14.

2K 160 10
                                    

Capítulo 14.

LAUREN

Dean está afuera de mi casa. Las gotas de lluvia caen de su cabello largo, recorriendo sus mejillas hasta la punta de su barbilla. Los puños los tiene guardados en los bolsillos de sus vaqueros.

Por más que le insisto en que entre para que se seque, no quiere hacerme caso.

—Le mentí a la policía por ti, Lauren —dijo con la voz temblorosa—. Estoy aterrado. Sabes que Gavin no me agrada, sobre todo por lo que le hizo a mi madre... La amenazó con una maldita pistola, ¿entiendes lo que es eso? Todavía es traumático para mí...

—Dean, por favor, pasa... Vas a enfermarte. Siento mucho lo de Gavin, pero fue por el bien de todos —estiro mi mano para que él la tome, pero no me responde—. Por favor, sólo deja que te explique. No quería que los estuvieran molestando más por su desaparición, nosotros no tenemos la culpa de su insolencia.

Sus ojos se fijan en los míos durante un par de segundos, pero parecen la eternidad. Es realmente atractivo y me duele tener que usarlo para cubrir al idiota que me ha abandonado... Que dejó todo por su necedad.

Carajo, lo extraño. El no saber nada de él me pone de nervios.

—¿Por favor? Ven conmigo, prepararé café —digo sin quitar mi mano de su alcance—. Y algo de ropa seca, ¿sí? Por favor...

—La ropa... ¿es de Gavin?

—Tal vez —le resto importancia, encogiéndome de hombros—. ¿Eso qué importa?

Escucho a mamá llamándome desde las escaleras y le ruego con la mirada a Dean para que, de una vez, me obedezca y me deje cuidar de él. Es como una manera de agradecerle por cubrirnos a todos.

Claro que todavía tengo que pagarles a los demás, pero eso ya será después.

—De acuerdo —acepta mi mano y entrelaza nuestros dedos. Mamá me sonríe en cuanto nos ve entrar.

—Mamá, él es Dean. Ella es mi madre.

—Mucho gusto, señora Ortells —dice estrechándole la mano. Ambos se sonríen y ella levanta las cejas en cuanto lo escucha hablar.

—Oh, sí, perdona. Ahora vuelvo con una manta y algo de ropa.

— ¿Quieres té, querido? —Me giro hacia ella en cuanto escucho aquel apodo tan... raro en ella. Nunca había escuchado que llamara así a alguien.

—¿Mamá?

—Lauren, ¿quieres uno?

—Un café.

—Que sean dos, por favor —habla Dean—. La verdad es que no soy fan del té.

—De acuerdo.

Ofuscada, continúo mi camino hacia arriba. En mi recámara busco unos pantalones de chándal y una camiseta gris, que con anterioridad pertenecían a Gavin. Esta ropa lleva aquí más de seis meses así que dudo que se acuerde de ella. También busco una toalla y una cobija.

Sí, estoy siendo demasiado servicial, pero de verdad Dean se lo merece. Odio meter en problemas a mis amigos, sobre todo si es por Gavin... Por una persona que no le importaron mis sentimientos y que tal vez ya me haya olvidado.

[...]

Después de dos horas, mamá se ha ido a dormir. Dean y yo estamos en la sala, sentados en el piso como si no tuviéramos la opción de subirnos al sofá. Mi cabeza descansa en sus piernas y él acaricia mi cabello distraídamente mientras ve la televisión con el volumen apagado. Yo sólo me encargo de observarlo, como si fuera lo único que estuviera a mi alcance.

Ya se ha secado. Su ropa se la ha llevado mi madre para meterla a la secadora. Lo mejor ha sido que Dean aceptó la ropa sin rechistar... Porque, aunque sea de Gavin, la necesitaba. Espero que en algún momento deje esas diferencias a un lado, aunque dudo mucho que olvide lo que sucedió en el banco.

—Fue mala idea que me quedara, ya es demasiado tarde —dice intentando levantarse, pero pongo fuerza sobre el torso para que no logre quitarme de encima.

—No. Quédate.

—Lauren, no puedo. —Su tono de voz me hace recordar a Gavin, exceptuando que el mencionado no dudaría ni un momento en decirme que sí, que se quedaría y que dormiríamos juntos en el sofá, para despertar a la mañana siguiente acurrucados como pareja y que mi madre sonriera como una loca. Desayunaríamos juntos y después él volvería a su vida perfecta y de niño rico—. Lo siento... A mamá le da algo de miedo que no duerma en casa.

—Comprendo, está bien.

—Te lo compensaré después, ¿sí? —Me sonríe y besa mi nariz. ¿Qué clase de gesto es este? —. Gracias por la ropa, te la devolveré en cuanto pueda.

—Haré lo mismo con la tuya, y no te preocupes... Supongo que puedes quedártela.

—No pasará.

—Es obvio —me río—. Te veo mañana.

Mi celular vibra varias veces en el bolsillo de mi pantalón, pero no contesto. Después de tres intentos, dejan de insistir. Dean se acerca a la puerta y no lo pierdo de vista hasta que dobla la esquina y su sombra desaparece en la oscuridad de la calle.

Nuevamente, una llamada. No contesto. Un mensaje más.

Otra llamada.

Es Halina.

—¿Qué pasa? —Le pregunto sin saludar.

—Es Gavin —dice con excitación—. Creo que sabemos dónde está.

—¿Qué?

—Un testigo vio el letrero de Se Busca y se comunicó con mi padre —puedo jurar que está sonriendo. Lastimosamente, yo no puedo hacer lo mismo: ya ni siquiera sé cómo sentirme al respecto—. Dicen que fue visto en Maywood Park.

—Imposible, es demasiado cerca y Gavin no es idiota.

—Pensé que lo conocías mejor, Lauren —se ríe—. Todavía no tenemos noticias y nadie tiene idea de dónde pueda estar exactamente... Mucho menos podemos localizarlo porque cambió su teléfono—carraspea levemente y se queda en silencio—. Pensé que te importaría esto.

—¿Por qué crees que no me importa?

—Estarías histérica en otra ocasión por haber obtenido noticias.

—Bueno, ya no es así —camino lentamente al sofá y me tiro sobre él despreocupadamente—. Gavin no quiere que lo busquen, y si lo encuentran, no va a volver. Tiene la edad suficiente para hacer lo que quiera con su vida. Si quiere vivir en ese patético lugar, que se quede ahí. Todos estamos mucho mejor sin él y sus estúpidos problemas.




Outlaw.Where stories live. Discover now