Capítulo 54: Anna

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Mientras jugaba con las sobras de su plato, su corazón latía tan rápido que parecería que saltaría de su pecho.

Su padre seguía su proceso de nutrientes devorando unos trozos de manzana, ella no dijo nada por su dieta alimenticia. Apenas eran las tres y media de la tarde, y al parecer un entremés antes de la cena solo alteraba sus nervios. Según el ángel de la muerte, Steven llegaría a las cuatro en punto. A partir de ahí su reloj de arena correría en su contra.

"Un beso" pensó. Solo eso necesitaba, que él le diera un beso.

Llevó su plato hasta el fregadero, deteniéndose a pensar un segundo. ¿Y si las cosas salían mal? ¿y si todo aquello solo fue una trampa del otro? Su vida estaba en juego, quizás fue una tonta al pensar que esa era la única solución.

Comenzaba ahogarse en un mar de profundas posibilidades cuando el timbre de su casa capto la atención de todos. Arrastró sus pies hasta la puerta, giro la perilla y aquel rostro iluminó la cara de la castaña.

-¡Hola mocosa! - dice con voz de hilo.

Por un segundo pensó que aquella era una jugarreta del destino, lleva su mano para tocar su hombro. Quería asegurarse de que fuera real, y no otra falsa jugarreta de su cabeza.

Siente como las yemas de sus dedos tocan la tela de aquella chaqueta de cuero color gris mate, cubrían una camisa negra, su cuerpo modelado dejaba sin aliento a la menor. Lleva su mirada hasta los pantalones de mezclilla que marcaban sus piernas. ¡Era real! Había estaba su ángel, en carne propia. Mostrando la mejor y más cálida de las sonrisas que ella había visto.

-¡Steven... Estás aquí! - aúlla soltando un leve alarido. Lo rodea con sus brazos sintiendo como todo su calor arrullaba su cuerpo. El mayor era una persona realmente cálida. Se mantienen entre lazados por cinco minutos, hasta que el padre de la menor interviene con un gesto de duda.

-¿Quién eres? - Duda el señor Martin rascando su cabeza. Ambos se separan para serle frente al señor que tanteaba al invitado con cierta cautela.

Anna anuncio que era su novio, y que le contaría todo lo que él quisiera después, pero que ahora necesitaba ir a caminar con aquel. No quería perder tiempo con una charla acerca de las reglas de su casa. Su padre no mostró objeción ante aquello, parecía agradarle Steven, lo cual llamó más la atención de la castaña; quien creyó que se debía alguna aura celestial que aquel tenía.

Avanzaron en silencio por más de cinco minutos, ella lo miraba de reojo cuando aquel miraba cada cosa que los rodeaban, no sabía que podía estar sintiendo. Todo aquello se sentía de una forma irreal.

Steven era más alto que ella, sus pasos medidos se volvían lentos en su avance por aquel lugar rodeado de casas. Trataba de formular un plan sutil en su cabeza para que el beso surgiera por sí solo, cuando su compañero se detuvo para ver aquel hermoso ocaso que iluminaba su caminata.

-¡¿Has hecho algo estúpido?! - presenta haciendo una mueca tonta. Anna se para justo enfrente para verlo a los ojos. Los rayos del sol jugaban su partida iluminándoles de forma suave, el verde finalizaba con algunas líneas amarillas, podía ver algunos juegos entre el azul oscuro al llegar al iris. ¿Qué habría hecho ella en la vida, para merecer un ángel guardián tan hermoso?

-Hago cosas estúpidas, porque sé que siempre estarás ahí para salvarme. - responde con una sonrisa dibujada en los labios, este la mira directo a los ojos acercándose para estar centímetros de la cara, podía sentir su aliento invadir sus aletas olfativas. Lo hizo tantas veces que era algo normal para ellos, su falsa cercanía.

-Estaremos juntos, pero sin estupideces. -Bromea el ángel. Sujeta su mano y siente la calidez de ella recorrer por todo su cuerpo. no quería arruinar el momento preguntándole cosas absurdas acerca de donde estuvo todo aquel tiempo, o si se quedaría como humano, lo único que necesitaba era que la besara para que todas las piezas encajaran y pudieran hablar con calma.

Ángel  "Un beso silencioso"Where stories live. Discover now