Jefferson

827 120 83
                                    

Era una noche agitada en la cantina de la aldea. Tanto hombres como mujeres se reunían a esas horas de la noche para relajarse con un vaso de cerveza, James y Thomas no eran una excepción. Bueno, aunque James solo tomaba un vaso de agua.

— Imagínatelo Jimmy, una rústica cabaña... Mi ultima caza ardiendo en el horno... Pequeños niños adoptados riendo y jugando al rededor de nosotros y... — Jefferson suelta un suspiro. Estaba sentado en una cómoda silla en la cantina jugando con un cuchillo al lado de la chimenea, mientras James le daba un masaje para tranquilizarlo. A pesar de la forma en la que había actuado frente a Hamilton, él realmente se había puesto bastante deprimido por su respuesta. — Pensé que lo tenía bajo mis pies Jimmy, ¿pero sabes que dijo? Me rechazó, ¡Y dijo "No" tres veces!

James soltó un suspiro también, sin dejar de masajear los hombros del otro. — Sabes Thomas, hay otros hombres allá afuera.

—Jimmy, alguien como yo no pierde su tiempo en liebres. — comentó triste para luego beber del vaso de alcohol que le habían ofrecido al entrar. Después de todo estaban en una cantina.

James realmente no le gustaba ver a Thomas tan triste, en esos momentos se sentía inútil al no poder ayudarlo a superar al señor Hamilton. Dejó de darle el masaje y se sentó en el brazo de la silla, ganando la atención de su amigo. — Verte así no me gusta, Thomas. Tan consternado y tristón... — James se dio cuenta que la única forma de hacerlo feliz nuevamente es enseñándole lo mucho que él lo ama y todos lo aprecian, tal vez.

— ¡Ser como tú todos piden, Thomas! — dijo James levantándose del brazo de la silla, mirando como su amigo empezaba a recobrar el brillo de sus ojos. — Aunque les des un trompón. — susurró el más bajo desviando la vista de Thomas, temiendo que la última frase lo haya ofendido. Aunque se estaba sincerando demasiado hasta ese punto.

Thomas tira con fuerza el cuchillo a la pared en un intento de calmarse, pero más que eso obteniendo la atención de todas las personas del lugar al ver que el cuchillo se quedó enterrado en la pared. James está seguro de que no habrá persona que pueda sacar ese cuchillo de ahí, por sus últimos actos James piensa que lo había ofendido pero al ver a Thomas este llevaba una leve sonrisa en el rostro. Algo que hizo que James siguiera con sus comentarios.

James aprovechando que todas las personas tenían sus ojos en ellos dos levantó su tono de voz. — No hay hombre más admirado en la aldea que usted. ¡Y siempre te admirarán! — Se acerca a un grupo de personas para darle una moneda a alguien, que con mucho gusto lo agarró. — ¡Una gran inspiración, y alguien como tú, yo lo sé créeme, no hay!

—Nadie es... — James se subió sobre una de las mesas. Las personas se iban acercando a él para escucharlo mejor. — ¡ágil como él! ¡Nadie es raudo como él! — James se veía bastante satisfecho al ver como todos lo escuchaban. Le dio otra moneda a una persona sentada en esa mesa en cualquier caso.

— ¡Nadie tiene un cuello como el de Thomas! — comentó James al recordar lo musculoso que era su amigo, dejando a algunos confundidos por su comentario. —Ehem...— se bajó de la mesa y abrazó a tres chicas que reconocía (ya que eran fanatics de Thomas) y que sabía que no tendría que pagar una moneda. — No hay hombre en el pueblo tan macho como él.

— Basta de comparación. — dijeron las tres chicas, alejando a James para que dejara de abrazarlas. Él no podía importarle menos.

Se dirigió hacia un grupo de hombres borrachos, concluyó que eran fácil de persuadir. — Pregúntenle a cualquier muchacho, y te dirán que Thomas siempre es campeón.

James movió las cabezas de los hombres tan rápido como pudo para que lo miraran a él. — Quién es... — espero James a que los hombres terminaran la frase, y cuando lo hicieron correctamente no pudo estar más aliviado.

La Bella y La Bestia | LamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora