún otro lugar, lo que no da razón a que los oficiales tuvieran el celular de Leonardo, es ilógico.—Dije segura de cada palabra que decia, si analizaba la situación, era imposible que ellos obtuvieran su celular a excepción de que haya sido culpado. Sonreí agradecida de que mis primeras palabras dichas desde que Leonardo se fue hayan sido tan acertadas.

—¡Cierto! El estuvo aquí durante todo este tiempo, lo que también quiere decir que su celular sigue en el departamento.

Dijo antes de que se dirigiera a la habitación de Leonardo. Dejé que ella buscara sola el celular ya que si yo lo hacía, iba a terminar desesperandome a los cinco minutos de no encontrarlo.

Mis dedos siguieron trazando los relieves del sillón hasta encontrarse con un hilo que sobresalía de la tela. A pocos segundos de jalarlo, escuché los pasos de Daiana acercarse rápidamente.

—¡Tenías razón!—dijo llegando a mi lado mostrandome el celular entre sus manos.

—Hay que cambiarnos, Leonardo debe quedar libre hoy mismo.

Amabas asentimos estando de acuerdo. Después de unos minutos ambas estábamos ya listas. Ella con un pantalón de mezclilla y una camiseta a rayas negras y yo con un pans gris y una camiseta blanca.

Guarde el celular de Leonardo en mi mochila y me dispuse a salir.

—Espera, me están llamando—resbusco su celular en su bolso y al sacarlo lo miró extrañada—No es el mio, es el tuyo.—Dijo guardando su celular mientras yo buscaba el mio.

—¿Donde está ?—susurre para mi misma. Dejé la mochila la mochila sobre la mesita de la cocina y comencé a buscar allí dentro mi celular. Saqué notas de compras, tiquets del cine y algunas basuras de chicles hasta que por fin pude dar con mi celular.

—¿Hola?—conteste sin verificar quién era mientras guardaba todo lo que había sacado de la mochila. Me detuve cuando escuche una respiración pesada del otro lado de la línea.—Disculpe, ¿Hay alguien ahí?—dije frunciendo el ceño extrañada. Daiana al ver mi expresión me hace algunas señas preguntándome quién era, solo levante mis hombros dándole a entender que yo tampoco sabia.

—No...no lo hagas—Fue lo único que escuché antes de que la llamada fuera colgada. Ésta vez hubo algo diferente, algo en el tono en el que se susurraron esas palabras que logró que dudara unas milésimas de segundos si era correcto ir a la comisaría o quedarme aquí. También, por alguna razón, sabia que esas palabras se referían a que Daiana y yo llevaramos el celular y demostraramos la inocencia de Leonardo. Tal vez había sido la manera en la que se escucharon sus palabras, como si me estuviera advirtiendo o protegiendo, una mezcla de ambas quizá.

Número Desconocido©Where stories live. Discover now