Capítulo 18.

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¿Mi hermana? La quedo viendo sorprendida y estupefacta. Mi madre me dijo de ella, pero saber que la tengo en frente. ¿Es que el destino me va mandar cosas así? No sé que decir, la verdad es muy incómodo está situación.

— ¿No vas a decir nada? — Me mira cruzada de brazos.

— Es que todo esto es imposible de creer. Hace poco supe de tu existencia. — Digo apenada.

— Y yo supe de ti toda la vida. ¿Sabes? Hubo un día que quise conocer a la hija legítima de papá. La hija por la que sólo me visitaba un rato. Después crecí y esa ganas se disiparon.

— Hanna......

— Déjame hablar. — Me interrumpe. — He deseado hacerlo desde hace mucho. ¿Sabes lo horrible que seas la bastarda de un hombre que tiene una familia? Lo peor de todo tener la misma edad, porque embarazó a mi madre al mismo tiempo de la tuya. Pero vos eras su tesoro, su orgullo. ¿Yo? Nadie. Por eso hacia todo para ganarle a la consentida de papá, pero nunca te ganaba, hasta que cometiste el error mas genial: ser una drogadicta. Me dió tanta pero tanta felicidad ver cómo mi padre te corrió y hablaba peste de ti. Yo me esforcé y logre lo que quería. — Me sonríe y yo siento un nudo. — Y lo mejor de todo te volviste una zorra. Y yo, yo una gran aspirante a doctora. Sí pronto me voy a graduar porque soy la mejor. Siempre quise ir a verte para burlarme de ti, pero después pensaba: ¿Para qué? Ella esta en el lugar que le toca, ser una zorra toda la vida.

Siento cómo mis lágrimas comienzan a caer por toda esas cosas que me está diciendo ¿Tienes tanto odio hacia mí?

— Yo no fui la culpable que mi padre no estuviera contigo.

— ¿Tu padre? Por favor, dejó de serlo hace mucho y ni dice tu nombre no lo recuerda ya. Eres un borrón y aunque estés con Juan Lanzani como protegida o como su zorra privada, no vas a ganar nada. Ni él, ni otro hombre te va tomar enserio, eres una zorra drogadicta y de eso no vas salir. Desee tanto que un día en las noticias saliera tu nombre y que dijeran que estabas muerta por una sobredosis o un cliente te haya golpeado hasta matarte. Yo que tu me volvería a tu mundo y dejaría a Peter tranquilo. — Me mira de pie a cabeza. — Aunque estés vestida elegantemente no dejas de ser lo que eres. Aquí no vas a encontrar clientes Mariana, no se rebajarían a caer tan bajo con una cualquiera como tú.

Sin poder seguís escuchándola salgo corriendo y dejándola atrás corro hacia la salida sin importar quien me vea. Escucho que Peter me grita, pero no me detengo. Salgo y veo para cada lado, y me decido por la izquierda. Corro, corro sin detenerme, siento mis lágrimas caer. Cuando siento que estoy alejada, me detengo y camino con la cabeza gacha me paso la legua por mis labio y siento mis lágrimas saladas.

No puedo evitar recordar las cosas que me dijo Hanna. Ella tiene razón; soy una zorra y nunca voy a dejar de serlo. Debí haber muerto de sobredosis hace tiempo para no seguir esta puta vida que sólo lágrimas me ha sacado, no soy nadie y nunca lo seré.

Camino sin rumbo y con mi mente en blanco, al levantar la cabeza miro a alguien conocido. Me detengo y él se acerca a mí.

— ¿Qué haces aquí Lali?

Peter.

Cansado de escuchar hablar a los amigos de Alexa, de sus grandes logros y bla, bla, bla y bla. Hasta que veo salir corriendo a Lali entre llanto.

— ¡Lali! — Grito preocupado.

Cuándo la iba a seguir, Alexa me lo impide tomándome del brazo.

— No te podes ir. Es nuestra fiesta, déjala que se vaya.

Soltándome bruscamente la miro seria y siseo:

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