53.

981 66 0
                                    

Capítulo 53.
"Ana Bolena, la más feliz"
LAUREN

Florence y Halina terminan de darle los últimos retoques a mi peinado. He elegido un moño muy simple con pequeños caireles cayendo a cada costado de mi rostro. El velo transparente llega hasta la mitad de mi espalda, dejando relucir los detalles de encaje y perlas de mi vestido blanco. Éste es bastante largo y ocupa un radio considerable al caer en el suelo.

Una vez que han finalizado, me observan a través del espejo. Las dos tienen los ojos vidriosos, y por supuesto la primera en soltar lágrimas es Halina, la más sentimental en la habitación.

—Lo siento —se disculpa entre risas torpes y sollozos—. Es que luces tan linda, Lauren.

—Pero no tienes por qué llorar —me río y giro mi cuerpo hacia ambas. Coloco la mano derecha en la mejilla de Flo y la izquierda sobre la de Hal—. Las adoro, chicas. Estoy... hecha un manojo de nervios, y no saben cuán feliz me hacen al estar aquí.

Por fin. Por fin ha llegado el día en el que podré unir mi vida con el hombre al que siempre he amado. Hasta que la muerte nos separe.
De por sí, hemos estado juntos desde que tengo memoria. Mi corazón se emociona por saber que, si el destino nos lo permite, podremos envejecer juntos.
Halina se limpia las lágrimas con un pañuelo, siendo cuidadosa para no arruinar su maquillaje.

—No puedo creer que esto esté pasando —murmura Florence—. O sea, siempre creí que ustedes terminarían juntos, pero no... al punto de casarse.

—Tampoco yo. Creí que se harían los tontos hasta olvidar ese sentimiento entre ustedes —bufa la rubia, haciéndome reír.

—Por Dios, ¿se imaginan si hubiera contraído nupcias con James? —Incluso mi voz tiembla al siquiera pensar en él. Hace tiempo que su recuerdo no pasaba por mi cabeza.

Florence se ríe y parece incómoda de repente. Halina hace ademanes para que nos callemos.

—No lo puedo imaginar —anuncia—. De acuerdo, tenemos que estar en la capilla en veinte minutos —dice leyendo la hora en su celular—. ¿Bajamos ya? El auto seguramente estará esperándonos.

Mi piloto automático se activa. Es que simplemente estoy demasiado extasiada por lo que está por suceder. Mi boda idealizada sería dentro de unos meses, cuando ya por fin hubiese estado consciente, pero ahora las cosas cambiaron.

Florence tiene que empujarme un poco para que siga caminando hasta la estancia, en donde el padre de Gavin nos espera. Él, al verme, sonríe de lado y distingo un brillo diferente en su mirada. Se acomoda los lentes sobre el puente de la nariz y estira su mano hacia mí.

—Luces encantadora, querida —me regala un delicado abrazo que sólo le daría un padre a su hija, y yo me dejo llevar por el momento. Ya no recuerdo el último gesto que recibí de mi papá—. Sé que el plan era que tu madre te entregara en el altar, pero no pude evitar pedirle que intercambiáramos los papeles.

Mi sonrisa se ensancha y hace que me duelan las mejillas.

—Tu madre aceptó gustosa entregar a Gavin mientras yo te entregaré a ti. Después de todo, siempre hemos sido una familia —usa sus dedos índice y medio para hacer una especie de gancho y apretujó mi nariz con dulzura—. Espero no tengas ningún problema con eso...

Outlaw.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora