Capítulo 45: Anna

21 5 0
                                    


Mientras aquella caja de cristal se elevaba por los aires, usaba toda la fuerza que tenía para subir cada obstáculo, y así tener un poco de tiempo; para poder pensar en un plan. Empuja su cuerpo al máximo saltando de una terraza a otra... Tenía que hacerlo si quería salvar lo único bueno en su vida; ¡arriesgaría todo! Retrocede para tomar un impulso, mira justo al momento en que esta pasa cerca de la orilla de la misma; y sin pensarlo dos veces salta...

Se aferra a una barra que encerraba aquel cubo de cristal, Steven su ángel, quien ahora era lo que más importaba; comienza a golpear el vidrio del otro lado. El sonido de cada impacto era fuerte y hueco a la vez, ella toma un pequeño impulso y comienza a subir lentamente, hizo caso omiso al dolor que ahora se incorporó en sus cansados músculos, sin importar el peso de las cosas, ella no lo iba a dejar ir...

—¡Te sacaré, lo prometo! —exhibe la castaña tratando de subir todavía más alto, pero el sudor de su propio cuerpo, como un enemigo mortal; produce ese leve deslizamiento entre medio de sus dedos.

—¡Anna! — grita Steven y ella cae lentamente, perdiendo de vista la presencia de su ángel, y destruyendo la única oportunidad que tenía.

Abre los ojos lentamente, y siente como el resplandor de aquella luz cegadora forja que los cierre de inmediato.

Trata de acomodarse a su escenario, sin importar el ardor de sus oculares; y los abre de golpe, empuja el sudor que corría por su frente con la palma de su mano izquierda. Un leve dolor en su costilla se hace presente, ella hace un gesto de dolor examinando cada detalle que la rodeaba.

Se encontraba en lo que parecía ser una habitación de algún hospital, las paredes de un blanco marquesina, unas máquinas contiguo a su cama; reflejaban su ritmo cardiaco, tenía unas pequeñas mangueras tan finas, que apenas noto su presencia. Según ella; aquellos pequeños tubos le brindaban oxígeno.

­—¿Do...? — trata de hablar, pero por más que se esforzaba, las palabras parecían atorarse en su garganta, busca en la pequeña mesa de noche una jarra con aquel preciado líquido, que su garganta pedía a gritos.

Vierte un poco deagua en un vaso, al sentir como recorría desde su lengua hasta su estómago,aquel fuego comenzó a disiparse lentamente. ¿Dónde, diablos estaba? ¿Cómo demoniosllegó hasta este lugar? Se preguntó a sí misma tratando de levantarse, aquelminúsculo dolor se transformó en una daga de agonía, ¿¡Pero qué diablos!? Aúllasu propio ser. Tira de la sabana para ubicar el punto de quiebre, y al ver comoun par de vendas rodeaban su torso, y como sus piernas mostraban ciertos moretones de varios tipos de verdes, su rostro entró en pánico. No recordaba que le había pasado.


El recorrido de sus lágrimas como un tibio y penoso dolor se hace presente y ella no sabe porque ahora no podía controlar aquel sentimiento.

—¡Enfermera! —Grita una voz la cual ella no alcanzo a percibir de quien se trataba, busca algo para limpiar sus lágrimas recuperando su postura.

La aclamada mujer entra sin dudarlo para examinar el estado de su paciente, la castaña con el ceño fruncido la observa detenidamente, su tez canela, de cabellos oscuros y lustrosos, sus labios se unieron en una sonrisa acogedora, según reflejó su rostro parecía no haber ningún problema con su salud.

Aquello no apartaba el dolor, prácticamente todo su cuerpo parecía estar hecho añicos, la mujer revisa el vendaje y busca en la mesa de noche medicamento para la paciente.

—Anna, este medicamento te calmará el dolor. — pronuncia la enfermera con voz aguda, aquella indicación hizo que le vibrara hasta la última terminación nerviosa.

Ángel  "Un beso silencioso"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora