37.

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Capítulo 37.

LAUREN

Me miro al espejo y lo veo detrás de mí, apoyado en el marco de la puerta, con la mano izquierda metida en el bolsillo de su pantalón formal y con la otra fumando un puro. El viento entra por la ventana y hace que el humo se esparza por toda la habitación.

Le sonrío un poco antes de darme la vuelta y acomodarme el anillo de compromiso en el dedo anular. Aún no me acostumbro al increíble peso que tiene el diamante incrustado. Esto es demasiado brillo para mí, y sobre todo mucha presión. Ahora mi vida se ha vuelto extraña y, lo peor de la situación, es que ya no es privada.

—Estoy nerviosa —admito. Camino lentamente hacia su figura para acomodar el nudo de su corbata gris.

—Yo también voy a estar ahí.

—No quiero que hagas esto —una vez que termino, mi frente busca apoyarse en su pecho. James posa su mano tibia en mi espalda y un escalofrío me recorre—. No haré que pierdas tu empleo.

—Lauren, tú sabes que hay mejores universidades que Rochester. He guardado ofertas en Harvard y Princeton. Al salir, tú y yo ya no tendremos problemas con el compromiso y no podrán cancelar tu matrícula.

Trago saliva fuertemente. La palabra compromiso sigue pareciéndome tan difícil de pronunciar.
Y no digo que esté arrepentida por haberle dicho que sí, son los nervios comunes y corrientes que cualquier chica sentiría estando en mis zapatos.

—No voy a arriesgar tus estudios, así como tampoco estoy poniendo en juego mi carrera. Será una renuncia limpia —besa mi coronilla y me aleja un poco. Mantengo la vista pegada al suelo—. Lauren.

—Tú tienes opciones —la voz se me corta, pero logro mantener la compostura—. Si pierdo mi oportunidad en Rochester, lo pierdo todo, ¿me entiendes? Volveré a Multnomah siendo la fracasada del año y tendré una deuda enorme con el señor Bogasch.

—Eso no sucederá.

Mejor cierra la boca o se hartará de ti antes de que puedas decir "acepto".
Esta vocecita lleva rondando mi cabeza desde que mi situación sentimental cambió a comprometida. Normalmente no le hago caso, pero esta vez tiene razón. Quizá las cosas no salgan mal. Quizá tengan consideración con James por derecho de antigüedad.

O quizá ya no les sorprenda. Muchas veces he escuchado por los corredores que el profesor Prior es famoso entre alguna de sus alumnas por darles una especie de trato preferencial. ¿Y cómo no? El hombre tiene facilidad para entablar conversaciones y para hacerte sentir que eres la única mujer en el mundo que vale la pena.

Eso es lo que hace James Prior, porque, por supuesto, algo tenía que tener en común con Gavin —además del dinero, claro.

Parece que no soy yo la que se fija en ellos, sino mi tarjeta del banco y la miseria en la que vive la mayoría del tiempo.

Los dos bajamos al vestíbulo, donde nos recibe un hombre de mediana edad que resulta ser el valet.

—Su auto los espera afuera —dice con una sonrisa a la que respondo de igual manera. James se mantiene serio, como es la mayoría del tiempo—. Tengan un lindo día.

Outlaw.Where stories live. Discover now