Cuando termino de limpiar la última habitación que tengo por hoy, salgo por la puerta, y a lo lejos veo a Peter. Está con Nathan y Liam, y tres otros hombres, al final del pasillo. Están en una profunda conversación, susurrando prácticamente el uno al otro.

Él no me ha visto aún, así que me quedo parada contemplándolo.

Distinto.

La palabra hace eco en mi cabeza, y me dirijo hacia Peter convencida.

Distinto.

Contenta.

Distinto.

Lo que tenemos él y yo.

Lo que somos.

Lo que hacemos.

Todo es diferente a lo que se supone que tendría que ser, pero, ¿quién dice que es lo correcto y lo incorrecto? ¿Quién dice que es lo normal y lo que no?

Peter sigue hablando tranquilamente, y aunque no se haya percatado aún de mi presencia, se lo hago saber.

Agarrándolo de los brazos, le hago dar la vuelta, y antes de que tenga tiempo de procesar siquiera lo que está pasando, me pongo de puntillas y lo beso. Pero en lugar de ser un beso tierno, y corto, que es mi primera intención, me veo cautivada en un beso pasional, queriendo más de él.

Froto mi cuerpo contra el de él, y Peter gruñe mientras se separa de mí. Abro los ojos para ver cómo me mira atónito.

Los demás hombres presentes, que ahora también se ha unido su padre, nos miran curiosamente. Y aunque probablemente parezca una loca, no podría importarme menos. Necesito esto. Necesito esta reconformación que me transmite cuando estoy con él. Pero la cosa sale totalmente diferente a lo que imaginé, ya que puedo detectar la ira radiando de él.

—Hola —saludo incómodamente, mientras intento apartarme un poco de Peter, pero él me rodea con uno de sus brazos forzosamente, queriendo hacer cualquiera otra cosa que estar aquí conmigo. Miro hacia arriba, y veo su mandíbula tensa. Él no quiere eso. Él no me quiere a mí.

Me siento muy fuera de lugar, pero por suerte Liam es el mismo sonriente de siempre. —Hola, Lali —dice él, aliviando la tensión del lugar—. ¿Cómo has estado?

—Bien, gracias —le sonrío—. ¿Y tú?

—Ahora mucho mejor —me guiña el ojo, flirteando, y entro en pánico. Lo ha hecho delante de todos. ¡Delante del padre de Peter! Todos siguen sin decir nada, así que Liam se aclara la garganta y vuelve a hablar—. Bonito anillo.

Eso gana la atención de todos, ya que sus ojos se posan en mi dedo. El enorme anillo sobresaliendo de mi mano.

—Muy bonito —dice Fabian, ojeándolo—. Pero ya sabes lo que dicen, los diamantes en bodas llevan mala suerte —su voz es seria y profunda, y no creo que esté bromeando al respecto.

Peter se burla a mi lado. —Eso te lo acabas de inventar —dice Nathan. Y me sorprendo al ver como se dirige hacia él, pero no da marcha atrás.

Estoy a punto de hablar, para introducirme a los tres hombres presentes ahí, pero Peter me gana a ello. —Mándame la información más tarde, tengo asuntos que resolver ahora —dice él, y todos me miran nuevamente, pero no me deja quedarme mucho más tiempo, ya que me da la mano, y empieza a caminar lejos de ellos, aunque si consigo lanzarle una sonrisa de adiós a Liam.

Caminamos por todo el hotel hasta llegar en la zona de aparcamiento, y nos dirige hacia su coche.

—Entra —dice Peter, mientras mueve su cabeza hacia un lado.

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