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Por la tarde, justo antes de embarcar en el vuelo que nos llevará de vuelta a casa, me descubro mordiéndome las uñas, cosa que no hacía desde que era pequeña. Y es qué no le he comentado nada a John acerca de nuestro invitado, que además pasará unos días con nosotros. Para ser sincera, no es que me haya olvidado de hacerlo, más bien lo he pasado por alto a propósito.

Creo que el que se produzca un choque de titanes entre John y mí padre va a resultar algo inevitable pero, tal vez, al volverse a ver de un modo tan repentino, confío en que reaccionarán más comedidamente. El encuentro debe resultar algo casual, cómo si no estuviese planificado y lo hubiésemos decidido a última hora. 

La verdad es qué he preferido hacerlo de este modo porque estaba segura de que, si le comentaba a John con anterioridad que mí padre iba a acompañarme, él tendría demasiado tiempo para darle vueltas a la cabeza. De esta manera, ambos se verán obligados a convivir y sobrellevar la situación, aunque finalmente se decidan por ignorarse el uno al otro.

Tras visitar a mí padre, algo en mí interior me decía que él me necesitaba, nos necesitaba. Y el pasar unos días con "J" le ha animado mucho. Por eso me ha parecido buena idea que compartiesen algo más de tiempo. Además, el que consintiera que me llevase la mayor parte de los muebles de la casa que él acondicionó para mí nos permitirá amueblar nuestro hogar nada más trasladarnos, cosa que, de otro modo, nos hubiese costado tiempo y préstamos. Tenía que devolverle el favor de algún modo, y no me parece que haya mejor moneda que el cariño para pagar una deuda de corazón.

Minutos antes de que nuestro vuelo tome tierra , John recibe la visita del camión de mudanzas. En un primer momento piensa que se trata de un error del transportista pero, al echarle un vistazo a los enseres que hay en el interior del vehículo, los reconoce enseguida. Sabe a ciencia cierta que se trata de mis cosas, pero aún así decide llamarme para confirmarlo. Al hacerlo descubre que ya estamos a bordo de un taxi camino de la base.

Cuando el taxi se detiene frente a nuestra casa respiro profundamente cómo preparándome para lo que me espera. John ha escuchado el ruido del motor y se ha asomado a la ventana para comprobar si ya habíamos llegado. Por supuesto, ni siquiera me ha concedido el tiempo necesario para abrir la puerta del coche. Se ha adelantado y lo ha hecho él mismo. Y el placer de que él sea lo primero que he visto al regresar a nuestro hogar es algo que disfruto de un modo sin igual. Su beso eterno me recuerda la calidez de lo añorado, sus acogedores brazos me acercan a su pecho permitiendo que acompasemos el latido de nuestros corazones y el tacto de su piel me confirma que compartimos un cuerpo, un alma y un sentimiento.

-Te he echado tanto de menos...- susurro en sus labios.

-Yo también, preciosa. Hace tanto que no nos vemos...- asegura antes de morder el lóbulo de mí oreja. Ante su comentario yo sonrío con picardía. No le he comentado a nadie lo de nuestro encuentro furtivo, por lo que nadie sabe que nos hemos visto esta misma mañana.

En el momento en el que John se inclina para acceder al interior del vehículo para así poder alcanzar a "J", se encuentra con que mí padre está sentado a su lado. De todos modos se hace con nuestro hijo y lo estrecha entre sus brazos cómo si la imagen de mí padre fuese un espejismo. Para su desgracia, su suegro está allí, y rodea el taxi para sacar el equipaje del maletero. Y lo hace en silencio, sin cambiar el gesto de su rostro, cómo si él tampoco hubiese visto a John.

Ya en la entrada de la casa, John abre la puerta de par en par. En cada rincón hay montones de cajas apiladas. Y casi todos mis muebles están en el comedor a la espera de que decida dónde ponerlos. Por no hablar de que nos han entregado la casa recién pintada de blanco, toda de blanco, y las paredes están todavía desnudas. Además, todo está tan vacío que cuando hablas parece que hay eco, lo que hace que el lugar resulte aún más frío.

Debo reconocer que esta casa precisa de mucho trabajo antes de resultar todo lo acogedor que debe ser un hogar. A pesar de ello, paso junto a John, le beso, cojo a "J" en brazos y me adentro en el interior meciendo a mí bebé con alegría porqué por fin estamos de nuevo los tres juntos.

Mí padre se detiene en el umbral de la puerta y mira fijamente a John. Ninguno de los dos pronuncia palabra alguna, pero John le hace un gesto invitándole así a que acceda a la vivienda. 

Antes de darles tiempo para que inicien una conversación, me adelanto y cojo la mano de John dispuesta a que le enseñemos la casa a mí padre. John me sigue la corriente sin soltar mí mano, dándome una muestra de confianza en el momento en el que más la necesito. Tras mostrarle todas las estancias les reúno junto a la isleta de la cocina para revelarle mí plan a John.

-Cariño, he pensado que, si te parece bien, mí padre podría quedarse unos días en casa para ayudarme con la mudanza. Tú todavía no puedes levantar mucho peso, y no me gustaría que tu lesión se resintiera por hacer demasiados esfuerzos...- aseguro expectante.

-Eh... pues...- empieza John. Pero yo le interrumpo para poder seguir hablando.

-Si no estás de acuerdo con que se quede aquí puede dormir en un hotel de la ciudad, pero de verdad que me gustaría que pudiese pasar tiempo con "J". ¡Hacen un muy buen equipo! Además, contando con todos estos muebles podremos ahorrar algo de dinero. ¡Y mañana nos traen la lavadora y la secadora que nos ha regalado!- especifico.

-Sí a ti te parece bien, a mí también- murmura resignado. Pero a pesar de sus palabras conciliadoras ambos se miran con desconfianza, incluso desafiantes diría yo.

-¡Genial! - exclamo- Papá, para pasar esta primera noche puedes escoger entre la cama plegable de la habitación pequeña o el sofá que acaban de traer. Nosotros dormiremos, sobre un colchón, en el suelo enmoquetado del dormitorio de matrimonio. ¡Mañana compraremos pintura y papel pintado y nos pondremos manos a la obra!- propongo con una sonrisa dibujada en el rostro.

John y mí padre se contagian de mí alegría al verme tan ilusionada. Y es que estoy creado mí hogar, el hogar de mí familia, un hogar para "J", John y yo. ¡Es un sueño hecho realidad!

EL GUARDAESPALDAS  (segunda parte)Where stories live. Discover now