Capítulo 47: Anna

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Los rayos del sol mañanero se abren paso por si solos; atravesando las cortinas color menta que cubría las ventanas, mira entre reojo todo su escenario, una cómoda color blanco, las paredes del mismo tono que las cortinas, mientras más observaba una pequeña parte de ella recordaba aquel lugar, las luces colgadas de la comida, justo al lado continuo de la pared había cientos de recortes y fotografías.

Soltó una gran bocanada de aire para que sus pulmones se llenaran lentamente, necesitaba que su cerebro procesara aquello.

Por más que lo intentaba; todavía no podía acostumbrarse aquel lugar, "Su cuarto temporal." La habitación era completamente extraña para la menor, quien anhelaba con todo su corazón regresar a su antiguo cuarto.

Desde que su padre se mudó a su nueva casa, le había asignado un cuarto para ella. según aquel podía pasar los fines de semana que quisiera.

—¡Buenos días, Dormilona! — expresa el señor Martin, cruzando por el arco de la puerta. Le brindó una sonrisa amplia, desde que ella lo miró en el hospital actuaba de forma extraña, recordó las palabras que decía su abuela en aquel momento...

"A veces la culpa es más fuerte que el amor".

Traía consigo una bandeja de comida, la castaña visualizo fruta y jugo de naranja.

—No tienes que hacer esto. — índico ella con una sonrisa algo apagada. —Ya me siento mejor, de hecho...—Analiza con cautela lo que iba a decirle, ya que no sabía cómo respondería su padre.

Los doctores ordenaron descanso absoluto, tenía que ir dos veces por semana a la clínica por cualquier fractura que presentara su cerebro, ella no recordó como sucedió las cosas, pero recuerda gritos y peleas por medio de sus dos progenitores, por alguna razón llegaron a la conclusión que Anna permanecería en la casa de su padre hasta su absoluta mejoría; ella no podía opinar nada; pero dedujo que aquello se debía a que su padre se sentía culpable por dejarla en aquel lugar. Mientras que Evelyn no le pareció la idea de dejarla en aquel lugar, ambos concluyeron que cuando ella decidiera podía regresar a su antigua casa.

Así transcurrieron dos semanas en su rotundo exilio, no logró ver Emily en todo aquel tiempo, su madre la visitó dos veces en aquellos días, la primera para traerle algo de ropa y algunas cosas para entretenerse, y la segunda cuando se enteró de la muerte de David.

Gracias a los cuidados de su padre su cuerpo se sentía como nuevo, no quería seguir encerrada, por lo que la mirada del señor Martín clavada en el desayuno que no había tocado le recordó lo que estaba por decirle.

—Papá... hoy quiero ir a la escuela...—Dudó. No sabía cómo iba a terminar su año escolar después de todo lo que había pasado, faltaban pocos días para los exámenes finales, pero lo que más quería la menor era salir de aquellas cuatro paredes.

—Pero Anna, quiero pasar más tiempo contigo...—aúlla su padre.

Tenía el gesto apaleado, se disculpó con la castaña unas diez veces cada día desde su encierro, la culpabilidad lo seguía atormentando, todo este tiempo sabía que su hija era inocente y que la había encerrado injustamente.

Justo en ese instante podía hacer algo que quizás lamentaría, pero no le importo. Algunas veces los cambios pueden ayudarte a crecer. pensó

—Podemos pasar tiempo juntos cuando vuelva de la escuela. — Expresó, los ojos de su padre se iluminaron por un instante, estaba pensando justo lo que Anna iba a decir. —No me iré a casa... todavía.

La rodeó con los brazos sin decir palabra alguna.

No culpaba a su padre por haberlas abandonado, quizás las cosas hubieran sido diferentes para ellos si ella no le hubiera mentido, aunque el señor Martin siempre dice que no era culpa de la castaña, ella sentía que había perdido la confianza que se tenían.

Ángel  "Un beso silencioso"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora