CAPÍTULO 19

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Finalmente, el inspector Yu llegó a casa a la hora de cenar. Peiqin ya había acabado de preparar varios platos en la cocina co­munitaria.

—¿Te puedo ayudar?

—No, ve adentro. Qinqin está mucho mejor hoy, así que puedes ayudarle con los deberes.

—Sí, han pasado dos días desde que lo llevé al hospital. Habrá perdido muchas clases.

Pero Yu no entró enseguida. Se sentía culpable al ver a Peiqin trabajando, con su camisa blanca de manga corta pe­gada al cuerpo sudoroso. De cuclillas, al pie de un fregadero de cemento, estaba atando un cangrejo vivo con un tallo de paja. Varios cangrejos de Yangchen se arrastraban ruidosa­mente en un cubo de madera con el fondo cubierto de sésa­mo.

—Hay que atarlos o pierden las patas al hervirlos —ex­plicó Peiqin al ver la mirada intrigada de Yu—.

—¿Para qué todo ese sésamo en el cubo?

—Para que no pierdan peso. Es un alimento muy nutri­tivo para ellos. Los he conseguido esta mañana a primera hora.

—Hoy en día es algo muy especial.

—Sí, el inspector jefe Chen es tu invitado especial.

La decisión de invitar a Chen a cenar la había tomado Pei­qin, pero Yu, naturalmente, estaba de acuerdo. Lo hacía por él, porque era la que se encargaba de prepararlo todo en su habitación de once metros cuadrados. A pesar de las dificul­tades, Peiqin se empeñó.

La noche anterior, Yu le había contado a Peiqin lo de la reunión del Comité del Partido en la oficina. El comisario Zhang se había quejado de sus resultados mediocres, lo cual no era nada nuevo. Sin embargo, en la reunión, Zhang llegó a sugerir al Comité del Partido que Yu fuera reemplazado. La propuesta se discutió en profundidad. Yu no era miembro del Comité, de modo que no estaba en condiciones de defender­se. Con la investigación en punto muerto, quizá conviniera proceder a un relevo o, al menos, modificar las responsabili­dades asignadas. El Secretario del Partido Li parecía dispues­to a apoyar la moción. Yu no se ocupaba concienzudamente del caso, pero su traslado habría provocado un efecto dominó. Su destino habría quedado sellado, según contó el teniente Lao, que había asistido a la reunión, de no ser por la inter­vención del inspector jefe Chen, quien sorprendió al Comité con un discurso en favor de Yu. Sostenía que el hecho de que hubiese opiniones diferentes sobre un mismo caso reflejaba la democracia de nuestro Partido, y no puso en duda las cua­lidades del inspector Yu como agente de policía.

Si no están satisfechos con la marcha de la investigación —había concluido—, yo asumo la responsabilidad. Despí­danme a mí.

Por eso, gracias al encendido alegato de Chen, Yu seguía activo en la brigada de asuntos especiales. La información de Lao tomó por sorpresa a Yu, quien no había esperado un apo­yo tan firme de parte de su superior.

—Tu inspector sabe hablar la lengua del Partido —dijo Peiqin con voz queda—.

MUERTE DE UNA HEROÍNA ROJAWhere stories live. Discover now