Capítulo 24: Steven

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El reflejo de lo que está bien, y está mal...

Era justo lo mismo ahora para el ángel, que podía hacer ahora; anotar, observar, y preexistir, después de pasar aquellos días con la menor, y que alguien lo conociera, aunque sea solo por una mentira lo acompañaría por el resto de la vida, eso lo supo a la perfección.

La primera vez que vio sonreír a su pupila ella apenas tenía horas de nacida, pero al escuchar la voz de su padre sonrió ampliamente, él apenas era un joven recién graduado de la academia, mientras Evelyn se emocionaba por ser madre su asignación le supo a gloria, según transcurrieron los meses su emoción iba disminuyendo mientras que para el ángel creía, al imaginarse la vida entera con su nueva acompañante, aunque Steven no podía afirmar que aquella madre abnegada no quería a su hija, lo que si estaba seguro es que ella tenía muchos sueños que cumplir antes que apareciera aquel rayo de esperanza a su vida.

El moreno nunca se separaba del pedacito de nube, quien en ese entonces lo miraba y sonreía cada vez que jugaba con las plumas de sus alas, justo dos días después de haber nacido aquel sintió como el corazón de un ser celestial podía estrujarse al escuchar a la mini versión de la castaña llorar a todo pulmón, ese día se prometió a si mismo nunca dejar que ella sufriera.

Mira como Anna sube las escaleras, lista para hacer la prueba, grito tanto a sus odios que había perdido su voz, que más le quedaba ahora, quizás se encontraba roto, pero por más que trataba se resignarse a que esa siempre fue su vida ahora no podía con ella, y no quería hacerlo, esa joven de cabello castaño, y ojos cafés, que se miraba tan pequeña mientras subía los escalones no mostraba el miedo que él sabía que ella tenía, sobre todo porque estaba sola.

—Anna no estás sola, yo siempre estoy contigo. — le susurra al oído sin respuesta de la menor.

Si tan solo ella pudiera ver todas aquellas fotografías que tenía en su cuarto pegadas en la pared, donde sonreía con sus amigos, y en cada una de estas él permanecía junto a ella en cada bueno y mal momento de su vida, y seguiría de esa manera hasta que sus huesos se hieran polvo.

—Podemos con esto. — le dice y ella entra a la oficina de la oficial Barón.

Sus pies parecen fundidos en concreto en ese momento, sabía que tenía que moverse y permanecer junto a la castaña, pero parecía que se había clavado en el piso, era lo único que hacían todos los ángeles, pero ¿Por qué el sentía que aquello no era suficiente?

Cada vez que miraba ese rostro entristecerse hasta la última de sus alas dolían como el infierno mismo.

—Dios, ayúdame, no sé qué hacer. — deja caer su cuerpo al suelo dejando que este lo absorba por completo, todo lo que lo rodeaba le decía que estaba bien ser invisible para la menor, ese es su trabajo.

Pero en el fondo de su corazón, le decía que aquello no era suficiente.

—¡Te vez fatal! — sonríe Vladimir sonriendo ampliamente. Steven lo tantea con la mirada, ya que sabía que aquel no era tan propio. — está bien, estas hecho mierda. — se carcajea pavoneándose ante el ángel.

Aunque tenía ganas de gritarle muchas cosas, el nudo en la garganta le evitaba pronunciar palabra alguna.

—¿Qué es lo que quieres? — pregunta sintiendo nuevamente el peso de sus alas.

Por un momento aquellos parecían ser simplemente dos jóvenes normales con problemas de un humano cualquiera, Vladimir camina hasta donde se encuentra su moreno amigo desplegando una sonrisa se sienta en el suelo.

—Sabes, después de todo lo que hemos pasado... me agradas ¡mal humorado! — codea al ángel, y un frió recorre al contacto de otro.

—No puede verme. — dice monótonamente como si su acompañante estuviera al tanto de toda su historia.

Ángel  "Un beso silencioso"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora